Ya ha pasado un mes y medio desde que empezamos ambos a entrenar, desde entonces, he avanzado de una forma considerable, aunque bueno, no tan rápido como quisiera. Sin embargo, mi hermosa flor no ha tenido los mismos resultados, pero debo felicitarla por su dedicación, ya que, a pesar de no lograr avanzar demasiado, ella no parece rendirse.
Una mañana de otoño (sí, ya estábamos en esa época), Louis trajo consigo mi primer traje, el cual me hizo a medida, y que más tarde me dediqué a probarme. La corbata era azulina con rayas torcidas en un blanco brillante, y debajo del saco que tenía, se encontraba una ligeramente gruesa camisa turquesa, mientras que el resto de la etiqueta era azul marino. Por último, para darle un toque más elegante, le sobresalía a ésta un broche alargado en el cuello en "V". A pesar de que todo eso me parecía impresionante por sí mismo, pues no podía evitar querer darle algunos toques más... personales, así que me acomodé la corbata en el espejo para más tarde colocarme un arete en el cual colgaba una cruz negra.
—Perfecto —mencioné con diversión. Para ser sincero, esta era la primera vez que usaba etiqueta de alta calidad.
—¡Hey, Dalton! —apareció de repente Lili por la puerta que estaba ya abierta.
—Hola Lili. Buenos días —le saludé amablemente. Pero inesperadamente mi bella flor, bajó la mirada con cierto nerviosismo, y con un claro rubor, quizás producto de los nervios, aun así, no tardó en dirigirme la palabra de nuevo.
—¿Qué tal si vamos a comprar un helado? Está haciendo calor, y pues... pensé que sería una buena idea —luego de decir eso, puso una cara graciosa, es decir, infló sus mejillas y asomó un poco su lengua, e inevitablemente reí.
—¡Por supuesto! —le respondí una vez estuve más calmado, ya que obviamente no iba a negarme, además, estaba el tiempo muy cambiante últimamente, por lo que pasábamos del calor a un clima más frío; los días de verano no deseaban irse aún, así que podría decir que hoy era uno de esos en donde la temperatura azotaba a los poros para que sudaran.
Por un momento nos quedamos en silencio, e instintivamente esperé una respuesta de su parte, sin embargo, como mi amada tardaba mucho en reaccionar, me acordé de lo bien vestido que estaba, y quise aprovecharme un poco de eso. Aún envueltos en la misma situación, me acerqué con una sonrisa a su persona, sin embargo, mi bella dama reaccionó retrocediendo como una gatita asustada hasta chocar su espalda con la puerta de su propio cuarto.
—¿Qué haces Dalton? —preguntó con una voz ligeramente ahogada.
—¿Qué es lo que parece que hago? —posé una mano de repente junto a su cabeza, y me incliné para verla más de cerca.
—Pues... —enseguida la vi encogerse en su lugar, y estaba tan roja, que parecía el foco de un semáforo.
—Vamos, estamos entre futuros prometidos, que no te dé pena decirlo —me acerqué hasta el punto de susurrar en su oído, y terminé por posar mi otra mano justo al otro lado de su cabeza para mantener el equilibrio; sin dudas mi linda presa no tenía escapatoria.
La bella rosa con la que me casaría, se cubrió el rostro con ambas manos, es por ello que no podía distinguir sus demás expresiones, y al mismo tiempo, me entregó palabras inentendibles. A pesar de su reacción tan vergonzosa, iba a seguir con mis elocuentes tácticas, aunque contrariamente a lo que deseaba, su hermano hizo acto de presencia e interrumpió el tan agradable momento.
—Lamento derrumbar su interesante charla, pero me temo que están bloqueando el camino —anunció Louis. Aunque me molestaba lo que decía, él tenía razón. Su habitación estaba justo al lado de la de Lili, y bueno... no tuve otra opción más que alejarme de ella.
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Soy un temerario mi amor ©
RomanceHoy es un día de verano más, un día que paseaba con mi libro, el cual actualmente no recuerdo su título, ¿pero qué importa eso?, lo importante es que la conocí. Y desde ese momento, no he dejado de seguir sus pasos arduamente. Mi amor se ha vuelto i...