lo que yo haga y con quien lo haga no es asunto tuyo.

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El kanima, obviamente, no se tomó el comentario de Terra a la ligera. En su lugar, los ojos de Jackson se volvieron literalmente como de reptil: amarillos y con una pupila delgada como línea. Inmediatamente todos retrocedieron.

—Gracias, Terra —gruñó Erica. Terra volteó a verla de mala gana.

—No iba a dejar que ese hijo de puta no supiera lo que le voy a hacer cuando lo encuentre.

—No necesitamos una pelea —indicó Stiles, nervioso—. Necesitamos ketamina. Mucha más ketamina. Vamos.

—Ya no nos queda más —balbuceó Isaac.

—¿Usaste toda la botella? —preguntó Stiles lentamente. Erica tocó su brazo, mirando aterrada a Jackson.

Se había puesto de pie, con las garras en alto. La mitad de su cuerpo simulaba a un reptil, extendiéndose desde la mitad de su cara hasta su brazo. Los miró fijamente. Y entonces siseó en una especie de gruñido, enseñándoles sus puntiagudos colmillos.

—Todo el mundo afuera —ordenó Terra. Todos la obedecieron, corriendo. Terra cerró la puerta, y volteó a ver a Isaac—. Consigue algo para detener la puerta.

Apenas había terminado de decirlo, Jackson había atravesado la frágil pared de lámina, esta vez totalmente convertido en kanima.

✖✖✖

Lo último que Terra quería era llegar a su casa. Por primera vez, se dejaría admitir a si misma que tenía miedo. Tenía miedo de Jakson, porque él era el kanima. No podía dormir sabiendo que él estaba en la habitación de enfrente, descansando tranquilamente mientras ella no podía despojarse de la sensación de culpa. Era ilógico. Ella no estaba matando gente, su hermano lo hacía. Pero aun así se sentía culpable.

Por eso cuando Matt ofreció ir por hamburguesas, Terra accedió. Además se sentía un ligeramente mal por dejarlo solo. Ligeramente.

—Son las mejores hamburguesas de Beacon Hills —musitó Matt—. Te prometo que vale la pena el trayecto.

—No te preocupes —murmuró Terra, distraída, mirando por la ventana—. No tengo prisa.

—Así que... ¿qué hay contigo y Scott?

Eso pareció captar la atención de Terra.

—¿Qué? —preguntó, bastante confundida.

—Ustedes dos estaban muy juntos hoy y...

Terra sonrió de lado, y entrecerrando los ojos, volteó a ver a Matt.

—Lo que yo haga y con quien lo haga no es ningún asunto tuyo, ¿entiendes? —Dijo, cortante—. No tengo por qué darte explicaciones y no planeo hacerlo. Ahora, ve por las hamburguesas. Quiero irme a mi casa.

Matt balbuceó algo que Terra no pudo entender, pero sonrió satisfecha para sus adentros. Matt se estacionó, y corrió adentro del restaurante por las hamburguesas.

Terra tamborileó aburrida sus dedos contra su pierna. Miró por la ventana, pero no había nada divertido que ver. Era de noche, y no parecía haber ni un alma cerca. De reojo, vio la cámara de Matt. Encogiéndose de hombros, viendo que Matt aun no salía del restaurante, tomó la cámara.

Empezó a ver las fotos, sonriendo al encontrar varias del equipo de lacrosse. Las cosas se empezaron a poner raras cuando encontró fotos del equipo de debate, del equipo de tenis, del equipo de natación... Todos aquellos clubes en los que Terra pertenecía. Y en cada foto salía ella. En algunas sus ojos lobunos deslumbraban, mientras que en otras donde aparecía con la mirada baja o de lejos, no se notaban.

Far away /Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora