El Niñero 6

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LALI:

A la mañana siguiente, al despertarme, no puede evitar sentirme nerviosa. Mi hijo estaría solo con un hombre bastante descuidado. Pero, por otra parte, de verás necesitaba lo de tener un niñero, sino, yo también terminaría fuera del trabajo. Así que, aunque Peter no fuera la mejor opción, dentro de las clases de niñeros más cualificados, debía ser el niñero de Santino. Yo también hubiera preferido, al igual que las madres de las familias ricas, a una niñera (que no niñero) de lengua inglesa, estirado y riguroso. De las nannys típicas que aparecían en las películas inglesas, pero, se pasaba de presupuesto. Y al menos, Peter hacía su trabajo de forma gratuita. No sería el mejor de todos, pero al menos iba a trabajar. Y gratis.

Me levanté y comencé mi rutina de la mañana: cepillarme el pelo, ducharme, vestirme, maquillarme, asearme y perfumarme. Después entré en el cuarto de Satino y le llamé muy despacito, mientras así él se iba despertando de a poco, a mí tan solo me faltaba desayunar, y el resto del trabajo lo haría Peter. Además, con la llegada de Peter me obligaba a mí misma a despertarme una hora antes, obviamente, no me gustaría que un desconocido me viera en pijama y recién levantada, supongo que como a todo ser humano.

- Enano, dale... Ya es de día - le di un beso en la sien y le hice un mimo en el cachete -, es hora de levantarse, además, hoy tenés nueva compañía a la mañana.

Mi pequeño abrió los ojitos de a poco y sonrió:

- ¿Te vas ya, ma?

- En un rato, tengo que esperar a que venga Peter, y después me voy a trabajar. Mientras te podés quedar descansando en la camita, ¿si? Por un ratito más solo.

- Bueno - dijo él dándome un beso en el cachete, tal y como hacía todas las mañanas -, ¿Peter me va a preparar el desayuno?

- Sí, y te va a ayudar a vestirte, a todo lo que necesites. A lo que te ayuda mami, si necesitás cualquier cosa le tenés que decir a él - sonreí -, y sé bien que al principio te puede dar un poquitito de vergüenza, pero él no te va a decir nada, te va a ayudar porque está para ayudarte.

- Dale ma.

- Portate bien, con Peter y también en el colegio - le di otro beso y me separé de él -. Te amo.

- Yo también te amo - me dijo sonriendo y volvió a cerrar los ojitos.

Salí del cuarto de Santi, un poco triste por dejarle solo aquella mañana. Era necesario, pero sería la primera vez que se prepararía con alguien desconocido, lo había hecho con mi familia, pero nada más. Desde hoy aprendería a hacer muchas cosas solo. Aunque me costara debía admitir que mi bebé se estaba haciendo mayor.

Fue justo cuando estaba bajando por las escaleras de la casa, que el timbre sonó dos veces. Sonreí, diciendo para mí misma que había comenzado siendo puntual, es decir, con muy buen pie. Saqué la llave de la cerradura y abrí la puerta. Detrás, me encontré a un Peter completamente adormilado con los ojitos chinos.

- Buen día - me dijo él con la voz cansada -. Casi no llego a tu casa, está muy lejos y no aparece en ningún mapa, le tuve que preguntar al que recogía la basura.

Suspiré:

- No te quejes. Tampoco está tan perdida... Y buen día. Pasa - me aparté para que el pasara y pasó.

Miró todo lo que había en mi casa y después me miró a mí:

- Tenés buen gusto, me gusta la decoración, y también me gustan los muebles, todo muy lindo.

- Gracias - respondí.

- ¿Santino?

- En su cuarto. Fui a despertarlo para despedirme. Es la primera vez que lo dejo con un desconocido y estoy un poco nerviosa - suspiré de vuelta y tragué saliva -. Tan solo quería asegurarme de que estaba tranquilo y bien.

- Tenés que estar tranquila vos, Santi va a estar bien, seguro que de lo torpe que soy se lo va a pasar bien conmigo. Así que no te preocupes - él sonrió, tranquilizador.

Eso también me provocó una sonrisa, y me hizo que tomara un poco más de confianza en él:

- ¿Desayunaste?

- Un café. Siempre desayuno café.

- Bueno, si querés comer algo más, la heladera y la despensa están a tu disposición - dije sin dejar de sonreír -. Yo aún no desayuné, aunque la mayoría de las veces también solo tomo un café. Santi desayuna jugo, leche chocolatada o con azúcar, y algo sólido, bien tostadas, galletas, algún bollo dulce o fruta. Lo que a él le apetezca.

Peter abrió mucho los ojos:

- Me parece increíble que coma fruta solo por su propia voluntad, además con su edad. Es muy chiquitito.

- Su mamá le ha concienciado desde siempre de lo que es tener una alimentación saludable. Si querés, anda arriba y lo vas levantando.

- ¿Se ducha a la mañana?

- Mejor lo ducho yo cuando llegue a la noche, le va a dar vergüenza si le duchas vos. Lo sé muy bien - reí y él sonrió.

- Bueno, jefa... - se rascó la nuca -. Espero que sigamos nuestra relación bien.

- Obvio, eso es lo que busco y espero. No creo que seas tan duro como pareces, todo el mundo tiene en el corazón su partecita dulce y amorosa. Y todo el mundo, necesita cariño.

- Eso es obvio.

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora