El Niñero 37

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PETER:

Manejé hasta el hospital. Santino iba preguntándome por todo lo que le había ocurrido a Lali:

- ¿Pero mamá está bien? - me preguntó.

- Está más o menos bien. Tiene una lesión en el brazo, y se ha roto el tobillo. Pero esta bien, con muchos mimitos y amor se irá recuperando. Tan solo son fracturas, nada más. Y nadie dijo nada de que tuvieran que operarla, tan solo la darán rehabilitación y listo, no te preocupes.

- ¿Y el hermanito? - preguntó también, mientras seguía preocupado.

- El hermanito está bien - respondí -. A él no le ha pasado nada. A mamá la han hecho una ecografía y el hermanito está sano.

- Menos mal - suspiró con una sonrisa -. ¿Podemos ir a la tienda del hospital antes de ir a ver a mamá para comprarle un regalo?

- Claro, ¿qué querés regalarle a mamá?

- Una cosa para ella y otra cosa para el hermanito, un juguete o algo. ¡ Y flores para mamá! - exclamó sonriente.

- Me parece muy bien enano - dije también con una sonrisa -. Aunque seguramente que el mejor regalo de mamá, sea que vuelvas a estar con nosotros, eso va a encantarle.

- ¿Tuvo el accidente porque a mí me habían llevado con Delfina? - me preguntó con cierto tono triste.

Tragué saliva:

- No - mentí -. Fue por otra cosa. Fue por culpa de otro auto, nada más.

- ¿Seguro? - preguntó.

¿En serio podía ser tan listo? Miré por el espejo retrovisor y vi como Santino seguía teniendo una cara de preocupación bastante intensa.

Santino sabía perfectamente todo lo que estaba pasando con él. Era un nene chiquitito, pero no era estúpido. Incluso a veces, era mucho más inteligente que nosotros. Las cosas entre ambos progenitores no estaban bien, y mientras nosotros no parábamos de pelear, él estaba viviendo desde segundo plano que su padre dijera cosas malas de su madre y que su madre dijera cosas malas de su padre. Estaba sufriendo la ira de las dos partes. Y por mucho que Santi no quisiera mucho a Benjamín, todo eso le dolía. Tanta tensión, tantos problemas... Al final de todo, la asistenta social estaba teniendo razón, Santino no podía seguir viviendo así.

Las cosas tenían que cambiar.

Y esperaba que mi cuñada, pudiera cambiar todo esto. Con unos o con otros, pero que todo volviera a la normalidad.

-...-

LALI:

Euge me estuvo cuidando durante toda la tarde, hasta que finalmente, sobre las seis y media más o menos, la puerta de mi habitación del hospital, se abrió. Fue cuando, como si fuera un cohete, entró Santino. De un salto se subió a mi cama y me abrazó fuertemente:

- ¡Mamá! - exclamó -. ¡Mami! ¡Te he echado de menos! ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?

Asentí con la cabeza:

- Sí, está todo bien. De verdad.

Fue entonces, cuando Peter entro con un enorme ramo de rosas y una bolsita en color azul decorada con pequeños ositos de peluche. Sonreí al verlo:

- Amor...

Peter dejó las flores y la bolsita sobre la mesita, me dio un beso dulce sobre los labios y me abrazó con cuidado:

- ¿Cómo te sentís? - me preguntó -. ¿Te duele?

- Lo que más me molesta es el brazo... El tobillo no me duele tanto, tal vez es porque todavía no me he levantado para caminar - dije tragando saliva -. Pero bueno, es lo menos que me podía pasar...

- Luego hablamos de todo esto - dijo mirando a Santino -. Gracias por quedarte con ella, Eugenia.

- De nada - respondió mi amiga -. ¿Te llegó el mensaje de Nico?

Peter asintió con la cabeza:

- Sí, la asistenta social ya está al tanto de todo. Empezará con los trámites en cuanto pueda, y por cierto, acaba de llamarme mi cuñada, mañana estará lista la licencia... Quieren denunciar a Benjamín por lo que pasó con Santino.

- Gracias a Dios - dijo Euge -. Ese hombre merece estar preso.

- Por supuesto - dijo Peter -. Santi, enseñale a mamá los regalos que le hemos traído.

- ¡Sí! - exclamó Santino agarrando las rosas en primer lugar y dejándolas con sumo cuidado sobre mi brazo -.: Esto es para ti, y la bolsita - dijo agarrando la bolsita -, es un juguete para el hermanito.

- Gracias mi vida. Por cierto, no elegimos aún el nombre para tu hermanito, ¿cómo querés que se llame?

- Tomás, para decirle Tomi.

- ¡Qué lindo nombre! - exclamé -. Me gusta mucho enano.

- A mí también me gusta - dijo Peter.

- Y a mí, aunque ya saben, no me meto en el nombre que puedan ponerle a su hijo. Por cierto, tengo que marcharme - dijo Eugenia mirando a su reloj de muñeca -. Se hace tarde y aú tengo que bañar a las niñas, Nico no quiere bañarlas. Son nenas y le da cosa - dijo Euge riendo -. Así que me voy, mañana te llamo. Si necesitas que la venga a cuidar otro ratito me decís, Peter.

- Claro, gracias Euge - dijo Peter.

- De nada - y entonces Euge se marchó.

- Bueno, ya esta la familia a solas - dije -. Los amo mucho... Y siento lo que ha pasado.

Peter me miró y volvió a darme un beso:

- No te preocupes por eso ahora, le puede pasar a todo el mundo. Ahora olvidémonos de eso. ¿Te hicieron también un encefalograma o algo así?

- Sí, me revisaron de arriba a abajo y solo me encontraron lo del brazo y lo del tobillo, nada más - dije sonriente -. Ahora me van a tener que cuidar el doble.

- Lo sé - dijo Peter riendo -. Y vamos a cuidarte el doble, ¿verdad Santino?

Santi asintió.

- Por cierto, Delfina, la asistenta social, iba a mandar a una patrulla esta noche para vigilar acá, así que si ves policía, no te asustes. Quiere asegurarse de que todo va bien, solo es eso. Cree que... Benjamín puede ser capaz de todo...

Tragué saliva. Estaba claro que podía ser capaz de todo.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora