El Niñero 22

2.1K 125 19
                                    

PETER:

Aquel día estaba dispuesto a realizar muchas cosas. Había recogido a Santino del colegio e iba a ir a buscar a Lali al trabajo para después irnos los tres a casa. Aún no me había terminado de mudar a casa de Lali, pero en un mes o así, por fin estaría instalado. Ella no había puesto ningún problema en que me fuera a vivir con ella y con Santino, en verdad, pronto seríamos uno más en la familia, y era mi responsabilidad estar viviendo con ese bebé y también con su mamá.

Bajé de mi auto con Santi, cerré con el llavero y entramos en el edificio de oficinas en el que Lali trabajaba, o mejor dicho, era explotada por ese tarado al que tenía ganas de romperle la cabeza.

- Peter, ¿por qué entramos tan pronto hoy? Creo que mamá sale un poco más tarde - me dijo Santino, extrañándose de que hoy no nos habíamos quedado jugando en el parque que estaba justo enfrente del trabajo de Lali.

- Quiero hablar con el jefe de mamá.

Santi se paró en seco y yo también tuve que dejar de caminar:

- No quiero que mamá tenga problemas en el trabajo - dijo Santino cruzándose de brazos.

- Tranquilo enano, mamá no va a tener problemas en el trabajo. Tan solo quiero hablar con su jefe para dejarle un par de cosas claras - dije rascándome la nuca -. No tengas miedo, a mamá no la va a pasar nada. Pero ese Mariano Martínez debe aprender a no tratar mal a las mujeres.

- Siempre te estás metiendo en problemas, Peter - me dijo Santino reemprendiendo el paso y agarrándome de la mano para seguirme allá donde yo fuera.

- Santi, no es meterse en un problema. Pero a veces, hay personas que necesitan una lección de humildad, y ese tarado es una de ellas. No la voy a buscar ningún problema a mamá, te lo juro. Pero quiero que aprenda a respetarla, y voy a hacerlo a cualquier precio.

Santi tan solo asintió con la cabeza y después subimos en los ascensores. La secretaria que llevaba toda la entrada y salida en el edificio ya me conocía de un par de días y me dejó entrar con Santi sin ponerme ninguna queja. Así que, en pocos minutos, estaba listo para enfrentarme con el jefe de Lali y dejarle las cosas claras respecto al embarazo.

Dejé a Santi con la secretaria del jefe afuera y yo fui el que entró en el despacho. Santi se quedaría jugando con unos autitos que tenía en la mochilita del cole y dibujando en unos cuadernos de Disney que su madre y yo le habíamos comprado el pasado fin de semana. Previamente había pedido cita para hablar con él, pero como estaba libre aquella tarde, había accedido rápidamente para poder hablar conmigo.

Seguramente se esperaba otra cosa...

Pero no, ¡se iba a enterar!

- Buenas tardes - dije al entrar en su despacho. Él se levantó y me tendió la mano cordial. Yo entonces le saludé educadamente -. Soy el novio y padre del futuro hijo de una de sus empleadas, Mariana Espósito, vengo a hablar con usted para solucionar una serie de problemas que está teniendo con ella.

Él levantó una ceja... Parecía no saber de lo que le estaba hablando. Pero sí, yo lo sabía perfectamente.

- Bien, siéntese y cuénteme. Pero yo creo que no hay ningún problema que solucionar al respecto.

- ¿Ah no? -yo también levanté una ceja, sorprendido -. Ella si que me ha contado una serie de problemas que usted le está poniendo para poder seguir trabajando en su empresa. ¿De qué se queja de ella? Si es una trabajadora ejemplar.

- Bueno... No lo dudo. Pero yo también necesito empleados. Y no va a poder estar los 9 meses de embarazo en su casa sin hacer nada, porque yo la necesito acá. Y le digo... Señor...

- Lanzani. Juan Pedro Lanzani me llamo - continué.

- Bien, señor Lanzani. Creo que su novia pretende dejar de trabajar cuanto antes, y hay miles de personas en la calle que se están matando por tener un puesto de trabajo en mi empresa.

Tosí para tratar de disimular mi risa:

- ¿Miles? Usted les paga a sus empleados una mierda de sueldo. Así que dudo mucho que tenga una fila de personas sin trabajo pidiéndole trabajo a usted en su empresa. Pasa que hay mucha gente desesperada para ganar dinero y así poder mantener a su familia, como Lali por ejemplo. Ella se quedó embarazada cuando estaba en la Universidad y...

Pero Mariano Martínez me interrumpió:

- Pare. Ya me sé su historia y no voy a volver a escucharla de nuevo.

Suspiré, un poco cansado ya de este hombre.

- En definitiva, si su mujer se toma entera la baja de maternidad por su cuenta sin antes haber consultado conmigo, la voy a poner de patitas en la calle, es así de fácil. Y si le molesta, estamos en una época donde una persona sin estudios va a tener dificultades para poder encontrar un trabajo decente.

- Aunque seguramente, el jefe que encuentre sea menos explotador y mejor persona que usted - dije siendo muy sincero. Estaba muy enojado con este hombre, y de todas formas, no aguantaba tanta prepotencia junta.

- ¡¿Qué me está usted llamando?!

- ¡Explotador, prepotente, aprovechado y maleducado! Tiene muy poca vergüenza. ¿Y sabe una cosa? ¡No voy a dejar que Lali siga trabajando para usted! Tengo miedo porque viendo como es, al mínimo enojo la puede lastimar. Y no, ¡usted no va a lastimar a mi novia, y muchísimo menos estando embarazada!

De repente, empezó a sonar la puerta del despacho de Mariano. Muy fuerte y rápido.

- ¡Señor, es la señorita Espósito! - gritó la secretaria desde afuera -. ¡Quiere entrar a hablar con usted!

- ¡Qué pase! ¡Así yo mismo me encargo de despedirla!

Lali entró deprisa con Santino en los brazos. Tenía lágrimas en los ojos, pero también en ellos se podía ver una pequeña chispa de furia.

- Tu noviecito quiere que dejes de trabajar.

- Ni siquiera sé para que te metes Peter, ¡te lo dije! ¡No quería que te metieras en mis temas de trabajo! ¡Es mi trabajo y yo misma lo busque!

- ¡Lali! - grité disgustado y enojado por todo lo que estaba pasando -. ¡No voy a consentir que este tarado siga explotándote!

- Igualmente, eso me lo podés decir en privado. Pero no meterte en el despacho de mi propio jefe para contar todo lo que piensas al respecto de él. ¡Es algo personal! ¡No está para nada bien lo que acabas de hacer!

- Ah, bueno, ya para que lo sepas simplemente - Mariano estaba a punto de poner fin a todo esto -. Estás despedida, ya que soy un explotador. Así que agarra tus cosas, porque estás fuera de esta empresa.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora