Capítulo 15

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-Víctor -escuché la voz del ángel que hacía que mi corazón latiera.

-¿En qué te puedo ayudar Miguel? -caminó hacia él y yo le seguí con la mirada.

-¿Yoss? ¿qué haces aquí? -preguntó Miguel desconcertado -¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué ella esta aquí?

-Cálmate ¿si? -dije un poco, o bueno, bastante irritada.

-Calmarme -me miró y después a Víctor -Si sabes quién es su padre ¿verdad?

Él suspiró.

-Si, si lo sé

-¿Y qué? ¿Te vas a quedar tan tranquilo después de saber eso?

-Ni su padre sabe que precisamente ella es su hija ¿Okey?

-¿Víctor? ¿Ya es de mañana en el mundo de los mortales?

-Si, pero aún es un poco temprano

-No importa, vamos ya -comencé a caminar mientras ignoraba a Miguel. Víctor comenzó a caminar tras de mi.

-¿A dónde van? -Miguel seguía preguntando.

-A un lugar que no te importa ¿si?

-A ver, Yoseline, espera -me dijo Víctor provocando que me detuviera -no entiendo que esta pasando aquí, entre ustedes dos

-Ya te lo explique

-A medias

-Yo te lo explico -intervino Miguel.

-Bien, te escucho

-Me besó y yo la rechacé por el tema de su padre y ahora parece que esta dolida o algo así

-No te creas tan importante, hay mejores que tú

-Y mejores que tú

-Pues no me importa, ya vámonos Víctor -le pedí molesta mientras caminaba con dirección al portal.

-Yo voy con ustedes

-Los de tu tribu no pueden salir de aquí

-No me importa, yo voy a ir

-¡Ah! Como quieras

Caminamos en silencio hasta que estuvimos frente al portal.

-¿Se siente mal estar dentro de ésta cosa? -preguntó Miguel.

-No, relájate

-Primero las damas -sonrió Víctor

-No, pues gracias -torcí la boca y atravesé el portal.

Como siempre solo sentí el impacto contra la pared, pero esta vez también escuché unos quejidos.

-¿Por qué no nos dijiste que esta cosa literal te escupía en el mundo?

-Tú quisiste venir, nadie te obligó

-Es que Yoseline, se dobló mi ala

-¿Y duele? -pregunté como si me importara.

-¡Pues obvio si! -me gritó.

-No me grites ¿okey?

Me levanté y no fue necesario el traslado por la casa ya que el portal nos dejó en mi habitación. Caminé hasta la pintura en dónde había escondido el collar, lo tomé entre mis manos y me lo coloqué.

-Bien, ahora necesito que... -Miguel me interrumpió.

-Aquí huele mucho a azufre ¿no crees?

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