Aunque dije aquellas cosas, debo admitir que la soledad es terriblemente dolorosa, por lo que cuando pienso que ya está a la vuelta de la esquina aquella festividad, me entra una gran amargura que me cuesta un poco describir. Se siente como si me clavaran mil tachuelas en el pecho y, en consecuencia, tu ausencia se convierte en un pecado que no tiene consuelo. ¿Cuántas navidades más tengo que sufrir sin tu presencia? Esta va a ser la sexta vez. Sé que ocurrirá lo mismo, a pesar de estar rodeado de las más dulces sonrisas; sé que tú no estarás, y que, al momento de abrir mi regalo, vendrá la sensación de vacío seguida de una desalentadora, pero a la vez fingida alegría, y ésta estará dedicada especialmente a mi familia. "¿Acaso debería empezar a incluirte en mi círculo cercano?", pensé, mientras me encontraba en mi alcoba apoyado en una de mis manos sobre mi escritorio. Quizás tenía razón, después de todo, no quería revivir navidades pasadas.
—Bien, está decidido: aprovecharé que ella me ha invitado a hablar, y buscaré el momento para llevarla a mi habitación. Allí conversaré con ella —asentí decidido. Entonces tomé el teléfono que estaba no muy lejos de mí para marcar su número, el cual ya me sabía de memoria al igual que su documento; debía ser precavido. De cualquier forma, el tono del teléfono se dejó escuchar, y mientras esperaba me llenaba de entusiasmo, pues imaginaba que aceptaría por completo mi oferta.
—Hola, ¿cómo estás Dalton? ¿Por qué me llamas tan temprano? —eran las seis de la madrugada de un día viernes, y mañana teníamos que encontrarnos, pero yo no podía dormir por lo que había pasado el jueves, así que me quedé despierto; de ahí que terminé llamándola a estas horas.
—Bueno, veras... es que me desvelé por un asunto que no podía sacarme de la cabeza, así que, ya que estaba, decidí llamarte para hablarte sobre algo importante —dije algo nervioso.
—Entiendo. ¿Y qué es lo que pasa? —volvió a interrogar con cierto tono de intriga.
—Sí. Quería hablarte sobre la festividad navideña. ¿Por qué no pasas navidad con nosotros?, es decir, con mi familia y conmigo —le consulté. No soy de esas personas que se la piensan demasiado, eso... aunque haya esperado cinco largos años para empezar a entablar una relación con la mujer de mis sueños.
—¡Oh, no me esperaba semejante invitación! Debo agradecerte Dalton, pero yo y mi familia habíamos quedado para... —la interrumpí.
—No hace falta que destruyas tus planes por los míos, es más, podemos hacer que ambas familias se junten para así pasarla todos unidos. Vamos, aprovecharemos también para hablar sobre lo que querías —le insistí. No aceptaría un "no" por respuesta, por eso tenía una idea para cada cosa que ella fuera a plantearme.
—¿Qué? —se pausó un momento. Al juzgar por su reacción, parecía algo sorprendida—. Bueno... tendría que consultar con mi familia primero, y no sé si realmente quieran hacerlo... es decir, no te conocen...
—¡No te preocupes por ello! Tú diles que cuando me conozcan querrán que pase todas las navidades con ellos, incluso el resto de los días del año —le aseguré, y ella carcajeó.
—Me haces reír con tus ocurrencias, Dalton. Pero está bien, consultaré con mi familia al respecto. ¿Pero porque pensaste que era lo ideal que habláramos durante esa fecha? ¿Acaso no sería mejor hacerlo en otro momento? — Parecía algo preocupada.
—No, no, simplemente me parece que estaba de paso —y esa era la verdad—. Además, no estaría mal para que nuestras familias se conozcan, y así, mejorar nuestros vínculos, ¿no te parece?
—Eres un poco raro Dalton hablando de esa manera... sin embargo, reafirmo que eres un chico divertido —dijo entre suaves risas.
—Gracias, creo... pero vas a hablar con ellos, ¿no es así? —quería estar seguro de que ella cumpliría lo que me estaba diciendo.
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Soy un temerario mi amor ©
RomanceHoy es un día de verano más, un día que paseaba con mi libro, el cual actualmente no recuerdo su título, ¿pero qué importa eso?, lo importante es que la conocí. Y desde ese momento, no he dejado de seguir sus pasos arduamente. Mi amor se ha vuelto i...