El Niñero 23

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LALI:

Me parecía increíble lo que Peter acababa de hacer. No me lo podía creer. Sabía que me quería, que me protegía y que me amaba. Pero no sabía que era capaz de ir a la empresa en la que trabajaba a decirle a mi propio jefe que era un explotador. Estaba enojada con él, muy enojada, pero a la vez, me estaba derritiendo de amor por lo tierno que era.

Pero sí, me quedaba sin trabajo. Y a Peter no le pagaban demasiado en su trabajo como para mantener a una boca adulta y a dos nenes.

Sin decir nada más, Peter se quedó junto con Santino fuera de mi despacho, mientras que Mariano miraba como todas mis cosas iban desapareciendo de mi mesa de trabajo.

- Que pena que te vayas cuando habías empezado a venir al trabajo puntual, señorita Espósito. Sí realmente me da muchísima pena.

- Cuidadito con lo que decís que ya no soy tu empleada. Y por cierto, me tenés que pagar dos semanas del mes. Yo las he trabajado. Así que vos me debes plata.

- No, porque realmente, has sido vos la que ha dimitido.

Negué con la cabeza, estando en completo desacuerdo con lo que mi jefe, el señor Mariano Martínez, acababa de decir:

- Punto número 1, mi novio ha venido a dejarle claro una serie de cosas, que son verdad, y usted no ha estado de acuerdo. Es usted muy bueno cuando siendo tan joven ha conseguido construir una empresa tan grande y poderosa, pero la fama se le ha subido a la cabeza. Punto número 2, perfectamente, tengo la suficiente capacidad de encontrar un trabajo y de estudiar una carrera. No lo hice, mejor dicho, no pude hacerlo antes porque me quedé embarazada de mi hijo mayor - sonreí acordándome de Santino -, algo de lo cuál estoy muy orgullosa. Punto número 3, usted me debe dinero por lo trabajado durante las dos últimas semanas, tengo amigos abogados y perfectamente puedo denunciarlo. Son abogados laborales, que suelen ganar casi todos sus juicios, así que pingase a temblar, que no solo tengo en contra de usted que me haya echado de la empresa sin darme lo correspondiente, sino también los abusos de horarios teniendo un nene de 5 años, amenazas e incluso cosas peores que ahora mismo no voy a decir.

- Te digo lo mismo, cuidadito, yo ya no soy tu jefe y hay cosas que así pierden determinado peso - dijo Mariano, mientras me agarraba por la muñeca.

Espontáneamente, antes de que pudiera hacerme una cosa mayor, le pegué con mi rodilla en sus partes bajas para defenderme, agarré las cosas que ya había recogido, y dejando algunas allí, salí inmediatamente de mi despacho, mientras Mariano seguía agarrándose sus partes doloridas.

Miré a Peter, después a Santino y los agarré de la mano:

- Vámonos rápido de acá, por favor.

- ¿Qué te ha hecho? - preguntó Peter nada más notar lo nerviosa que estaba.

Negué con la cabeza:

- Lali, ¿te pensás que soy estúpido o qué? ¿Qué te ha hecho esa mierda que lo mato? Estás embarazada... ¡¿Qué ta ha hecho esa mierda?!

Le agarré más fuerte de la mano:

- Vos no, llamamos a seguridad. Solo me agarró de la muñeca.

- Ese no solo intentaba agarrarte de la muñeca, mi amor. Estaba intentando sobrepasarte con vos, y eso sí que no voy a permitirlo. Quedate acá con Santi, ese tipo ya se las va a ver conmigo.

- Peter, te estoy diciendo que no, que llamemos a seguridad.

Y entonces, Mariano salió de mi despacho con cara de asesino. Agarró a Peter del cuello, pero instintivamente, Peter le agarró también a él por el cuello.

Rápidamente, le tapé los ojos a Santino y empecé a chillar muy asustada:

- ¡Seguridad! ¡Policía!

Todos mis ex-compañeros de la empresa salieron a ver que estaba ocurriendo en el pasillo. Peter y Mariano forcejeando por mi culpa. Seguía tapando con mis manos los ojitos a Santi, e intentaba mirar a la escena lo menos posible. Porque realmente, era horrible. Me estaba poniendo muy nerviosa, quería que esto se terminara.

Pasaron tan solo 30 segundos hasta que la seguridad del edificio llegó y los separó, pero a mí me pareció una eternidad.

Sí, una eternidad, porque para aquel entonces, yo ya estaba tendida en el suelo, inconsciente de todo lo que pudiera estar ocurriendo a mi alrededor.

PETER:

- ¿Familiares de Mariana Espósito? - una enfermera rubia y bastante joven salió a por todos nosotros. Los padres de Lali, su hermano Patricio, Eugenia, Santino y yo nos levantamos para ver que nos encontrábamos allí.

Me había tocado conocer a los padres y al hermano mayor de Lali en una muy mala situación. De todas formas, habían sido muy educados y amables conmigo. Estaban muy agradecidos por haberlos llamado cuando Lali se había desmayado en la empresa.

- Acá Sara, pasemos - dijo Eugenia -. ¿Todo está bien? — dijo la médica especializada que gracias a Dios era la mejor amiga de Lali.

Eugenia y la enfermera Sara nos guiaron por los pasillos mientras ellas dos iban hablando unos pasos por delante sobre el estado de salud de Lali:

- Ella y el bebé están bien. Lali todavía está nerviosa pero está bien de salud. Va a estar un par de días acá para observación, pero está bien, de verdad, Doctora Suárez - pude escuchar.

Eugenia volteó la cabeza y me dedicó una sonrisa tranquilizadora:

- Perfecto, sin problema. Tiene una gran familia que la va a estar cuidando todo el tiempo que la necesite. ¿Qué médico va llevarla?

- Por el momento el doctor Fernández, si no la quiere llevar usted.

- No, gracias. Es una promesa que tengo conmigo mismo, si la pasara algo a Lali, me sentiría re culpable. Prefiero que sea otro su médico, pero que me pregunten sobre cualquier tratamiento que vayan a darla.

- Por supuesto, lo apuntaré.

- ¿Podemos pasar a verla? - pregunté.

- Claro, ya pueden pasar - la enfermera nos abre la puerta para que podamos pasar -. Adelante.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora