El Niñero 4

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PETER:

- En 5 comenzamos a jugar, los que salen al primer tiempo, que se pongan a la derecha, Santino, Sebas, Tomi, Ezequiel... Ustedes juegan tal vez en el segundo, así que sepárense del grupo.

Rezaba por que la madre de Santino no me hubiera escuchado. Ni siquiera estaba seguro de que hubiera venido a verlo jugar, porque no la había visto. Pero, si le hubiera visto, en tal caso, la enfrentaría sin faltarla el respeto. Santino era muy chiquito para jugar, y se podía lastimar si lo hacía, por no hablar de que era terrible jugando.

- ¿De verdad voy a jugar en el segundo tiempo, Peter? - me preguntó Santino con una enoje sonrisa en la cara.

- Obvio enano, yo nunca miento. Si alguien se lastima en el segundo tiempo, salís vos, ¿si? - mentí. Era obvio que lo que había dicho era mentira, todos los seres humanos del planeta mentían, yo incluido.

Santino se sentó en el piso y comenzó a mirar al campo junto con el resto de los chiquitos. Comenzó el partido, yo estaba re atento de todos los miembros de mi equipo, les gritaba para indicarles que tenían que hacer, hasta, que en el momento que menos esperaba, una mano fría tocó mi brazo.

Me di vuelta, y allí estaba ella: la mamá de Santino, mirándome muy seria, mucho más seria que el otro día:

- ¿Por qué mi hijo no está jugando en el campo? - me preguntó. Supe por su voz que estaba furiosa.

- Porque yo soy el jefe, el que manda en el equipo, y yo he decidido que Santino va a jugar si alguien se lastima en el segundo tiempo. Me da igual que te parezca mal o que te parezca bien, pero vos acá no mandás.

Santino, mirando la situación, se levantó del piso, se cruzó de brazos y nos miró a ambos:

- ¿Qué les pasa?

Lali suspiró:

- Mamá le avisó a tu entrenador Santino de que te sacará a jugar, y no te sacó. Y ahora mamá se ha enojado. Y va a hacer que echen a este tarado de Peter.

- Eu - la avisé -, a mí no me digas Peter, no sos mi amiga y tampoco sos ninguno de mis alumnos, así que me decís profesor Lanzani.

- ¡¡¡Profesor de la mierda sos!!! - gritó la mamá de Santino enojada -. Ahora mismo nos vamos Santino, y voy a hacer que te echen del equipo, a todas las mamás del colegio las tenés hartas, si no te gustan los nenes, no trabajes con ellos, pero tampoco les trates mal porque no tenés derecho.

- Mami, tranquila - los ojos de Santino la miraban asustados a su mamá.

- Vamos Santi, vamos - lo agarró en brazos -. Y ya vamos a vernos, aunque sea en los Tribunales. Pero a vos por fin te van a echar del colegio y todos los nenes a los que lastimaste van a dejar de sufrir, ya vas a ver. Te avisé, vos no me hiciste caso, y ahora todo va a ir en serio. 

- Yo no lastimé a ningún nene.

¿Yo? ¿Qué se pensaba que era? ¿Una especie de maltratador en forma de profesor de deporte? Yo simplemente buscaba estrellas, además, debo recordar que no había podido trabajar de otra cosa y por eso ahora tenía que estar trabajando con nenes en un colegio de mierda donde las mamás no hacían otra cosa más que joder.

- ¿Y Lucía? La nena gordita de 3º curso a la que usted nunca deja jugar a nada, porque supuestamente no puede jugar porque estorba a sus compañeritos para hacer deporte. La mamá está arriba y está también harta de usted. Todas las mamás de los nenes a los que aparta, a los que no deja jugar, vamos a luchar para que usted se vaya del colegio. Así que si no quiere quedarse sin trabajo en poco tiempo, será mejor que cambie - era linda (aunque mala y retorcida), hasta enojada y con el ceño fruncido -, y ahora me voy. No cuente con Santino para la próxima clase, le voy a mandar a otra escuela mucho mejor que esta.

- No va a encontrar a un profesor mejor que este. Jugué al rugby en un equipo profesional.

- ¿Y? Prefiero a un mal profesor, sin que haya jugado en un equipo profesional, que a usted que jode a nenes chiquitos.

Levanté una ceja:

- Usted entonces no sabe valorar la calidad.

- Valoro los valores, el amor, el cariño, el compañerismo... La calidad me da igual, solo quiero que mi hijo juegue feliz y usted no va a dejar que juegue feliz.

- Mami yo no quiero dejar de jugar al rugby - sollozó Santino haciendo pucheros.

Dios, yo nunca podría ser padre... Aguantar a un nene llorando, todo el rato, quejándose por absolutamente todo. Haciendo pucheros. Por algo no aguantaba a los pendejos, porque para mí era imposible formar una una familia, tener una única mujer para el resto de tu vida e hijos a los que cuidar. Era auténticamente impensable.

- No vas a dejar de jugar al rugby mi amor, vamos a buscar otra escuela mejor.

- Yo quiero en esta, acá tengo a mis amigos del cole, y además está cerca de tu trabajo mami - el enano seguía haciendo pucheros.

- Enano, es mejor que el tarado de - se aclaró la garganta -, Juan Pedro, se quede sin trabajo, así le hacemos sufrir un poco.

¿Sin trabajo? Ah no... ¡Eso sí que no! Dios, estaba tan alterado en ese momento que habían pitado el final del primer tiempo, y yo apenas había estado atento de los jugadores. Pero ahora mismo, lo que me importaba era que no quería quedarme sin trabajo, no podía quedarme sin trabajo.

- No voy a quedarme sin trabajo.

- Sí va a quedarse sin trabajo, en cuanto le diga que usted maltrata a los nenes, le van a despedir.

- Yo no maltrato a los nenes - suspiré.

- Les bajas la autoestima.

Me callé, eso sí que era verdad.

- Igual van a despedirlo así que...

- ¡No!

- Ya no es problema mío que le echen o no.

- No, hago lo que sea. Pero no puedo quedarme sin trabajo. Hago lo que sea.

Ella sonrió pícara.

- ¿Lo que sea?

- Lo que sea, sí, lo que me diga, pero de verdad, no me eche.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora