Capítulo 45

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–Hijo, apurate, tenemos que irnos en cinco minutos

–Ya voy mamá, es solo que el nudo de la corbata no cede

–Dile a la muchachita ¿Cómo se llama? –dijo refiriéndose a mí –que te ayude

–Yoseline mamá y es mi novia

–Bueno, dile a ella que te ayude –respondió mientras se miraba al espejo para colocarse los aretes.

–Por cierto ¿en dónde está? –preguntó su padre.

–Ahí, en el sofá –dirigió la vista a mí –ya no es necesario, lo logré

José Luis caminó hasta a mí y se sentó a mi lado, colocó una de sus manos sobre mi pierna que quedaba descubierta por el detalle del vestido.

–¿Qué le pasa a tu hermano, eh? —Raúl cada vez más adoptaba un comportamiento extraño.

–Seguro está nervioso, es el día de su boda, cualquiera estaría como él, es más me sorprende que siga de pie, está tan pálido que tengo miedo que en cualquier momento se desmaye

–No, él tiene otra cosa –lo observé atenta –está planeando algo —dije en una susurro.

–¿Estás segura?

–No mucho, pero su actitud lo delata un poco, lo conozco demasiado

Escuché el sonido de un claxon y después a Raúl gritar.

–¡Llegó mamá! La limusina llegó

–Tranquilo hijo, ve con cuidado, nosotros te alcanzamos en la Iglesia

–Sí mamá –sonrió y se despidió de ella.

Lo vi salir por la puerta y después llevé mi vista a la ventana, ya era de noche, podía ver desde dónde estaba la Luna llena de esa noche y las pocas estrellas que había en el horizonte.

–Listo, vámonos hijo –dijo su padre.

–Papá, voy a ir en mi auto con Yoss

–Está bien, pero ya vámonos, de por sí ya vamos tarde –explicó.

–Vamos pequeña –José Luis y yo nos levantamos del sofá y salimos tras sus padres.

Me costaba mucho caminar con los tacones por lo cual trataba de ir lenta y José Luis me sostenía firme de la cintura, para evitar cualquier accidente vergonzoso. Subimos a su auto y tomamos marcha para tomar el camino tras el vehículo de sus padres.

–Los tacones son molestos –me queje.

–Se ve –empezó a reír.

–No es gracioso –pique un poco sus costillas.

–No hagas eso Yoss –siguió riendo.

–¿O si no qué? –devolví la vista al frente, las luces de la Ciudad en plena oscuridad se veían asombrosas.

–Nos vamos a ir antes de la fiesta y te voy a quitar ese vestido que traes porque esa abertura que me deja ver tu pierna me esta provocando desde hace un rato

–No te hagas ilusiones, de la fiesta me sacas borracha –los dos reímos, sabíamos bien que ninguno de los dos nos podíamos emborrachar.

–Mejor así, si estás tomada cooperas más rápido –se detuvo frente al semáforo rojo.

–Que tonto eres –saque la lengua.

–Sí, estoy tonto, pero te juro que no vas a pensar eso en la madrugada cuando tome como mío ese paraíso que tienes entre las piernas

–¡Ay! Cállate –respondí ofendida.

Miré por la ventana mientras mi compañero arrancaba el auto y logré ver que había un accidente automovilístico, cuando eso pasaba quería decir que los alados estaban de cacería y eso no significaba nada bueno para los ángeles, sabía que desde la tarde algo estaba pasando con los mundos y me alarmaba el no saber que sucedía o el que podría pasar.

–¿Falta mucho para llegar?

–No, no tanto, solo que el tráfico no ayuda mucho, faltan como tres cuadras

–¿Y crees realmente que tu hermano sea feliz con Brenda? —cambié de tema.

–No lo sé, ella era su secretaria en el trabajo y tuvieron su romance antes de que llegara Paloma a su vida, pero creo que lo engañó y cuando Paloma murió ella regresó y mi hermano volvió a caer en sus encantos

–¿Entonces no crees que sea amor?

–No lo sé, no soy quién para decir qué es, aunque cualquier hombre en su sano juicio no se separaría de quién le dé unas buenas noches de pasión

–Síguele José Luis

–Es broma –sonrió sin apartar la vista del frente.

Estacionó el vehículo y bajamos de éste. Decidimos no entrar a la Iglesia, más bien esperaríamos a que llegara Raúl. A pesar del tráfico habíamos llegado antes que él.

–¿Me das un beso? —me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo.

–No –lo aleje de mí.

–¿Por qué? –me sonrió.

–Por estar de grosero en el auto –le di un ligero golpe en el pecho.

–¿Grosero por decir la verdad?

–Sí –me cruce de brazos y el me dio un beso en la mejilla –Ya llegó Raúl.

Cuando Raúl bajó de la limusina varios invitados, que estaban afuera como nosotros, se acercaron a él y lo abrazaron, parecía que lo estaban felicitando por su futuro matrimonio. Cuando todos se alejaron de mi protegido su hermano y yo nos acercamos a él.

–¿Estás bien? –preguntó José Luis poniendo una de sus manos sobre su hombro.

–Sí, solo estoy nervioso

–Te lo dije –me reprochó.

–Brenda ya no tarda en llegar ¿ya está todo listo?

–Sí, tranquilo, todo lo revisamos desde ayer y mandamos a alguien para que lo revisara antes de que llegaran los invitados

–Okey –suspiró.

–Voy esperarla adentro

–Está bien –respondió su hermano.

Vi a Raúl entrar y caminar por el largo pasillo hasta llegar al otro extremo de dónde estábamos.

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