Capítulo 32

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Los dos entramos a la casa en silencio y entramos a la habitación de José Luis.

-¿Te parece si nos damos un baño? -me guiñó el ojo.

-Me parece bien, estoy acalorada -reí un poco. Me saque la blusa.

-Entonces vamos, yo también necesito un regaderazo de agua helada

-Si, se nota un poco -me acerque a quitarle la camisa -eres bastante sexy -lo besé.

Entramos al baño y como siempre evadí el espejo, José Luis no se dio cuenta de ello, solo me siguió. Me senté sobre la tapa del inodoro y me quite los zapatos; bajé mi falda hasta quitarmela mientras él hacía lo mismo, se quito el pantalón y prosiguió a quitarse los bóxers. Me apresuré yo también a quitarme la ropa interior y me abalance sobre él.

-Vamos a bañarnos ya -le pedí con la respiración agitada -estoy a nada de retardar más nuestra ducha

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-Vamos a bañarnos ya -le pedí con la respiración agitada -estoy a nada de retardar más nuestra ducha.

-Pues hazlo ¿quién te lo impide?

Le dí un beso bastante apasionado el cual provocó que él me diera la vuelta y me atrapará entre la puerta y su cuerpo, me sostuve con el marco de la puerta mientras él besaba mi cuello.

-¿Te puedo decir una cosa? -me abrazó.

-Dime lo que sea

-Jamás había sentido por nadie esto que estoy sintiendo contigo -me apretó contra su cuerpo y solté un pequeño gemido, recargué mi cabeza en su hombro.

-No digas tonterías -le respondí entre jadeos -recuerda que dijiste que la edad era mucha, sin trece años ¿lo recuerdas o ya lo olvidaste?

-Me dijiste que ese no eran un problema -y no lo era antes, pero el hecho de recordar que cuando ocurrió su transformación yo era una niña me movió cosas.

-Lo nuestro es simplemente pasajero, no hay amor, ni sentimientos, eso bien lo sabes

-Yo sé que tú también sientes lo mismo, me he dado cuenta como me miras y tus besos -besó mi cuello -no me mienten, tus caricias -subió una de sus manos hasta mi pecho -no son solo el fuego que me quema en estos momentos, sé que es diferente

-No sabes lo que estás diciendo -dije con un hilo de voz, mi respiración estaba tan agitada que no podía articular ni una sola palabra bien.

-Claro que sé lo que estoy diciendo Yoseline, yo te amo -se alejó de mí y tomó mi mano. Yo voltee a mirarlo.

-José Luis, no puedes amarme -intenté estabilizar mi respiración.

-¿Y por qué no?

-Porque tú y yo solo pasamos noches juntos, tú y yo tenemos sexo, no hacemos el amor, nuestros besos son apasionados, no dulces, nuestras miradas son de deseo y lujuria, no de dos enamorados

-Que seamos seres inmortales no dicta ni nos condena a no sentir cosas el uno por el otro

-Lo sé, pero -tomé aire -hay algo que tengo que decirte

-No digas nada y dejame conquistarte ¿si? Dejame besarte con amor, dejame tocarte con un sentimiento bonito, no solo por deseo, déjame hacerte el amor como si fuéramos dos enamorados, como si fuéramos pareja -me tomó el rostro y me besó como nunca lo había hecho, fue un beso dulce.

Me tomó entre sus brazos y yo me sujete con fuerza a su espalda; me montó sobre el lavamanos y comenzó a besarme y a acariciar cada centímetro de mi piel. Esta vez no vi esos ojos negros frente a mí, más bien eran sus ojos color avellana con un brillo especial, diferente, único.

Sí, después de todo tuvimos una noche maravillosa, algo bastante romántico, especial, diferente, él cumplió lo que me dijo, esta vez no solo unimos nuestros cuerpos, si no también nuestros corazones, me hizo el amor por lo que restó de la noche y por primera vez sentí su corazón latiendo, ese corazón que había condenado desde que tenía ocho, ese corazón que tenía una mitad marchita y al menos así podía sentir que lo salvaba.

-Yoseline, en verdad siento algo por ti

-No presiones esto ¿si? -sonreí mientras me colocaba mi antiguo vestido blanco.

-Está bien -me besó -Podemos empezar como los adolescentes

-Soy una adolescente -le recordé.

-Bueno, como sea, pero el punto es el siguiente -se arrodilló frente a mi -¿Quieres hacerme el honor de ser mi novia?

-Ummm... No lo sé -lo miré con una cara de pocos amigos.

-Entiendo -estaba por levantarse cuando me arrojé contra él.

-Claro que si, no seas tonto -sonreí para despues besarlo.

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