Capítulo 11

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-Hoy yo cocino el desayuno

-Gracias -lo seguí a lo largo del pasillo.

-¿En verdad eres empleada de mi hermano?

-Obvio no, pero ¿cómo explicas lo que soy ante toda una familia que puede verme como a cualquier chica?

-Buen punto -me dio la razón mientras entraba a la cocina.

-Supongo que me pondrá a ayudar a su novia a arreglar esas cosas de su boda o algo así

-Lo conozco lo suficiente como para decirte que te dará un uniforme

-¿Uniforme? -fruncí el ceño -¿Qué es eso?

-Es algo así como una ropa especial que debes ocupar obligatoriamente en un trabajo o lugar

-¿Y es feo?

-¿Te gusta el color rosado? -hice un gesto dándole a entender que no sabia de que hablaba.

-Es sexy -me dijo finalmente.

-Ummm... ¿Okey? -caminé hasta la salida de la cocina.

-¡Hey! -llamó mi atención -¿A dónde vas?

-Al baño -lo miré un poco fastidiada por el olor de la comida.

-No tardes mucho o comenzaré a pensar mal -rió.

-¿Pensar mal? -lo miré con inocencia -tranquilo, vuelvo antes del atardecer

Caminé despacio por el pasillo, y con demasiada cautela abrí la puerta de la habitación de Raúl, me acerque a él y lo moví un poco; él soltó un pequeño grito de susto, el cual contuve colocando mi mano sobre su boca.

-No hagas ruido -le pedí.

-¿Qué haces acá? -me preguntó susurrando.

-Necesito que cuides esto por mi -le di el collar.

-¿Otra vez esto? -se tallo los ojos y se sentó cubriendo su cintura con la sábana.

-Por favor, regreso antes del mediodía, lo prometo -le pedí.

-Está bien, pero en serio no tardes, no quiero esta cosa en mis manos por mucho tiempo -me dijo mientras tomaba el collar.

-Gracias -le di un beso en mejilla y corrí hasta su baño para cruzar por el espejo y cómo esperaba caí en medio del inmenso lugar lleno de pergaminos.

Corrí hasta la letra inicial del nombre de mi madre y comencé a buscar su expediente, aunque parecía que no existía, parecía estar desaparecido, así que decidí buscar el mío, ya que ahí debía haber un nombre o algo que me dijera quien era mi padre y me explicara por qué Miguel le tenía tanto miedo o respeto; pero en mi expediente faltaban hojas, por lo cual me frustre bastante.

Decidí volver al mundo de Raúl y rápidamente lo busque, antes de que me viera José Luis y se cayera mi mentira de que era un "ángel puro". Me lo topé en el pasillo.

-¡Raúl! -exclamé aliviada cuando lo vi - ¿puedes por favor darme el collar?

-Que bueno que volviste pronto -me dio el collar y rápido me lo puse.

-Gracias por cuidarlo -le dedique una sonrisa y estaba por regresar a la cocina a buscar a su hermano, pero él me detuvo.

-Yoseline

-Dime -giré para encontrarme con su mirada miel.

-Ven conmigo, necesito que utilices esto -me explicó mientras nos adentrabamos en el pasillo, nos detuvimos cuando llegamos a una puerta antes de la que ayer durante la noche cruce.

Abrió la puerta y mire un cuarto más pequeño que el que compartía con su prometida, era acogedor, con mucha luz, tenía una pequeña cama individual, pero un gran sofá al fondo, supongo que era cómodo para leer mientras tomaba algo o comías algún aperitivo. En la cama había un vestido rosa pastel con detalles de encaje blanco.

-¿Qué es esto? -tomé entre mis manos la prenda.

-Un uniforme -me hizo recordar lo que me dijo su hermano.

-¿En serio vas a montar todo este drama? ¿La sirvienta, en serio? ¿No se te pudo ocurrir algo mejor?

-No, no sé me pudo ocurrir algo mejor, así que mejor cállate y no me reproches nada -rodé los ojos.

-¿Y qué se supone que voy a hacer? -deje el uniforme nuevamente sobre la cama -digo, no sé hacer nada de lo que hacen ustedes los mortales y recuerda que siempre tengo que estar cerca de ti -hice una pausa, ya que lo vi con intención de reprochar algo, pero no dijo nada así que continúe -si, si, ya entendí que durante las noches necesitas privacidad, no es necesario que me lo recuerdes

-Gracias por entender eso al fin, pero bueno, solo necesito que le ayudes a mi prometida con la organización de la boda y esas cosas de mujeres, bueno, mi madre está viendo algunas cosas, pero pues ayudale a escoger su vestido, el color de los arreglos, los anillos, yo qué sé

-¿Y tú mientras que vas a hacer?

-Trabajar o ¿cómo crees que voy a conseguir dinero para la boda?

-¿Trabajar? ¿Y en dónde si se puede saber? -me cruce de brazos.

-Pues en mi oficina, está a unas cuadras de aquí ¿si?

-No te voy a dejar ir solo, no sé por qué intentas que no esté tras tuyo todo el tiempo -él suspiró.

-No vamos a empezar esta discusión otra vez ¿o si?

-Todo es tu culpa, sabes bien cuál es mi trabajo y no es precisamente el de la sirvienta, el de tu asistente personal o el de tu secretaria, es el de tu ángel guardián, que te quede claro -dije con autoridad.

-Esta es tu recámara, cambiate y en un rato vamos a salir todos a ir a ver el salón y lglesia ¿Okey?

-No está a discusión lo que te acabo de decir -tomé el uniforme -y sobre la boda, la van a pagar tu padres ¿no?

-Para tu información solo me ayudarán con una parte, además no es de tu incumbencia

-¿Ah no? -levanté las cejas y me cruce de brazos -¿realmente crees eso? Bien -molesta me dirigí a cerrar la puerta y le puse el seguro -te voy a mostrar porqué si es de mi información -caminé y cerré las cortinas -y quiero que esto te quede muy claro porque no lo voy a repetir

Caminé unos pasos hasta quedar frente a él y me saqué el vestido blanco, giré para darle la espalda.

-¿Qué haces? -me reprochó, como siempre.

-¿Ves esas malditas marcas que hay en mi espalda?

-Si -dijo algo tenso.

-Ahora ve a esto -me quite nuevamente el collar y giré nuevamente para quedar de frente con él -son mis alas, y quiero que sepas que eso me da el poder de saber todo de ti para así poder protegerte ¡carajo! ¿Es tan difícil de entender?

-No, pero no quiero de vuelta a un ángel en mi vida, me rehusó a eso -salió rápido de la habitación.

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