Capítulo 40

40 4 11
                                    

–Puedes venir –dio unos pequeños golpecitos al colchón.

–Perdón por despertarte –me disculpé mientras me levantaba del piso.

–Estaba despierto, no puedo dormir

–Ya somos dos –me senté sobre la cama, me recargue en la cabecera y tomé una almohada para abrazarla.

–Te escuché discutiendo con mi hermano ¿te hizo algo?

–No, solo me hizo enojar, una discusión tonta

–¿Quieres contarme? –se sentó.

–Nada, es solo que tú fuiste más considerado conmigo –él parecía no entender nada –tuvimos una noche, ya sabes ¿no? Y cuando terminó conmigo se largó a no sé dónde –apreté la almohada entre mis brazos mientras hundía mi rostro en ella –me sentí utilizada

–Pero ¿por qué?

–Pues lo mínimo que esperaba que hiciera era que se quedara a mi lado y me abrazara –suspiré –él no entiende nada

–¿Entender qué? –voltee a mirarlo.

–No sé si debería contarte eso

–Tenme confianza –tomó una de mis manos.

–Para mí es muy difícil estar con él, siempre es muy dulce conmigo, pero sus ojos oscuros me confunden, parece que me oculta algo

–¿Algo cómo qué?

–No lo sé y realmente me gustaría saberlo –ahora fue él quien suspiró.

–Yo te puedo abrazar si quieres

–No quiero que me malinterpretes

–Los dos estamos solos esta noche, no vamos a engañar a nadie, es solo un abrazo

Lo miré indecisa, me levanté de la cama y lo vi con esa mirada de decepción; me saqué el vestido ya que era un poco incómodo y me metí bajo las cobijas, a su lado.

Sentí uno de sus brazos rodear mi cintura y yo por instinto entrelace mi mano con la de él, cerré los ojos e intenté no pensar; él colocó su cabeza sobre mi hombro y colocó una de sus piernas entre las mías; me acerque más a su cuerpo y sentí los latidos acelerados de su corazón, sabía que él se resistía a no tocarme y omitía sus pensamientos de hacerme suya y yo, yo también me estaba resistiendo a mis sentimientos confundidos.

Abrí los ojos cuando sentí algunos rayos de sol sobre mi rostro, sabía que ya había amanecido, pero no estaba segura que tan tarde era, el Sol ya se sentía diferente al de las mañanas; me separé de mi protegido y busqué mi vestido en el lugar en dónde lo había dejado durante la madrugada, me lo coloqué y salí de la habitación.

Caminé a la cocina como todas las mañanas y me topé con José Luis, quién parecía estarme esperando y me miraba molesto.

-¿Ahora que me vas a reclamar? -pregunté.

-¿En dónde diablos te metiste toda la noche? -me preguntó molesto.

-¿Qué te importa? -me quejé -y no me hagas una escena, es muy temprano ¿si? -respondí molesta.

-Yoseline ya perdóname -corrió hasta dónde estaba yo.

-No me toques -me alejé de él -y es en serio

-Por favor -me suplicó -ya te expliqué mis razones

-Y las entiendo, pero recuerda que yo estoy aquí para cuidar a tu hermano, no para servirte y complacerte a ti 

-Lo sé, pero en serio -hizo una pausa -ya perdóname

-Sí, está bien -cedí antes su petición y después me las ingenié para subir a la barra de la cocina.

-¿Vamos por tu vestido para esta noche?

-Como quieras

-Vamos ya, mis padres no tardan en llegar y se molestarán si no estoy en la casa cuando ellos lleguen

-Bien, vamos -José Luis me tomó de la cintura y me ayudó a bajar.

Salimos de la casa y subimos al auto de José Luis, tomamos camino por la gran avenida y llegamos al Centro Comercial, el mismo al cual había ido con Raúl.

Entramos a una tienda de vestidos, todos eran muy extravagantes y eso no me agradaba del todo, quería algo simple, pero similar a lo que ocupaban en las ceremonias de los ángeles.

Encontré un vestido en color azul, llevaba los hombros descubiertos pero tenía unas bonitas mangas, el detalle del pecho me hacía recordar a las fiestas celebradas en el mundo.

Después de comprar el vestido buscamos unas zapatillas adecuadas para éste y después de conseguirlas corrimos al auto y apresuramos el camino para estar a tiempo en la casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de comprar el vestido buscamos unas zapatillas adecuadas para éste y después de conseguirlas corrimos al auto y apresuramos el camino para estar a tiempo en la casa. Y sí, llegamos unos cuantos minutos antes de que llegaran los padres de los hermanos.

Toda la tarde fue un poco atareada, por lo cual decidí encerrarme en la habitación del fondo y no meterme en los asuntos de la boda, de por sí Raúl tenía una cara de que se lo llevaba el tren y a sus padres parecía que cualquier persona ajena a su familia les estorbaba.

Escuché que alguien tocaba la puerta, así que corrí a abrir ésta.

Fantasmas Del Pasado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora