El Niñero 16

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LALI:

Desde el primer encuentro con Peter, las cosas habían transcurrido bien. Aunque nos gustábamos, incluso podría decirse que estábamos enamorados, no queríamos que nadie lo notara, y mucho menos Santino. Sería intolerable para el colegio que se enteraran de que el profesor de deporte estuviera saliendo con la madre de un alumno... Pese a que ya fuera raro que Peter se estuviera haciendo cargo de Santino todas las mañanas para ayudarme.

De todas formas, me sentía muy cómoda y muy feliz con Peter a mi lado. Para Santino era el mejor compañero de juegos y se querían un montón. A veces los miraba, y perfectamente parecían ser un padre y un hijo divirtiéndose juntos. Estaba incluso empezando a pensar que Santino le quería casi más que a Benja.

Pasaron dos meses desde que Peter estaba cuidando a Santino. Y las cosas seguían funcionando igual. Ese fin de semana, justo el sábado, le invité a cenar en casa. Santino estaba eufórico por la noticia y me ayudó a cocinar nuestros platos favoritos para cuando venían invitados a cenar: pollo al limón y torta de chocolate y caramelo con dulce de leche.

- Mami - dijo mientras batía toda la masa de la torta -, ¿te puedo hacer una pregunta?

- ¿Qué pregunta mi amor?

- Pero me tenés que decir la verdad. Porque sino no vale... - me dijo poniendo una carita tierna e irresistible.

- Decime, dale.

- Bueno, ¿a vos te gusta Peter?

Reí. Dios mío, si el enano supiera que habíamos estados besándonos en el sofá mientras que él estaba dormido en la cama. O esa vez en la que casi nos pilla haciéndolo en la mesa de la cocina. Tuvo que dar gracias a todos los santos del cielo de que se le cayera el jarrón chino que mi vieja me había regalado cuando la tocó en una lotería. Peter y yo habíamos tenido demasiada suerte aquella vez.

- ¿A mí? - pregunté negando con la cabeza -. No mi amor, ¿por qué pensás eso?

- Papi no te gusta, así que te tiene que gustar él... A las mujeres siempre les gusta un chico, creo. O al menos eso me ha dicho una amiga de clase.

Me mordí el labio inferior mientras pensaba en lo inocente que era mi pequeño:

- No es así la cosa Santino. Dos personas pueden gustarse, pero que se gusten no significa que estén enamorados, ¿entendés? Y tampoco hace falta que una mujer siempre guste de un chico, hay chicas que gustan de otras chicas y no pasa nada. A mí por ejemplo, no me gusta nadie por ahora. Luego puede que llegue a gustarme alguien y me puedo enamorar al 100%, pero eso de momento no ha pasado.

Santino suspiró:

- Yo creo que es que no me querés contar nada. Porque pensás que soy chiquitito y que no voy a entender nada.

Dejé lo que estaba haciendo y fui a abrazar a Santino para que no se pusiera triste:

- No mi amor... Mamá te ama y siempre te va a contar todo, ¿si?

- Entonces decime si Peter te gusta, por favor - me pidió mientas hacia puchero.

Tragué saliva. Tenía miedo de que se lo contara y no lo aceptara. Pero tal vez, no pasaba nada. Dios... ¿Qué podía hacer para no salir mal de todo este quilombo?

- Te voy a contar una cosa, pero es secreto. No se lo podés decir a nadie, ni siquiera a los abuelos.

- ¿Y a Peter?

- Santino, es un secreto. Un secreto entre vos y yo, y nadie más. ¿De acuerdo?

Santino asintió con la cabeza.

- A ver, Peter y yo... Nos gustamos.

- ¡Lo sabía! - exclamó Santino sonriendo feliz y me abrazó fuerte -. ¡Son la mejor pareja del mundo! ¡Quiero que se casen!

- Santi, ¿qué te dije? Es un súper secreto, nadie más puede saber de esto. Porque Peter se puede meter en un lío en el colegio, y yo me puedo meter en un lío con tu papá. Así que debemos guardar bien el secreto.

- Yo no voy a decir nada mami, te lo prometo - me dijo Santino mientras la sonrisa no se borraba de su cara.

Y justo en ese momento, el timbre sonó. ¡A tiempo! Miré el reloj, tenía que ser Peter. Llegando puntual... Estaba aprendiendo muy rápido sobre formalidad, y eso me ponía muy feliz.

- Anda a abrir a Peter, dale.

- ¡Sí mami! - exclamó Santi. Se levantó de la silla rápidamente y corrió a la entrada para abrirle la puerta a Peter.

Me sequé las manos y también fui a la entrada, dónde Santi y Peter ya se estaban abrazando. Eran tan lindos cuando estaban juntos...

- Hola - saludé.

- Hola linda - me saludó Peter dándome un beso en el cachete -. Huele genial la comida que estás preparando.

- Yo he ayudado a mami - dijo Santino.

- ¡Qué bueno, enano! Seguro que si cocinás tan bien como pintas, vas a llegar a ser un gran chef, de los mejores del mundo, sin duda. Bueno, voy a lavarme las manos y así puedo ayudaros con la cocina.

- Peter, sos el invitado, no hace falta que me ayudes a cocinar, de verdad - dije.

- Quiero ayudar, soy el invitado pero ya me siento como si fuera de esta casa. últimamente paso más tiempo aquí que en mi propio hogar, y me siento cómodo cuando estoy con ustedes, así que voy a ayudarlos.

- Por cierto, quería pedirte un favor para el lunes que viene - dije. Llevaba un par de días un poco rara, con mareos, con pocas ganas de comer, me levantaba con la boca completamente seca... Y sí, creo que necesitaba una revisión -. Voy a ir al médico y quiero que después te quedes con Santino, por favor.

Peter sonrió y asintió con la cabeza:

- No te preocupes, ¿si? Yo me quedo con él. Vamos a pasarla bien los dos solos, como siempre. ¿Es por algo malo?

- Estoy un poco rarilla desde hace unos días. Es solo para una revisión, no más. Tal vez sea por el cambio de temperatura.

- Ummm, tal vez, sí. Si querés te acompañamos Santi y yo.

- No Peter, no hace falta, prefiero que te quedes con él en casa. Así mucho mejor.

- Bueno. Pero por favor, decime lo que ocurre, ¿si?

Esperaba que lo que pasara no fuera nada malo, nada de lo que tuviera que arrepentirme. 

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora