El Niñero 20

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LALI:

Estaba muy confusa desde que sabía que estaba nuevamente embarazada. Tenía mucho miedo de que Peter se largara y n¡me dejara sola con el bebé... Y bueno, también le dejara solo a Santi. Porque verdaderamente, Santi le tenía más como a un padre que como a un simple niñero.

Y el problema no era solo ver de a poco la reacción de Peter. Como iba a reaccionar el padre de Santino a todo esto. En realidad no le importaba nada, pero seguramente me iba a decir algo, tipo: "Ya no sabés ni de quién te quedas embarazada"... Eso me iba a doler y mucho. Porque realmente, el fue el primero del que no debí quedar embarazada, y aún así, tuve un hijo maravilloso al que amo un montón.

Pasé la noche sin pegar ojo, y por la mañana me desperté antes de la hora que marcaba el despertador. Bajé a preparar el desayuno, y después subí a ducharme, asearme y vestirme para ir a trabajar.

Peter llegó puntual, como siempre, antes de que Santi estuviera ya despierto. Abrí la puerta y me encontré con una sonrisa y un ramo de rosas amarillas. Mi tipo de flores favoritas.

- Buenos días - me dijo él dándome un beso en la mejilla.

- Hola - respondí un poco seca, pese a que me trajera flores y apareciera con una sonrisa de oreja a oreja.

- Sé que podés estar muy enojada, pero lo mejor es que lo hablemos Lali. Todo esto necesita una solución y estando enojados el uno con el otro no vamos a poder solucionar nada - Peter entró en mi casa y dejó el ramo de rosas amarillas encima de la mesita de cristal de la entrada -. A ver - se pasó la mano por el pelo y suspiró hondo -, contame lo que te pasa. Desahogate, pegame si querés, pero ese hijo es mío, y lo amo. También amo a Santi y obviamente te amo a vos. Podés pensar que soy un auténtico estúpido, pero te amo. Y quiero ocuparme de ese bebé, tiene mi sangre y no voy a dejar que se críe como si no tuviera un padre.

No dije nada. Tenía toda la razón, pero también debía saber lo complicado era tropezar con la misma piedra dos veces. Aunque él fuera a hacerse cargo de nuestro hijo, podía haberme quedado embarazada en otras circunstancias. Por ejemplo, casada, o con una pareja estable... Pero no, yo era un auténtico desastre y me sentía muy mal por ello.

- La, por favor...

- Luego hablamos, aún no sé ni que decirte y además, me tengo que ir a trabajar - dije excusándome.

- Así no vamos a lograr nada, te lo aseguro - me dijo Peter agarrándome del brazo -. Esta tarde, obligatoriamente, tenemos que hablar de esto. Te guste o no te guste.

Asentí con la cabeza:

- De acuerdo. Esta tarde lo hablamos.

PETER:

Santi y yo esperábamos a Lali en la puerta de casa. Santi necesitaba tomar un poquito el aire y yo también. Ambos estábamos raros. Habíamos hablado poco. Yo no sé que pensaba el enano de que fuera el nuevo padre de su hermanito. Igual dejaba de quererme por eso, o me iba a querer más porque de ahora en adelante iba a estar mucho más presente en el curso de su vida. Finalmente, tras unos minutos, le saqué la pelota y le hice una seña de que se sentara junto a mí. Él obedeció:

- ¿Qué pasa?

- ¿Te contó ya mamá?

- ¿Del hermanito?

- Sí, ya me contó mamá.

- ¿Y qué opinas al respecto? ¿Estás feliz, no te gusta la noticia? ¿Cómo te lo has tomado?

- Solo pido una cosa. Que mi hermanito no se críe sin un papá como me ha pasado a mí. Y sí vos querés a mi hermano o hermana por siempre, y siempre estás con él, yo te voy a amar mucho más Peter.

Sonreí y le di un abrazo a Santino:

- Pasa que mamá está un poco rara conmigo desde que se enteró del embarazo. No sé como va a terminar todo esto en verdad, solo pido que por el bien de tu hermano, o hermana, tardemos poco en arreglarnos y todo vaya bien en un futuro. Porque desde que mamá me dijo que tiene un bebé de los dos en la panza, ya lo amo.

- Así me gusta - dijo Santi como todo un adulto.

De repente, un auto paró en la puerta de la casa de Lali. Santi se levantó rápidamente y corrió hacia el auto. No sabía quién era aún, pero Santi conocía a esa persona.

Una rubia de pelo largo y liso, muy estilosa y bien vestida, y visiblemente embarazada se bajó del vehículo:

- Enano, ¿cómo estás? - la rubia agarró a Santino en brazos y lo abrazó muy fuerte.

- ¡Tía! ¿Cómo estás? ¿Cómo está Rufi? ¿Y Nico? ¿Y Magnolia? - dijo Santino tocándola la panza.

- Todos bien enano - su "tía" lo volvió a dejar en el piso y vino caminando hacia a mí. Me saludó con un beso en el cachete y yo se lo devolví -. ¿Peter, verdad?

Asentí con la cabeza:

- Sí, pero yo a vos no te conozco.

- Eugenia, Eugenia Suárez. Médica y mejor amiga de Lali. Ella me ha hablado muchísimo de vos. También me ha contado lo de vuestro hijo.

- Ah...

- Tranquila. Ya la he retado a ella, no voy a retarte a vos, creo que ya sos grandecito y que deberías haber tomado precauciones, y no voy a seguir hablando del tema porque hay menores presentes.

Santi sonrió.

Esperamos a Lali 10 minutos en los que no nos dirigimos ni una sola palabra. La amiga de Lali había sido bastante directa conmigo y no me había sentado muy bien. Sinceramente, debía haber tenido más educación con una persona a la que ni siquiera conocía. Pero bueno, no iba a ponerme a pelear con una mujer embarazada.

- Hola - Lali bajó del auto, nos saludó y abrió la puerta de la casa para que pudiéramos pasar y estar más cómodos hablando allí dentro.

Sí, nos esperaba una charla bastante larga. Lo supe en cuanto Lali envió a Santi arriba con su merienda para que pudiéramos charlar los tres solos.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora