Capítulo 35

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-Tenemos que ir por el príncipe, por el líder de los guardianes -escuché como mi madre hablaba.

-¿Por qué él? -preguntó José Luis.

-He estado estudiando todo y los guardianes son la tribu más grande, nos superan en número, entonces al tomar como rehén a su líder vamos a lograr controlarlos -explicó -Bien ¿entonces ya todos tienen el plan? -preguntó mi madre a los alados.

-Sí -respondieron todos al unísono.

-¿A qué hora va a ser eso su majestad?

-Al anochecer -respondió mi madre.

¿Al anochecer? Estaba llegando el crepúsculo de la tarde, no tenía mucho tiempo para poner en sobre aviso al mundo, pero antes tenía que saber quién era el príncipe. Me escabullí por el mundo y llegué a mi antigua habitación, sabía que después de que me había ido mi madre había tomado ésta como bodega, entonces tal vez ahí podría encontrar algo que me llevara a lo que buscaba. Revolviendo papeles me dí cuenta que sólo perdía tiempo, entonces tomé un pequeño pergamino en dónde al parecer mi madre había anotado la identidad del ángel por el cuál iban me las ingenié para salir del mundo sin que nadie me viera, en especial José Luis.

Llegué al mundo de Raúl y me encerré en la habitación del fondo, leí el papel, pero no decía algo que pudiera ayudarme; me miré al espejo y me di cuenta que esta vez el collar podía ayudarme, entré por el espejo y busqué en la bóveda algo que me llevara al príncipe.

Durante el imperio del primer Emperador de las Tinieblas el Paraíso había sido sometido, ya que no lograron tener el apoyo de los guardianes, quiénes aunque no entrenados sabían de estrategias.
Un joven ángel, perteneciente a la tribu de agua, huérfano por la guerra, con su agilidad y habilidades en las batallas logró derrocar al Primer Emperador.

Miguel era su nombre y nombrado como príncipe, por el Arcángel en turno, es el encargado de entrenar a las tropas de los guardianes.

-Miguel -susurré su nombre, levanté la vista y vi el portal brillar a la par que el collar que portaba en mi cuello.

El portal pareció absorberme y me llevo al mundo.

-Tenemos una amenaza de guerra por los alados -escuché la voz firme de uno de los ángeles.

-Vienen por esto -me quité el collar y me acerqué a dárselo al Arcángel.

-Tenemos que cuidar esto con nuestra propia inmortalidad

-También vienen por Miguel

-¿Por mí? -preguntó él desde el otro lado de la fila.

-Sí, vienen por el encargado de las tropas de los guardianes

-¿Tú como sabes eso?

-No importa, pero tenemos que hacer algo y rápido, llegan al anochecer

-Tú eres una de ellos ¿como planean sus guerras? ¿Cuáles son sus estrategias?

-Es que nunca he estado en una batalla -bajé la mirada -pero tenemos que crear una buena estrategia y creo que sea cual nos puede servir -levanté una de mis cejas.

-¿Cuál? -preguntaron unos cuantos.

-Ante todo tenemos que cubrirle las espaldas a Miguel y si ellos quieren a los guardianes, los van a tener

-¿Qué? -preguntó el líder del ejército -¿Estás loca acaso?

-No, no es mala idea, dejala continuar -reconocí la voz de Víctor.

-Tenemos que hacerles creer que los guardianes estamos en el mundo de los mortales ¿hay forma de salir de aquí?

-No, el portal se cierra en caso de emergencia y por eso ahora nos trajo aquí a todos

-Bueno, entonces todos los guardianes llevarán a Miguel a nuestra tribu, mientras lo ángeles del ejército deben estar esperando a los alados

-Eso es imposible, ellos nos superan en número -se quejó Luis, quien era el que lideraba la tropa.

-Se van a colocar de forma estratégica para que así sean una distracción y no se den cuenta que los guardianes se van integrando a la tropa

-¿Y los de las tribu de aire? ¿Qué hacemos?

-Ayúdenos a monitorear la misión, necesito que nos digan cuáles son sus futuros movimientos y que sigan a la líder, no permitan que llegue a Miguel

-Muy bien, todos a sus posiciones -ordenó el Arcángel.

-Víctor, Víctor, Víctor -repetí su nombre con rapidez y corrí para alcanzarlo.

-¿Qué pasa?

-Necesito algo para cubrir mi rostro

-¿Por qué?

-Cuando ellos lleguen mis alas se van a tornar negras

-Tú nos puedes ayudar camuflandote entre ellos

-Eso voy a hacer, pero hay alguien, uno de ellos y mi madre me pueden descubrir, necesito una máscara o algo

-Te puedo dar uno de esos antifaces que ocupamos cuando hacemos los rituales del año nuevo y esas cosas

-Perfecto -sonreí.

-Pero ¿no crees que ellos puedan darse cuenta de que estás jugando chueco?

-No, nunca se miran al rostro, mientras tengas alas negras eres su aliado, no su enemigo

-¿Crees realmente que podamos destruirlos?

-Ten fe -caminé al lado de Víctor hasta que llegamos a su tribu, tomé el antifaz que me proporcionó y fui con los de mi tribu.

Todos los ángeles esperamos pacientemente el anochecer y como lo dictó mi madre, empezaron a llegar sus tropas; intenté a toda costa desviar al ejército de mi madre y al principio logré ganar tiempo y de esa manera seguimos el plan que había ideado, el ejército del mundo comenzó a debilitarlos, los guardianes lograron atacarlos y funcionó logramos sacar a los alados del paraíso, pero yo tenía un problema, al tratar de defender a Miguel, a quién le habíamos encargado la misión de proteger el collar, uno de los alados me hirió la espalda, justo a la raíz de las alas, dolía mucho.

-¿Estás bien? -me preguntó Miguel corriendo hasta mí.

-Sí, tranquilo -me saqué la máscara del rostro -lo logramos -dije sonriendo.

Los ángeles comenzaron a llegar y dos de ellos lograron levantarme para poder festejar, por suerte nadie más había salido herido.

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