Capítulo 18

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-¿Puedes ayudarme con las bolsas? -yo asentí -voy a ir con Brenda a ver unas cosas de la boda, regreso en la noche

-Está bien -baje del auto sin reprochar nada, él bajo también y abrió la cajuela; saqué las bolsas y me apresuré a entrar a la casa en dónde me topé con José Luis y él me ayudó con las bolsas.

-Gracias

-¿Estás bien? -me preguntó sin mirarme mientras acomodaba ciertas cosas que sacaba de las bolsas del supermercado.

-Estoy bien -tomé las bolsas de la tienda de ropa y me dirigí a mi habitación sin decir mucho.

Me quité el collar de nueva cuenta y lo escondí en dónde sabía que estaría seguro mientras mi ausencia. Decidí volver a mi mundo y despejarme un momento de todo eso que había pasado con Raúl.

-¿Qué haces de nuevo por acá? -me topé con Miguel de nuevo.

-Necesito que me ayudes con algo

-¿Con qué cosa?

-¿Qué pasa si un ángel guardián se enamora de su custodio?

-Ya te lo había explicado

-Si, lo sé, pero solo me habías dicho que se ganaba un castigo ejemplar, más no me dijiste cual

-Te vuelves un ángel caído, te destierran del paraíso

-¿Y conmigo que pasaría? Soy uno de los alados ¿habría un castigo?

-Te cortan las alas y si encuentras refugio en el reino de las tinieblas eres como adoptado en ese mundo, solo de esa manera te puedes salvar -me miró consternado -¿pero por qué tanta pregunta? ¿Acaso te estás enamorando de tu protegido?

-No, obvio no

-¡Ash! -expresó molesto -¿Qué le ven al tal Raúl? Primero Paloma y ahora tú -puse los ojos en blanco y después deslice mis manos por mi cabello.

-A ver, tranquilizate, solo lo preguntaba por Paloma -por fin podía ocupar ese nombre a favor mío - me dio curiosidad y quería saber que le había pasado es todo ¿o hay algo que me ocultas? -hice una pausa para pensar bien lo que está acabas pasando -también estabas enamorado de ella ¿cierto?

-No, obvio no -me imitó con un tono chillón.

-¡Hey! Yo no hablo así -las cosas comenzaron a pasar frente a mis ojos -creo que ya sé en dónde puedo encontrar las respuestas que andamos buscando con respecto a ella

-¿Y se puede saber en dónde?

-En mi verdadero mundo -levanté una de mis cejas -solo que hay un problema

-¿Cuál?

-No sé cómo volver ahí

-Pues como saliste de allá, es obvio ¿no?

-Es que mi madre fue la que me ayudó a salir y nunca me dijo como volver

-Es que mi madre fue la que me ayudó a salir y nunca me dijo como volver

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-¿Y si te ayudó a investigar como regresar me llevas contigo?

-Miguel, yo no puedo llevarte para allá, es muy peligroso y sería arriesgarte mucho

-Yoss... -me miró como reprochándome.

-Miguel no te voy a llevar conmigo y creo que de ahora en adelante es mejor seguir sola -lo miré por última vez y después seguí mi camino hacia la tribu de aire.

-¿Tan rápido estás acá? -dijo Víctor al verme -creí que tendrían que pasar mil atardeceres para volvernos a ver

-Creo que sé en dónde puedo encontrar todas las respuestas que quieres y/o necesitas, pero ocupo tu ayuda

-En lo que sea, dime ¿para que soy bueno? -parecía emocionado.

-¿Cómo llegó al reino de las tinieblas? -él se quedó anonadado.

-Pensé que tú sabias como volver

-Realmente no -llevé un mechón de cabello tras mi oreja -mi mamá solo me sacó de ahí y no me dijo como volver

-Buen, Ummm, necesitas ir a un bosque, lleva un espejo contigo y cuando llegues a lo más oscuro y escondido del bosque intenta cruzar el portal, y si no funciona llama a los tuyos

-¿Y cómo invoco a los míos?

-Pues yo que sé, llama a tu ejército, seguramente te van a responder

-Claro -susurré y recordé aquel día que mi madre me explicó algo así.

-Recuerda que siempre que alguien esté herido lo vamos a rescatar, el olor a sangre de los nuestros será el llamado -ese recuerdo aturdió todos mis sentidos.

-¿Estás bien?

-Gracias, ya tengo la respuesta -lo tomé por los hombros y corrí emocionada hasta que cruce el portal; como siempre salí expulsada del espejo.

-¿En dónde estabas? -miré hacia la cama y ahí estaba Raúl mirándome con reproche.

-En la otra galaxia -dije con sarcasmo mientras me levantaba.

-No me gusta tu tono

-Ni a mi tus preguntas estúpidas -lo miré molesta -¿Qué haces aquí?

-Es mi casa ¿no? -tenía razón y eso me molestaba un poco.

-Tienes razón -saqué el collar de detrás del cuadro -así que como es tu casa, me largo de aquí -caminé hacia la puerta.

-¿A dónde vas? -me tomó por la muñeca y me jalo hasta dónde estaba él.

-A mi mundo

-Acabas de volver de ahí

-No, a mi verdadero mundo -sentí como mis ojos cambiaban un poco, por lo cual opte por calmarme un poco para que si me topaba con José Luis no descubriera mi verdadera identidad -así que ahora sueltame

Él hizo lo que le pedí y corrí a la cocina en cuanto tuve oportunidad, tomé un cuchillo y salí de la casa.

-¿A dónde vas con eso? -me preguntó mientras me seguía por todo el patio.

-Ya te dije que a mi mundo

-No te vas a hacer daño ¿verdad? -en su voz escuché preocupación, pero no era momento de abortar la misión.

-Que te importa -dije molesta y seguí caminando sin detenerme hasta que ya no escuche ni sentí pasos detrás mío, siguiendome y casi pisándome los talones.

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