Capítulo 39

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-¿Estás lista? -me susurró al oído para después besar el lóbulo de mi oreja.

-Sí, hazme tuya de una vez -besé sus labios con desesperación mientras acariciaba su espalda y cómo aquella vez en el auto interrumpí el beso con una ligera mordida al sentir a mi compañero dentro mío, pero está vez también aferré mis manos a su espalda.

-¿Duele? -preguntó con dulzura apartando mi cabello del rostro y está vez él fue quién mordió mi labio con dulzura.

-Solo un poco -fruncí el ceño para cerrar mis ojos después. A veces no sabía cómo había llegado has ese punto, aunque lo que si sabía era que regresaba a mis raíces, él era uno de los míos.

-Lo siento corazón, prometo que tendré más cuidado -me prometió.

-Tranquilo, se siente bastante bien -confesé al instante que apreté un poco el borde de la colcha.

Él introdujo su mano por debajo del vestido y buscó el borde de mi sostén, cuando lo encontró metió su mano debajo de éste y me proporcionó unas caricias increíbles.

Sentí que mi espalda arqueaba un poco, sabía que significaba eso y él también; me besó, nuestro beso fue interrumpido por nuestras sonrisas llenas de placer y por unos suspiros que perturbaron el silencio que cobijaba la habitación.

-Eres increíble en esto -me dio un corto beso -aunque aún eres muy inocente pequeña -besó mi frente y se separó de mí.

Lo vi subirse el pantalón y abrocharlo para después caminar hasta la puerta.

-¿A dónde vas? -pregunté recuperandome de lo que acababa de vivir, me senté al borde de la cama y acomode mi sostén por encima del vestido.

-Tengo que salir un momento, pero regreso en un rato

-José Luis ¿es en serio? -terminé de bajar mi vestido y lo acomodé -acabamos de hacer el amor ¿y tú te vas? Esperaba que te quedaras aquí y me abrazaras o que me dijeras por lo menos si te gustó o no -me cruce de brazos.

-Me tengo que ir en verdad, pero vuelvo en un rato, lo prometo -me dio un beso en la mejilla y salió corriendo de la habitación.

Terminé colocando mi ropa interior y me recosté en la cama a esperar que volviera, digo, no era como que pudiese hacer otra cosa y simplemente irme, era de madrugada.

Después de un buen rato escuché la puerta de la habitación abrirse, pero en vez de levantar la vista decidí abrazar la almohada que tenía entre mis brazos y cerras mis ojos.

José Luis se recostó detrás mío, me abrazó por la espalda e intentó llamar mi atención.

–No te enojes pequeña –me tomó de la cintura y me atrajo hacia él –ya estoy aquí para abrazarte –me dio un beso en el cuello.

–Ya no quiero –dije molesta.

–Perdóname en verdad –me dio un beso –y respondiendo a tu pregunta, si me gusto, es más me encantó, siempre que tenemos estos encuentros me gusta ver como te doy placer, tus ojitos entrecerrados con ese brillo único, me gusta que busques mi mano desesperadamente o el simple hecho de escuchar tu voz

–Ya no digas nada –le pedí.

–No te enojes conmigo Yoss, tenía que irme

–¿A dónde? –quité su manos de mi cintura –es de madrugada

–Tenía que ir a mi mundo para un encargo de la jefa

–Pues entonces ve a abrazar a tu jefa ¿si? –tomé la almohada entre mis brazos y caminé hasta el pequeño sofá individual que estaba en una de las esquinas de la habitación.

José Luis se levantó y caminó hasta a mí, se arrodillado enfrente mío y colocó sus manos sobre mis rodillas.

–Yoseline, era algo importante –suspiró –era sólo un encargo que ya hice y no hay necesidad de que vuelva en un rato

–Te hubieras ido y ya, no tenías que quedarte a darme placer como dices –dejé la almohada en el respaldo del sofá y me volví a levantar –no me sigas –le advertí antes de salir de la habitación.

Recordé que Brenda no estaba en la casa así que me dirigí a la habitación de mi protegido y me senté frente a su cama para observarlo como antes y como debería hacer todas la noches, velar por él y por su sueños, no sabía como había renunciado involuntariamente a dejarlo de lado, o bueno, si, un poco, él me había rechazado y repudiado desde que llegué a su vida.

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