Capítulo 33: Cría cuervos y te sacaran los ojos

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La situación ahora no podría ser más tensa, ¿o quizás sí? La verdad... es que no lo sé, pero era evidente que nos costaría trabajo hacer que ese idiota se fuera, pues daba por hecho que el otro no se marcharía por las buenas, así que, por lo mismo, me llegó a la mente uno de esos programas policiales, en donde explicaban que al asesino le gustaba volver a la escena del crimen, aunque esto era algo más bizarro y malévolo, ya que quizás su objetivo era burlarse de nuestro sufrimiento al airear su impunidad delante nuestro. Si bien puse de ejemplo aquella idea, lo cierto es que no se planteaba la misma situación que en ese programa, porque nosotros sabíamos la verdad. Sin embargo, si hablamos de Lili, sería desafortunado comprender para ella que su amigo de la infancia la había traicionado de alguna manera y que, además, los esfuerzos que hizo por llevarlo por el buen camino se transformaran en algo insignificante para él, dicho esto, obviamente que ella era la única que no estaba enterada. Por otro lado, estaba Louis, quien quizás no se sentiría traicionado, aunque sí de alguna manera decepcionado, o al menos eso creía, aunque podría estar equivocado al recordar lo que él me había dicho, suponiendo que en algún lugar de su ser esperaba que él cambiara, cosa que no iba a suceder dadas las pruebas circunstanciales, y por eso vino hasta mí, ¿no es así? Fuese lo uno o lo otro, pasaron demasiadas cosas como para que yo entendiera por completo qué pasaba por la cabeza de ese rubio, aun así, sabía sobre lo que pensaría Lili, pues a ella sí la conocía. Ahora, volviendo a la situación, el hermano de mi amada entrecerró los ojos al ver la respuesta tan desagradable que el otro le había dado, y le dijo lo siguiente:

—Ya eres parte de una mafia —escupió entre dientes, casi como si quisiera ocultar ese hecho, no obstante, Gael dio a conocer que eso no poseía importancia para él.

—No sé porque lo escondes, eso no va a cambiar nada lo que está pasando actualmente —le dijo, y entonces vio a Lili salir de la cocina; ahí supe que se pudriría todo—. Vamos a decirle la verdad a tu hermanita —una sugerente sonrisa se apoderó del rostro del pelinegro, y estuvo por dar un paso para dirigirse hacia mi ángel, no obstante, no se lo permití, pues me puse en medio de su camino, lo cual sorprendió a mi amada, quien ahora se daba cuenta de la presencia de Gael.

—Gael, ¿Qué haces aquí? —le preguntó, pues sabía que conmigo él no tenía una buena relación después de nuestro último encuentro. Por otro lado, el recién llegado pasó por alto las palabras de ella y se dirigió a mí con un tono amenazador.

—Apártate... Dalton Alvey —sus ojos no dejaban de ser los mismos; eran tan fríos como la hoja de una cuchilla, y tan asquerosos como él mismo.

—Sabes que no lo haré —le sonreí de lado, atreviéndome a desafiarlo.

—¿Con que esas tenemos? —me dijo, y de repente él chasqueó los dedos, a lo que luego vimos cómo de detrás de ese idiota aparecía un numeroso grupo de tipos, quienes nos hicieron retroceder por las metralletas que sostenían.

—¿Qué está pasando? —gritó Lili evidentemente asustada.

—¡Quédate detrás de mí! —le expresé. Ahora estábamos nuevamente en problemas, sin embargo, Louis no se quedó atrás, y usó dos de sus dedos para emitir un chiflido que hizo salir a esos hombres tan bien ataviados, pero a la vez, también armados.

—¡No voy a olvidar tu falta de cortesía! ¡Gael! —le exclamó Louis, quien estiró su mano hacia él señalándolo seriamente—. ¡Todos los demás resguárdense! —ordenó el rubio a los invitados, y al escuchar las últimas palabras del hermano de Lili, daba por hecho de que él nuevamente iba a luchar, así que me apresuré para escaparme con mi novia, pero de repente, cuando todo parecía terminar en una evidente confrontación, alguien llamó al otro idiota por su nombre.

—¡Gael! ¡Primo! ¡No lo hagas! —de pronto, la que decía ser mi vecina detuvo a aquel imbécil.

—¿Lulubel? ¿Qué rayos haces tú aquí? —Gael paró a sus subordinados al poner su brazo frente a ellos para así evitar que lastimaran a la muchacha, así que todos los que estaban detrás de él bajaron sus armas.

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora