Capítulo 32: "Reunión de Chacales"

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Quizás el funeral hubiera pasado a ser sólo una experiencia silenciosa y agría a la vez, de no ser por la aparición de esa extraña mujer. Decía ser mi vecina, pero realmente no la ubicaba de nada, de ahí que lo más probable era que se tratara de una acosadora, aunque también podría caber la posibilidad de que estaba tirando ideas a lo loco con todo lo que me ocurría, así que descarté la teoría, y me dije que quizás era una de esas personas que te llegan a ver de lejos, ya que eso suele pasar, ¿no? Hay gente que simplemente te conocen de vista y por rumores.

—Para ser sincero, no te he visto nunca —le aclaré. No quería parecer un patán, sin embargo, no me quedaba de otra, pues realmente se me había pasado su cara, aunque he de admitir que es muy bonita y llamativa, no obstante, no más que Lili.

—Oh, entonces debes ser un poco distraído. No te preocupes, creo que a cualquiera puede pasarle. Por cierto, lamento mucho lo de tus padres —su mentón bajó en dirección al piso, y recordé de nuevo el porqué estaba yo ahí, así que ahora me invadía nuevamente un poco la angustia.

—No pasa nada. No soy muy religioso sabes, pero creo que ahora deben estar en paz —mencioné, y me quedé en silencio, esperando que ella se fuera a otra esquina de la sala o algo, pues no quería hablar con ella.

—Por cierto, no me esperaba que fueras amigo de Lili y Louis —y ahí estaba, metiéndome charla. Por otro lado, ese comentario estaba un poco desubicado. Si mal no entiendo, por lo general la gente te hablaba sobre los recuerdos de los difuntos. Sin embargo, esta chica había elegido desviar su atención principal hacia aquellos que me acompañaban.

—¿Los conoces? —la interrogué.

—Sí, son conocidos de mi primo. Los llegué a ver un par de veces juntos, pero yo casi no me hablo con él —no entendía a quién se refería.

—No sé de quién hablas —le informé, y al poco tiempo divisé a Marco entrar acompañado de Alan, quien parecía distraído. El acontecimiento anteriormente relatado me había permitido darme la oportunidad de dejar a esa inusual muchacha de lado—. Debo irme, ya que es mi deber ir a hablar con todas las personas que lleguen —le hice saber, e iba a pasar por su lado para llegar hasta Marco, pero ella me tomó por la manga de mi traje negro, y parecía que me rogaba con los ojos que me quedara con ella, cosa que no haría. Moví mi cabeza en un signo claro de negación, y acto seguido, me zafé de su agarre para luego ir a donde estaba Marco y Alan.

—Hey, Dalton —me llamó Marco.

—Hola Marco, pensé que no vendrías —le dije.

—Tenía que —me respondió, y miró a Alan unos segundos para luego autocorregirse—. Más bien, teníamos.

—Comprendo.

—Lamento tu pérdida, y a pesar de lo sucedido, creo que esto es lo mínimo que podríamos hacer por ti por ahora —me aclaró. Al parecer, él aún no había cambiado de opinión al respecto, aunque me daba algo de alivio que no me dijera nada sobre su teléfono, el cual lo tenía Louis.

—Sabes, te hubiera llamado de no haber perdido mi celular. Bueno... digo perdido, pero en realidad un idiota me lo robó en lo que jugaba al futbol con los chicos el otro día.

—¿Cómo fue que sucedió? —fui realmente muy iluso a la hora de pensar que no me diría nada, no obstante, peor aún fue escuchar lo que tenía para contarme.

—Pues veras, uno de los chicos vio cómo un extraño sujeto se llevaba mi teléfono —iba a decirle si logró divisar al tipo, pero se me adelantó—. El hombre creo que era rubio, tenía aparte lentes de sol, un sombrero blanco, y también un sobre todo que llevaba del mismo color, además, estaba con la boca cubierta con una de esas cosas que usan los doctores. Cuando le gritaron, éste salió corriendo, y el maldito era tan rápido, que no llegamos a pillarlo —me quedé un poco pensando en lo que me decía; ¿acaso Louis era tan idiota como para hacerlo por sí mismo?

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora