Capítulo 8: Reacciones peligrosas

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La ira estaba inundando mi torrente sanguíneo, asemejándose así a un virus, ya que el mismo se propagaba de una forma tan absurda, que dejaba atontado a mi sistema inmunológico. Y así pasó, y sin darme cuenta, mi cuerpo se movió por sí solo; hasta el momento, no entendía el nivel de peligrosidad que podía representar yo mismo, pero creo que era evidente para este punto. De este modo, mis manos se abalanzaron sobre él para tomar la camisa de Marco con fuerza, sin embargo, éste no reaccionó como esperaba, es más, puso el altavoz de mi celular, cosa que hizo que me sobre exaltara y que todas mis acciones siguientes a ésta se interrumpieran; hasta ahora, los únicos aterrados parecían ser los demás integrantes de mi grupo. Por otro lado, no me había detenido por gracia de mi mejor amigo, sino por Lili. Quizás su voz hizo que me rescatara antes de cometer otra estupidez, y por lo menos era una menos de muchas otras que seguramente iba a realizar a lo largo de esta historia.

—¿Novia? Pero yo no soy la novia de él —en su voz se notaba la incomodidad y, además, el nerviosismo.

—Sí, sí, entiendo, pero verás... nos ha hablado mucho de ti —mis manos empezaron a temblar. ¿Acaso iba a delatarme? Por lo mismo comencé a apretar con más mérito su ropa en forma de advertencia, así que Marco soltó una carcajada y le dijo—. Tranquila, tranquila, solo estoy bromeando. Por todo lo que nos ha dicho, parece que lo has impactado cuando lo salvaste —¿cómo es qué él sabía lo que había ocurrido el día anterior? Ahora sí se podría decir que estaba asombrado, y por la misma impresión empecé a aflojar el agarre.

—¿Qué diablos estás diciendo, imbécil? —le murmuré, pero él pareció ignorarme al comienzo, para luego, hacerme la señal de que me callara la boca. Mi rostro enseguida se deformó en una mueca desagradable, pues no me gustaba que me silenciaran, y antes de reprocharle algo, Lili le respondió.

—Oh, entiendo, bueno. ¿Puedo hablar con él?, tengo que preguntarle algo —su voz ahora parecía más relajada, y este tonto que es mi amigo asintió con la cabeza a pesar de que ella no pudiera verlo.

—Claro, puedes hablar con él. Ahora mismo te lo paso —giró su rostro hacia mí para acercarme con su mano el teléfono, por lo que obviamente tuve que soltarlo, pero mientras él me lo entregaba me susurró—. Luego hablamos —yo lo miré con un aparente estado de seriedad y procedí a responder la llamada de Lili.

—Hola Lili, perdona el comportamiento de mi amigo; es demasiado molesto —se notaba en el tono de mi voz que no me había agradado para nada la jugarreta de mi compañero.

—No, está bien, creo que todos los chicos suelen bromear con esas cosas. Por cierto, me llegó un correo tuyo, no sabía si hablarte en persona al respecto, pero creo que quizás es mejor que quedemos para hacerlo —esto era grandioso, iba a ver de nuevo a mi dulce Lili, y por ese motivo mi rostro se ilumino como el sol.

—¡Claro! Tú dime cuando y yo iré —le respondí con una gran sonrisa en el rostro, la cual era tan amplia que los demás se sorprendieron y se miraron entre sí.

—Está bien, entonces el sábado a las cuatro —me respondió.

—¡Muy bien, estaré ahí sin falta! —le aseguré y ella se rio un poco del otro lado de la línea debido a mi entusiasmo. Quizás la hice olvidarse por un momento del verdadero motivo por el cual me llamaba, pero no me importaba, ya que la felicidad que irradiaba mi ser ahora mismo no iba a ser opacada por nada.

—De acuerdo, nos vemos entonces. Hasta el sábado —y finalmente me colgó el teléfono. Después de la charla, yo me quedé con el aparato aún en mi oreja, pero también liberando ciertas expresiones: mi mirada que se había entre cerrado ahora se suavizaba, fue acompañada de un ligero rubor en mis mejillas y, por último, cubrí mi boca con una de mis manos para tapar un murmullo que se me escapó sin querer—. Te amo tanto... —y una vez finalizada la llamada mis amigos me llamaron la atención.

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora