El Niñero 13

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LALI:

Peter y yo subimos al dormitorio agarrados de la mano. Pude ver entonces, que en su casa era un hombre ordenado y limpio. Me gustaba su estilo para decorar. Justo entonces, tiró de mi brazo y me pegó a él.

- Creo que te gusta...

Asentí con la cabeza y él me robó un pico:

- Me alegro mucho de que te guste - justo en ese momento, se quitó el saco del traje, tirándolo al piso con fuerza.

Se peinó el pelo para atrás con las manos, para sacárselo de la cara y volvió a mirarme:

- No tengas vergüenza. He visto a muchas mujeres desnudas. Entre ellas mi madre - rió -. Bueno, ya sabés que tengo un hermano chiquitito, estuve viéndola a mi madre las tetas muchos años mientras le daba de comer a Bauti.

Me mordí el labio y de manera sensual, aunque con cuidado, me bajé de esos altos y también incómodos tacos y los dejé a un lado apartándolos con el pie. Después, levanté el brazo para deslizar la cremallera del vestido de seda de color azul que llevaba puesto. Él me miraba con deseo mientras me desnudaba delante de él.

Finalmente me quedé tan solo en ropa interior. Él tragó saliva, colocó las manos en su entrepierna y desabrochó el único botón y la cremallera del pantalón de su traje. Dejó que estos cayeran por sus piernas como una cascada, para dejarlas al descubierto.

Entonces susurró:

- La bombacha.

¿Me estaba pidiendo que me la sacara? Lo miré levantando una ceja:

- Sacate esa prenda que me impide ver tu linda parte baja.

Tragué saliva y entonces metí mi mano por debajo de la tela de encaje del coulotte que llevaba puesto. Había sido uno de los regalos de mi hermana por Navidad, procedente de una de las caras tiendas de lencería que estaban en Nueva York. Dejé que esta prenda cayera por mis muslos y después por mis piernas y volví a mirarlo.

Él entonces, se acercó a mí y hizo que me inclinara para detrás. Puso su mano en mi pecho y la fue deslizando por mi panza y por el ombligo. Después, su dedo subió hasta la parte central que se encontraba entre mis tetas.

Coló los dedos por debajo de los triángulos del corpiño y apartó la tela para dejar mis pechos al descubierto. Mis pezones se endurecieron instantáneamente al percibir el cambio de temperatura:

- Dios... - dijo lamiendo la punta de uno de ellos con la lengua antes de absorberlo entero en el calor de su boca.

Solté un grito de placer y mis manos se aferraron a su cabeza para sostenerlo contra mí.

Peter continuó chupando hasta que empecé a estrujar su cuerpo contra el mío para obtener algo de fricción. Cuando me llevó al borde del orgasmo jugando con mis tetas, cosa que parecía que le encantaba hacer, me empujó hacia atrás. Me quedé acostada en la cama, quedándome completamente indefensa. Entonces, sus inteligentes dedos hallaron las tiras del corpiño y tiró de ellas. Joder, sí, íbamos a hacerlo en ese mismo lugar.

- Peter... - dije a modo de advertencia, pero claramente, sonó poco convincente.

Estaba demasiado borracha de placer como para oponer mucha resistencia. Peter mordisqueó la parte más carnosa de mis muslos, mientras deslizaba sus manos por las sábanas de seda. Me dobló las piernas en un ángulo de noventa grados y me separó las rodillas como si fuese un pájaro con las alas extendidas a punto de echar a volar. Y volé. En el momento en que su lengua rozó la parte más sensible de mi sexo, mis manos se aferraron nuevamente a su cabeza para sostenerlo ahí. Él me las apartó y las colocó en el colchón cubierto por la sábana, bajo mi cola.

- Déjalas quietas. Nada de tocar - me reprendió.

¿Quién se creía que era? ¿Christian Grey?

Pero entonces supuse que quería tener todo el control. Mierda, eso significaba que iba a llevarme más allá de mis límites, que iba a hacer que me corriera una y otra vez.

Con la punta de los dedos, me separó los labios y usó la lengua para lanzarme fuera de órbita. Después de que me hubiera corrido, siguió aferrado a mí, sosteniendo mis piernas abiertas mientras fruía contra mi carne húmeda. Sus siguientes palabras, fueron un cántico obsceno:

"Follarte...".

"Lamerte...".

"Chuparte...".

"Más, más...".

Soltó un grave gruñido:

- Joder Lali... Podría pasarme todo un día devorándote. Si te hubiera encontrado antes, ese nene hermoso que tenés hubiera sido mío - dijo con los dientes apretados antes de sorber mi clítoris con fuerza.

Ese gesto hizo detonar mi segundo orgasmo. Me temblaba todo, hasta que Peter me agarró de la cintura, y con bastante fuerza me subió hasta el borde lateral de la cama para estar más cómodos.

- Voy a hacértelo tan bien que voy a asegurarme de que me sientas incluso cuando ya no estés aquí, preciosa - dijo, y entonces, me penetró con fuerza.

Todavía llevaba puesta la camisa de la cena, y yo me aferre a ella, por mucho que la tela me estuviera picando en la sudada piel. Fue cuando el cántico comenzó de nuevo. Creo que él ni siquiera era consciente de estar hablando. Pero yo sí, y me aferré a cada una de sus palabras, dejando que todas sus breves frases se grabasen en mi memoria para poder revivir ese momento de "mi primer polvo en años" siempre que lo necesitase... Siempre que lo echase de menos.

"Yo estuve aquí". Empujón.

"Juntos". Empujón.

"Joder". Empujón.

"Me encanta esto". Empujón.

"Que no se te borre de la memoria". Empujón.

- Que no se te borre de la memoria - repitió, esta vez con más fuerza y me penetró rozando ese punto que me provocó el orgasmo más intenso y largo de mi vida.

Grité.

Ya no era dueña de mi propio cuerpo. Mi voz ya no era mi voz. Me corrí con su boca contra la mía, sintiendo las caricias de su lengua.

Él me miró con esos intensos ojos verdes. Me dio entonces un tremendo y romántico beso... Separándose de mí por un momento. Me acarició la mejilla delicadamente, y volvió a penetrarme de vuelta. Pero, esa vez no me folló, sino que me hizo el amor de una manera lenta y dolorosamente dulce. 

EL NIÑERO - LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora