Dentro de este momento, mis ojos se mantenían firmemente abiertos, tanto, que parecían salirse de mis cuencas; mis manos temblaban ligeramente, mis músculos se tensaban, y mi voz estaba completamente apagada. Todo eso, sumado a la sombra que oscurecía mi rostro, me daba un aspecto maquiavélico. No podía controlar la ira, así que mi condición actual me enfermaba, y eso hacía que olvidara mi objetivo. Siendo así, me levanté abruptamente, pero fue tal mi movimiento, que termine haciendo que la silla cayera. No le di importancia al ruido ensordecedor que hizo la misma, y en lugar de eso, terminé arrojando la laptop con mucha fuerza hacia la pared, y ésta terminó destrozada. Quería destruirlo todo en ese instante, pero debía controlarme, ya que esa no era solo mi casa, además, mis padres seguían aquí. Sin embargo, alguien me escuchó, y enseguida no dudó en abrir la puerta de mi cuarto.
—¿Estás bien Dalton? —era mi madre, y en su tono desbordaba la preocupación.
—Me encuentro bien... —no pude evitar sonar sombrío, y tampoco quise mover algún músculo. Pero ella sabía que algo no funcionaba, por eso, disimuladamente, su mirada se deslizó por el cuarto; así fue como encontró la laptop sobre el suelo echando alguna que otra chispa.
—¿Se te cayó? —preguntó con aparente inocencia, y yo, simplemente asentí con un incómodo silencio, a lo cual ella se acercó un poco, pero se detuvo al instante; algo la había frenado... ¿y de qué se trataba?, no estoy seguro, aunque quizás el aspecto fúnebre que yo tenía la había puesto muy nerviosa—. Creo que puedes recogerla por ti mismo, sin embargo, ten cuidado, ¿de acuerdo? —retrocedió, y volví a mover mi cabeza dando la misma respuesta. Más tarde mi madre se retiró, y con ella, la preocupación que sentía por mí. Aunque había tenido en cuenta sus amables palabras, tomé la laptop y sentí una descarga que quemó un poco mi mano, lo cual me obligó a soltarla, por lo que enseguida se terminó de apagar, y ahora sí parecía que estaba completamente deteriorada.
—Vaya desastre... —y sin darle mucha importancia al dolor de la quemadura reciente (que luego más tarde atendería) fui a arrojar a la basura el aparato. Ahora me había quedado incomunicado con Lili; vaya estupidez. Mañana le tendría que entregar la carta a mano, aunque si lo pienso bien... ahora ésta me dolía, ¿debería escribir de todas maneras?, pues bien, lo medité un poco y pensé que sí, ¿por qué no?, después de todo, estaba luchando por ella, así que una pequeña lastimadura no me detendría. Por otra parte, no era que me importara poco lo que su persona estuviera atravesando, y por eso, quizás una carta no era tan importante viendo la situación con la que me encontraba, no obstante, era mejor tenerlo en cuenta, no quería dejar mis responsabilidades de lado, aparte, el encuentro sería mañana, y se transformaría en una buena distracción, pues no creía poder dormir tranquilo esta noche. Así fue como me quedé desvelándome una vez más, siendo acompañado de mi instinto incontrolable de ira que iba y venía de a momentos, pero la carta me ayudaba a estabilizarme, por eso había decidido seguirla, y la falta de sueño casi no la notaba debido a la preocupación que sentía por mi princesa; Dios sabía que solo tenía un guerrero ahora para protegerla, y ese era yo. De este modo las horas pasaron, y no me di cuenta de que las sombras se desvanecieron rápido. Quizás era por la falta de concentración, o tal vez, por mis descontroladas ganas de matarlo a él; de cualquier manera, fuera una o la otra, estaba más que amarrado a mi suerte, e irónicamente el día se me había plantado como uno radiante. Dado que no podía esperar hasta la hora acordada: tomé mi carta y decidí darme una disimulada vuelta por la casa de Lili esa mañana. Para estas horas mis padres aún dormían, así que no habría problema. Es así que me escabullí lo mejor que pude y escapé sin mayores inconvenientes, pues creía que lo más adecuado era tomar el camino directo a la casa de mi amada, pero debido a mis recientes experiencias de ir por la parte delantera para destacarme como el héroe que me creo, consideré que era una mala decisión, es por eso que me decliné por otro camino, y creo que eso fue lo más correcto, pues antes de llegar a la esquina, divisé a una persona con valija en mano, la cual se trataba de un muchacho, y antes de que éste me viera, me escondí detrás de la columna que estaba cerca de la casa, y sí, fue la misma columna en donde me detuve ese día a escuchar la conversación de ese patán con mi ángel, con la diferencia de que hoy me detenía a espiar a este nuevo sujeto. Este nuevo personaje, tenía una elegante forma de vestir: un saco blanco, una especie de sudadera gris con cuello de tortuga (¿acaso no tenía calor?), unos pantalones también del mismo color que su chaqueta, y unos zapatos de cuero bien lustrados. ¿Acaso era algún pariente de Lili?, pero que yo sepa, no tiene hermanos o algo por el estilo, ¿entonces qué era? Entre cerré mis ojos y analicé más la situación. Observé que el chico era rubio, aunque desde esta distancia, me era imposible saber su estatura exacta, pero parecía ser más alto que yo, y sus ojos... me era imposible definirlos. Después de analizarlo hasta este punto, me di cuenta de que no era infalible a la percepción de este tipo, porque lo vi voltear disimuladamente a donde yo estaba, es por eso que me escondí enseguida, pues creí por un instante sentir que él me estaba sonriendo aun cuando estaba detrás de la columna, lo cual era terriblemente aterrador. De todas maneras, no volteé hasta que escuché el timbre de Lili sonar, por lo que presencié como ella lo recibía desprendiendo así mucha sorpresa por su parte, sin embargo, no llegaba a escuchar qué era lo que decían. Enseguida, mi princesa lo invitó a pasar, y hasta ahí quedó por ahora el asunto. De inmediato, y gracias a mi ansiedad, volví a mirar la hora en mi reloj de muñeca, entendiendo de esa manera que seguía siendo temprano, y que apenas se habían hecho la una de la tarde, así que debía regresar para el almuerzo. Por consiguiente, y luego de haber hecho mi corta investigación, en menos de una hora llegué a mi casa para comer. Por suerte no tuve que responder a incomodas preguntas de parte de mi madre, y en cuanto terminé, regresé a ver que sucedía en la vivienda de Lili. Pero cuando estaba llegando, para mi sorpresa, apareció ese chico, el que me había dado el puñetazo en la cara la última vez que lo vi. Esto se había convertido en una autentica desgracia, ¿acaso ella no lo había rechazado?, si era así, ¿qué hacía ahora aquí? De todas maneras, me contuve y me volví a esconder antes de que me divisara, y otra vez esperé. En cuanto nuevamente escuché el timbre me asomé, y allí vi al chico rubio atender la puerta. ¿Qué era esto? ¿Qué estaban planeando con semejante reunión? Acaso... ¿esto era una trampa para mí? No puede ser, si era así, no perdonaría a ninguno de los dos por entrometer a Lili. Ahora mismo no sabía quién era el culpable de ese email, pero lo averiguaría; alguno de esos dos era seguro. Finalmente, tuve que al menos aguantar un rato más hasta que se hicieron las tres, y ya no podía más. Entre el calor y la desesperación de saber que pasaba ahí dentro con los otros dos idiotas, no lograba tolerarlo más. Entonces salí corriendo hacia la entrada, y por un momento, creí que alguien me estaba vigilando desde un lugar muy cercano, lo cual me provocó escalofríos, pero no me importó. Lentamente, golpeé la puerta por los nervios, y me pegué un sobre salto cuando el mismo rubio me atendió. "Pero... ¡qué diablos está haciendo en la entrada de nuevo!", me dije, y entonces lo vi sonreír de una manera un poco... ¿dulce?, espera... es hombre, no debería decir estas cosas. Sacudí la cabeza y me di cuenta de que ahora podía ver claramente sus ojos, eran azules, y tan profundos como el mar.
—No te conozco —me salieron esas palabras del alma, pues ni idea de quién era, y yo ahí tratando de ubicarlo.
—Pues yo sí te conozco —¡lotería!, ahora estaba seguro que era él; se entregó solo—. Dalton, has llegado antes de la hora indicada.
—¿Piensas que me iba a sentar a esperar en mi casa tan campante con lo que pusiste en ese email? —fruncí el ceño, y él en cambio rio sutilmente.
—¡Sí, es decir, me di cuenta de que no podrías esperar! Yo sé bien cómo eres —me aseguró, y luego se hizo a un lado para hacerme entender que me dejaba pasar—. Por favor, pasa, Lili y Gael, nos están esperando —dijo con un tono lleno de amabilidad.
—No puedo creer que estés en su casa... ¿cómo es que te atreves? —me adelanté unos pasos para quedar justo a su lado, y él se inclinó sobre mi hombro para susurrarme las siguientes palabras, que no lograron impactarme, pero sí su cercanía, la cual me hizo encoger de hombros notablemente.
—Eso lo sabrás en cuanto estemos todos juntos —se alejó suavemente, y me dio un leve empujón para que avanzara, y yo, sin más opciones, tuve que impulsarme a hacer lo que me pedía, aunque no quisiera. Así fue como me adelanté a él y llegué a la sala donde, por desgracia, encontré a mi más terrible rival: Gael; creo que así lo llamó este tipo.
—¿Qué hace este idiota aquí? —exclamó en lo que se levantaba del sofá en el que estaba, y me señalaba con su inmundo dedo, y ni que decir de su despreciable mirada; me observaba como si quisiera matarme, aunque no voy a negar que compartía su mismo sentimiento, solo que a la inversa.
—Me ganaste en lo que iba a decir... ¡Imbécil! —di un paso hacia delante con la intención de encararle, y él hizo lo mismo, pero el rubio se interpuso entre nosotros, y nos detuvo al poner una mano en el pecho de cada uno.
—¡Tranquilos!, no querrán armar escándalo en la casa de Lili —con solo decir su nombre, nosotros que éramos las fieras, nos calmamos, y le quedamos mirando muy mal—. Bien, creo que es hora de dar explicaciones —lo vi inclinar un poco la cabeza a un lado algo nervioso, y sin embargo, aún conservaba su amable sonrisa.
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Soy un temerario mi amor ©
RomanceHoy es un día de verano más, un día que paseaba con mi libro, el cual actualmente no recuerdo su título, ¿pero qué importa eso?, lo importante es que la conocí. Y desde ese momento, no he dejado de seguir sus pasos arduamente. Mi amor se ha vuelto i...