Capítulo 16

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–Bueno, ahora me toca sacarlos de acá

 –¿Por qué tan rápido? –me recriminó Víctor.

–Porque tengo que reanudar mis labores como guardiana

 –Tienes razón

–Pues entonces ya vámonos    

–Tenemos que regresar al mundo de Raúl y de nuevo cruzar el espejo 

–¿Y quién nos va a asegurar que vamos a llegar bien a nuestro mundo? –de nuevo escuché a Miguel paniqueado.

–Yo me voy a asegurar que regresen con bien

–Está bien, está bien 

–Tomen mi mano por favor –les pedí de nuevo.

Ellos hicieron lo que les pedí y de nuevo atravesamos el portal; expulsados chocamos contra las paredes de la habitación.

–¿Todos están bien? –pregunté sobando mis cabeza.

–Mi ala sigue doblada –de nuevo se quejó con lo mismo.

–Es tu culpa por no saber caer bien en este mundo

–Tú tampoco sabes amortiguar el golpe, si no, no estarías ahí en el suelo –él tenía razón, por lo cuál me levanté con rapidez.

–Pues ya vámonos, antes de que entre alguien y nos descubra

Con gracia se levantaron los dos y los lleve de nueva cuenta al paraíso y después volví al mundo de los mortales.
Me coloque el uniforme rosado y salí de mi habitación.

–¿Qué tanto hacías? –rió José Luis viéndome desde la puerta de su habitación, al fondo del pasillo –parecía que allá adentro había toda una fiesta

–No, no, nada –sonreí con inocencia y cerré la puerta.

–¿Quieres desayunar algo?

–Yo no como comida de mortales ¿lo recuerdas?

–Cierto –se acercó a mi –te ves muy linda con ese vestidito rosa –me tomó por la cintura –aún es temprano y... –lo interrumpí.

–Ni lo pienses –coloque mis manos sobre su pecho –Raúl va a despertar temprano y va a ir con su novia a no sé dónde.

–¿Otra vez la bruja? –solté una carcajada.

–Si, y como ves mi uniforme dicta que debo estar ahí detrás

–Bueno, por lo menos ¿me das un beso? –sonreí, pero asentí con la cabeza.

Cuando estuve a centímetros de sus labios escuché una puerta abrirse y rápidamente me separé de él; era mi protegido, nos estaba viendo desde el otro lado del pasillo.

–¿Qué están haciendo? –su mirada era diferente.

–Nada –caminé hasta él –¿Vas a ir por tu novia?

–No –me respondió sin sacarle los ojos de encima a su hermano –Voy a ir al supermercado a comprar unas cosas y necesito que me acompañes

–Si, está bien –miré por un segundo a José Luis y después devolví la vista a Raúl.

–Pues vamos de una vez

Raúl comenzó a caminar y yo lo seguí en silencio hasta que llegamos a la camioneta.

–Gracias –dije cuando el me abrió la puerta de la camioneta y subí.

Fue lo único que cruce con él hasta que estuvimos en el supermercado. Él empujaba el carrito mientras yo caminada a su lado asombrada por el tamaño de aquel establecimiento.

–¿Qué tienen mi hermano y tú?

–¿A qué te refieres?

–A lo que vi en la mañana

–¿Qué cosa?

–No te hagas, estabas a punto de besarlo –se detuvo de golpe.

–¿Y? –hice una pausa y lo mire –No estás celoso ¿o si? –no necesitaba otra escena de celos, después de la que me hizo Miguel con Víctor.

–Claro que no –se notó un poco nervioso –Pero me dijiste que él era peligroso, que tuviera cuidado y ahora haces esto, es un poco contradictorio ¿no crees?

–¿Y si recuerdas que yo soy como él? No me da miedo, digo, si eso es lo que te preocupa

–Yoseline ¿si sabes que por su culpa perdí a Paloma?

–¿Y eso a mi qué? Yo no soy Paloma y estoy harta que todo el mundo me compare, me confunda y me pregunte por ella como si tuviéramos algún parentesco, yo ni siquiera la conocí

–Lo siento –empezó a caminar de nuevo –sólo me preocupo por ti

–No es necesario que lo hagas, yo soy la guardiana, la que se debe preocupar, la que debe velar por ti

–Ya lo sé

–No, no parece que lo sepas y mucho menos que lo entiendas, odias que cuide de ti, que me preocupe, que te aconseje

–No empezamos por el pie derecho

–¿Y qué? Han habido muchas oportunidades para que lo hagamos, pero parece que no te interesa estar bien conmigo

–No es eso

–¿Entonces qué es? O sea, sí, pertenezco a otro maldito mundo pero no soy tan diferente a ti

–¿Puedes bajar la voz? –me pidió en un susurro –si eres diferente, tienes perfección, vida eterna, poderes sobrenaturales, yo no

–Me refiero a lo físico

–También toque ese punto –me informó para después tomar entre sus manos una botella de vidrio verde.

–Como quieras verlo –me cruce de brazos.

–Te voy a pedir una cosa

–¿Qué? –lo miré resignada a que en sí cabeza solo tenían razón sus pensamientos y no los míos.

–Brenda ya no va a estar en la casa hasta el día en que nos casemos, su madre lo prefiere así, por lo tanto, quiero ceder un poco y puedes compartir la habitación conmigo durante la noche

–Es una orden ¿cierto?

–Algo así –me dijo en voz baja.

–Como sea

Él siguió haciendo sus compras mientras yo solo lo seguía. No compró mucho, unas cuatro bolsas medio llenas a lo mucho. Llevamos las cosas a la camioneta y antes de subir él me detuvo.

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