El Niñero 34

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LALI:

Cuando la profesora me contó lo de Santino casi me da un paro cardiaco:

- ¿Cómo que ha llamado a la policía? ¿Cómo que nos van a sacar la tenencia de Santino? - no daba crédito, me estaba empezando a ponerse furiosa de nuevo.

La profesora suspiró:

- Igual no era lo más correcto pero, creo que como tutora del menor, era mi deber llamar a la policía al ver esas heridas. El nene me dijo que fue Benjamín, pero en el juzgado parecían estar al tanto de los problemas familiares. Por eso la asistenta social ha decidido retirarles la tenencia de forma temporal.

- ¿Sabe que acaba de destruir una familia? – la pregunté con lágrimas -. Ya nos habían dicho que tal vez nos lo iban a sacar, y por ello debíamos tener cuidado. Pero... - me agarré la cabeza y suspiré.

- Lo siento de verdad – la profesora tragó saliva -. Si llego a saberlo no llamo a nadie, la hubiera llamado a usted directamente. Lo siento de verdad.

- Y lo peor es que de momento no podemos hacer nada porque la nueva abogada tiene que conseguir una licencia para poder trabajar en Buenos Aires. Así que hasta mañana o pasado no vamos a poder hacer nada.

- Yo lo siento - se disculpó la profesora -, lo siento muchísimo.

Ella no tenía la culpa. No sabía nada de todo lo que estaba sucediendo con Santino y no podíamos culparla por ello:

- No se preocupe. A ver como arreglamos esto - la dije.

- Sí, tienen todo mi apoyo. Si necesitan que vaya de testigo a la comisaría o al juzgado, allí estaré. Sé como es usted como madre... Es una muy buena mamá. Santino es feliz con usted, si se lo quitaran sería una auténtica desgracia. También sé como es Benjamín, nunca se ha preocupado por el nene, ni siquiera ha venido a recogerlo a la escuela. Cuando se habla de padres en clase, Santi siempre se habla de Peter, y no de Benja. Y un nene nunca miente - la profesora me abrazó mientras intentaba consolarme, pero, sinceramente yo estaba inconsolable.

Me dolía muchísimo que me quitaran a mi hijo. Santino había sido el único hombrecito de mi vida durante años, mi pañuelo de lágrimas, mi risa, mi alegría... Lo había sido todo y lo era todo para mí.

Salí del colegio, subí al auto y me agarré la cabeza. Quería arrancármela literalmente.

Estábamos bien. Habíamos estado bien hasta que Peter había aparecido en nuestras vida y había decidido adoptar a Santino. En verdad no le echaba la culpa a Peter sobre todo esto, sino que era mi culpa. ¿Por qué le había dejado hacer la demanda para poder adoptar a Santino? Si eso no hubiera ocurrido ahora Santino estaría con nosotros viviendo muy feliz...

Pero esa felicidad ya no existía. Ahora todo era soledad, una tristeza profunda que se estaba adueñando de mí. Ya no aguantaba más, todo esto me estaba matando.

Arranqué el auto y comencé a manejar. Salí de la zona residencial y tomé el primer desvío a la izquierda, en dirección a la autopista. Mis ojos estaban inundados de lágrimas. Aceleré, alcanzando así una gran velocidad, cuando de repente un auto más grande que el mío se me echó encima.

Cuando desperté, estaba en una camilla de color blanco. No sabía donde estaba.

-...-

PETER:

Llamé a Lali pero nadie atendió. Esperé unos cinco minutos y volví a llamar, pero tampoco atendió nadie. Ni ella ni Santino habían llegado a casa aún, y ya era tarde, deberían haber salido del colegio hacía una hora, al menos. Pero fue entonces, cuando mi celular sonó, atendí rápidamente y miré quién estaba llamando. No conocía el número, aun así, atendí:

- ¿Sí?

- ¿Hablo con Juan Pedro Lanzani Vargas? - me preguntó una voz femenina.

- Sí, soy yo. ¿Quién sos?

- Llamo desde el Hospital General. Tenemos acá a su novia creo, Mariana Espósito Riera. Ha tenido un accidente de tráfico, debido a una colisión en la autopista. Acaba de despertar, esta consciente pero tiene una pequeña lesión en el brazo y rotura de tobillo. No es nada grave, se irá recuperando.

Tragué saliva y suspiré hondo. Había tenido un accidente pero al menos tan solo había tenido lesiones que con el tiempo se arreglarían:

- Está embarazada.

- Sí, lo sabemos. Y no se preocupe que el bebé esta perfectamente.

- Gracias a Dios. Ahora mismo voy - y fue entonces cuando recordé a Santino -. Perdone, ¿llevaba consigo a un nene?

- No, iba ella sola.

- Okay, gracias.

Santino debía estar aún solo en el colegio. Seguro que estaba muerto de miedo porque nadie había ido a buscarlo. Así que pasaría a por él y después iríamos directamente al hospital para estar con Lali.

Llamé al colegio para ver si Santi estaba bien. Me atendió la secretaria del centro, Celia, una compañera con la que me llevaba bastante bien:

- ¿Celia? Soy Peter, ¿está Santino allí? Lali ha tenido un accidente y no ha debido recogerlo todavía.

- A Santino se lo han llevado hace ya unas cuantas horas a un orfanato. Les van a sacar la tenencia Peter.

Me quedé completamente pálido:

- ¿Cómo?

- Pensé que lo sabías, la profesora de Santino ya se lo había dicho a Lali.

- No, no sabía nada – por eso Lali había tenido el accidente... Ahora todo encajaba. Debía solucionar el problema, yo solo. Lali no estaba para más problemas ahora mismo.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora