El Niñero 36

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PETER:

Llegué corriendo al centro de asuntos sociales de nuestro distrito. Al lado, estaba un orfanato. Me agarré el pecho, me parecía imposible que mi hijo pudiera estar allí tan solo por lo que ese hijo de puta de su padre le había hecho. Me dolía un montón... Pero aunque yo no fuera su padre biológico, iba a sacarle de allí, aunque fuera lo último que hiciera.

Me bajé del auto y lo cerré. Después entré corriendo rápidamente en el centro y fui hasta recepción:

- Hola, necesito hablar con Delfina García - la dije a la recepcionista, una mujer de unos 60 añoss, con gafas y que parecía ser amable.

Ella me miró con una sonrisa:

- La señorita García ahora mismo está ocupada, pero puede hablar con cualquier otro de nuestros asistentes, si usted lo desea.

Negué con la cabeza:

- Concretamente necesito hablar con la señorita García, es por un asunto de urgencia referido a mi hijo... Bueno, mejor ducho, el hijo de mi novia, Santino.

La recepcionista abrió mucho los ojos y la boca:

- Ah... Bueno, entonces le pasos ahora mismo. Justamente estaba estudiando ese caso. Pero, ¿su mujer no ha venido? La madre de Santino...

- Ha tenido un accidente, vengo en representación de ella. La señorita García me conoce, sabe quién soy y no va a tener problema a la hora de atenderme, se lo aseguro - la dije a la recepcionista.

La recepcionista asintió:

- Ahora mismo le paso sin problemas, no se preocupe - agarró el teléfono y marcó un par de números -: Delfi, tengo acá al novio de la madre de Santino... - ella me miró -, ¿cuál es su nombre?

- Juan Pedro Lanzani - respondí.

- El señor Juan Pedro Lanzani, viene acá por el asunto de Santino. La madre ha sufrido un accidente y viene él en representación-... Ajá, ahora le dingo que pase - entonces cortó la llamada -. Puede pasar, es la consulta 5, la tercera a la izquierda.

- Gracias - y caminando de una forma muy rápida, llegué justo a la consulta.

Antes de entrar, toqué a la puerta, y una voz me dio permiso para entrar. Dentro estaba la asistenta social que estaba llevando todo nuestro caso, y a la derecha, sentado sobre una alfombra y jugando con unos autitos, estaba Santino.

- ¡Hijo! - exclamé y lo abracé fuerte. Él también me abrazó a mí. Pude verlo, reía los ojitos completamente llorosos, parecía muy triste.

- Papi... - susurró -. No vuelvan a dejarme solo, por favor.

La culpa la tuvo tu maestra, pero seguro que no era su intención que te quedaras acá, campeón.

- ¿Así que su mujer ha tenido un accidente? - preguntó la asistenta social.

Asentí con la cabeza:

- Fue justo al salir del colegio, cuando le dijeron que habían traído acá a Santino. Su hijo es su vida, debe entenderlo - dije.

- Yo lo entiendo, pero bueno, la policía actúa así cuando ocurren estos casos, y más sabiendo que ya hay problemas en la familia.

- ¿Vamos a poder volver a casa con él? - pregunté.

- En principio sí, pero vamos a tenerle vigilado, para que no vuelva a ocurrir todo esto.

- Pero, nosotros no fuimos. Fue su padre biológico, Benjamín - expliqué -. No quisimos decir nada porque...

- Entiendo perfectamente por qué no quisieron contar nada, Santino me lo ha explicado.

- Ah... - miré a Santi y fingí una sonrisa. Esperaba que lo hubiera explicado bien.

La asistenta social miró a Santino:

- ¿Querés volver a casa con tu mamá y con Peter? - le preguntó.

Santino asintió rápidamente con la cabeza.

Y fue justo en ese momento cuando un mensaje llegó a mi celular. Lo agarré y miré de quién era: un número desconocido.

Aunque después de la imagen que me habían mandado, había un mensaje de texto: "Hola soy Nico, el marido de Eugenia. El abogado al que ustedes habían contratado, estaba del lado de Benjamín, acabamos de descubrirlo. Todas las conversaciones están en la imagen que le he enviado. Un saludo, y espero que todo vaya bien."

Rápidamente miré a la asistenta social:

- Vea esto, por favor - la mostré a Delfina.

Ella primero leyó el mensaje y después, miró la imagen:

- ¿Cómo ha podido?

- ¿Ve la clase de persona que es? ¿Quiere de verdad que nuestro hijo se quede con ese monstruo?

- Claro que no - dijo ella -. Claro que no quiero que el pequeño esté con ese señor, que compra a los abogados para quedárselo. Se puede llevar a Santino consigo, pero por favor, no le saquen de casa hasta mañana, porque puede haber problemas - me explicó -. Necesitan seguridad, los tres.

- Pero Lali está en el hospital... - comencé.

- Cierto, vayan al hospital, no salgan de la habitación del hospital, mandaré una patrulla para que se quede con ustedes esta noche. Deben estar en un lugar seguro, no confíen en nadie, por favor.

- Gracias, de verdad - abracé a Santino fuertemente -. Gracias por dejar que venga con nosotros.

- Creo que se lo merecen... Pero, tengan cuidado por favor. Me quedaré de guardia esta noche, si tienen cualquier problema, llámenme, por favor.

- La llamaremos, ¿cómo se dice Santi?

- Gracias - respondió él tímidamente.

- Gracias - dije yo también.

- De nada. Esa imagen lo explica todo. Pero por favor, tengan cuidado... Después de lo que acabo de ver, ya no sé ni lo que pensar de ese hombre, o del abogado... Hay tantos malos en esta historia. Por eso les pido, que por favor tengan cuidado, y cuídense mucho.

- Lo haremos.

Le agarré de la mano a Santino y juntos salimos del Centro de Asuntos Sociales. Subimos a mi auto y comencé a manejar en dirección al hospital para ver a Lali.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora