El Niñero 26

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LALI:

No podía ser posible. Peter me acababa de pedir que me casara con él... Mi corazón comenzó a latir con muchísima fuerza. Directamente, una sonrisa nació en mi rostro. Una sonrisa que durante mucho tiempo permanecería ahí.

De más chiquita, muchas veces había soñado con casarme. Un vestido largo y blanco, como si fuera una sorpresa, con una cola larga, y tiara de diamantes... Pero cuando había sufrido mi primer desamor con el papá de Santino, me olvidé de casamiento. La idea sobre pasar con un mismo hombre el resto de mi vida se esfumó de mi cabeza. Me había dolido tanto... Incluso alguna vez llegué a prometer que nunca más en mi vida estaría con un hombre.

Pero después recordé que Benjamín no era el único hombre que existía sobre la faz del planeta. Peter también existía. Y aunque al principio era un hombre rudo, con el que nunca hubiera imaginado pasar el resto de mi vida, había descubierto que era una buena persona, todo amor por dentro...

Y sí, tal vez iba siendo hora de dar el sí quiero en el altar.

- Bueno, ¿qué me decís? ¿Te querés casar conmigo o no? - me preguntó Peter con una cara llena de ternura.

- Claro que quiero casarme - dije con una sonrisa de oreja a oreja, la misma sonrisa que tal vez iba a ser permanente durante varios meses en mi cara -. Pero después de tener al bebé, no quiero ir con un vestido de dos tallas más al altar.

Peter sonrió y me abrazó fuerte:

- Mientras que nos casemos en los próximos veces, voy a seguir estando muy feliz, mi vida - me respondió Peter -. Además, me haría mucha ilusión que ese nene o esa nena también estuviera en el casamiento.

- Apuntate que Santino va a llevarnos los anillos.

- Por supuesto, sin ningún problema. Es más, quiero que Santi lleve los anillos. Incluso si esperáramos que el nene o la nena que está por llegar aprendiera a caminar... Podríamos dejar que llevara las florecitas, o las arras... - dijo Peter. Su sonrisa también iba a ser permanente -. Aunque tengo tantas ganas de casarme con vos que no sé si voy a aguantar tanto.

- Eso se puede ver, lo importante es que nos casemos - dije abrazándolo -. Mañana se lo comunicaremos a Santino, se va a poner re feliz. Y bueno, ahora hay otra causa más para que me ponga a trabajar, hay que ahorrar plata para el casamiento, el banquete, los vestidos, los trajes, las flores... ¡Y la luna de miel!

- Por supuesto - dijo Peter -. Así que ahora nos vamos a ir a dormir, que mañana tenemos que hacer un montón de cosas, y necesitamos tener energía.

- Claro que sí - dije yo -. Hasta mañana mi amor.

- Hasta mañana, mis vidas.

-...-

PETER:

A la mañana siguiente, cuando me desperté, lali ya se había levantado. Fui al baño a arreglarme: me bañé, me cambié de ropa, me lavé los dientes y bajé para desayunar. Lali estaba con el celular en la oreja, y Santino tomándose su chocolatada en la taza de Mickey Mouse que le había regalado.

- ¡Buen día! - dije mirándolos a ambos.

Lali me respondió con una sonrisa y Santino también me deseó los "buenos días". Me senté a comerme una tostada y después me dispuse a prepararme el café con leche, igual que todas las mañanas:

- ¿Tenés algo importante que hacer hoy en el cole, Santi?

- La profesora nos va a hacer una prueba de lectura. Consiste en ver quién de la clase lee más rápido sin trabarse, y el ganador se lleva un libro para colorear y un chupetín del sabor que más te gusta.

- Pues como vos sos un ganador, espero que esta tarde al recogerte del colegio traigas ese libro de colorear y el chupetín.

- Claro que sí... Papá...

"¿Me había dicho papá?" pensé paz mí mismo.

- ¿Te puedo decir papá?

- No hace falta que me lo pidas. No podés ser más tierno Santi... Es más, me encanta que me digas papá, me tengo que ir acostumbrando. Y me hace tan feliz que me llames papá - le dije con una sonrisa.

- A mí también me gusta llamarte papá. Me encanta. Porque igualmente, aunque no seas mi papá de sangre, sos mi papá de corazón, y te amo muchísimo. Y además, te veo más que a mi papá verdadero.

- Yo también te amo muchísimo, hijo hermoso.

Fue entonces, cuando Lali cortó la llamada de teléfono que estaba haciendo.

- A partir de mañana empiezo a trabajar. Mi jefe es muy simpático, no voy a tener ningún problema para ir al médico o a hacerme las ecografías pertinentes. Así que este es mi último día en casa sin hacer nada.

- Pues a mí me gustaría que todos los días fueran sábado o domingo para no tener que ir al colegio - dijo Santino.

- Pues Santi, es bueno que vayas al colegio a aprender. Y creo que ya es hora de que se vayan al colegio si no quieren llegar tarde, así que anda a lavarte los dientes y agarrar tu mochila, ¿si enano?

- Sí, ma.

- Dale entonces - dijo Lali.

Santino subió corriendo las escaleras hasta llegar arriba. Esperé ese momento para comentarle a Lali que me había llamado papá:

- Santino me ha pedido si me puede decir papá.

- ¿Y vos crees que está bien que Santino te llame papá? - me preguntó, levantando una ceja.

- Yo creo que está más que perfecto, por lo menos, a mí no me molesta. Lali, vivo con ustedes, voy a ser el padre de su hermano. Me ama, le llevo al colegio y le cuido como si yo fuera su progenitor biológico, y Santino es un nene, es de lo más normal que me diga papá. Y en serio, me gusta que lo haga. Además, cuando nos casemos, voy a pasar a ser tu esposo, y su papá... Incluso, podemos llegar a hablar para ponerle mi apellido, no me importaría adoptar a Santi.

Lali negó con la cabeza. Un "no" rotundo. Había metido la pata. Otra vez.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora