Capítulo 40: "Perfumes"

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El ambiente se encontraba más que cargado: estaba lleno de pesadez, angustia, y quizás, inquietud, pero esto, sólo se veía por parte de Lili. ¿Acaso había hecho mal a la hora de elegir correctamente mis palabras? No, no podía ser, después de todo, lo correcto era darle la opción el beneficio de decidir, pues yo consideraba que era la única manera en que ella me llegaría a amar de verdad.

—Dalton, aunque lo pongas así... no lo sé, la última vez que salimos fue sólo para conocernos un poco mejor —inclinó su cabeza a un lado, y al mismo tiempo, desvío su mirada de mí. Haciendo ese tipo de gestos, me estaba demostrando que buscaba rechazarme, aunque al mismo tiempo no. Fue entonces cuando miré de reojo a Louis. Pensaba que él debería tener algo que ver, pues la última vez ella no se lo había tomado tan a pecho. Sin embargo, él parecía demasiado tranquilo, dándome a entender que probablemente era mi culpa, después de todo, en la última y primera cita que tuvimos yo la importuné.

—Prometo que no volveré a hacer nada que no te guste —le aseguré, e incluso, le rogué, pues quería que saliera conmigo. Aun así, mi bella flor mostraba esa expresión de dudas. No estaba logrando convencerla, es por eso que bajé un poco la cabeza, ya que me decepcioné.

—Deja que se lo piense, Dalton, después de todo, estarás en cama durante unos meses, hasta entonces, tendrás un tiempo largo para persuadirla —la insistencia era una buena arma de convicción, así que se transformó en una excelente estrategia para llevar a cabo mis objetivos.

Después de dar aquel consejo, Lili se alteró como era de esperarse, ya que igualmente, creo que a nadie le hubiera gustado ser entregado de esa manera. Más adelante, con el paso de los días, noté que algo en mí estaba un poco extraño, no en si mal, pero sí que se sentía fuera de lugar. Durante las noches en que mi Ángel venía para darme medicina, no llegaba a tener largas conversaciones con ella como yo quisiera, debido a que luego me desvanecía en la cama. A veces tenía la sospecha de que me drogaba adrede, pues... si no, ¿cómo puedo explicar todos esos lapsus? Por otro lado, llegué a presenciar la noche anterior un acontecimiento sobre cogedor. Antes de desmayarme como de costumbre, creía haber visto por la ventana a Gael observándome, y de paso, me pareció que momentos más tarde, Louis entraba a los apurones a mi cuarto. Obviamente, en ese instante, traté de hablarle, no obstante, no salían las palabras, así que di por hecho que estaba más allá que acá, y al poco, caía en los brazos de Morfeo.

A pesar de que pedí explicaciones al día siguiente, nadie me decía nada, aunque notaba media inquieta a Lili: quien no parecía sonreír igual que siempre, por lo que el ambiente se volvió a alterar, aunque de una manera diferente, y yo, entraba en ese bucle de dudas nuevamente.

Así pasó un mes, luego dos, y tres, hasta que logré recuperarme. Una vez que estuve en buenas condiciones, no contuve mi ansiedad, aunque, a decir verdad, no es como si lo hubiera hecho en lo que estuve en cama, ya que de por sí, cada día le preguntaba a Lili si saldría conmigo una vez recuperado, hasta que un día me grito, y me dijo que me callara, refiriéndose al final a mí como un pesado. Esa situación ocurrió hace una semana atrás, y, a pesar de todo, aún no tenía una respuesta de su parte. Ahora que estaba de pie, era mi oportunidad de aprovechar e intervenir de nuevo.

—¡Oye, Lili! —apenas otra vez ella me escuchó, la vi encogerse en su lugar, suspirar, y girar su cabeza hacia mí; la había encontrado en la cocina, justo delante de la alacena.

—¿Qué pasa Dalton? —parecía algo fastidiada, pero yo no iba a rendirme; no se encontraba esa palabra en mi vocabulario.

—¿Qué tal si salimos hoy? —le pregunté, y ella tan sólo rodó los ojos, se giró nuevamente a la alacena, y volvió a revolver las cosas ignorándome. Por un momento creía que no iba a contestarme nada, hasta que noté que hizo el gesto de cuando se te viene una buena idea a la cabeza.

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora