95. Querer

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-¿Buscar al ángel? -preguntó Magnus-. ¿Y cómo voy a buscar yo a un ángel?

-Eres un dios, Magnus. Contactar con un ángel no es tan difícil.

-Pero cómo voy a saber quién es. ¿Lo sabes tú? ¿Hace cuánto sabes que había en mí un trabajo de ángel? ¿Por qué no me dijiste?

Catarina lo miró largamente, las estrellas parpadeando tras ella. -Lo sé ahora. Ahora que, de algún modo, lograste desbloquearlo.

-¿Crees que fue el beso? ¿Por qué, si no es el primero?

-Es el primero que vuelven a darse Magnus y Alexander, libremente siendo ustedes de nuevo. Sin lunas de por medio.

-¿Y por qué él no recuerda?

-Habla con el ángel, Magnus -insistió Catarina.

* * *

Mientras Magnus hablaba con Catarina, Alec se sentó en su cama, levantó su suéter para acariciar su vientre, su abultado vientre, sonrió cuando sus hijos se movieron al contacto con su mano.

-Max y Elara -susurró sus nombres.

Su gordura ya era evidente, la cuarta Luna se acercaba. Sólo iba a estar un mes más en la universidad, cuando la forma de su vientre fuera claramente la de un embarazo -por inverosímil que eso fuera- quería estar lejos de todos. Los permisos en la universidad ya estaban autorizados, se ausentaría durante un semestre, la segunda mitad de su embarazo y un mes más.

Si todo salía bien, él estaría de regreso con sus dos hijos.

Ansiaba irse, alejarse de todos, pero hasta ahora no había pensado que iba a extrañar a alguien en específico:

Magnus.

Llevó su mano libre a sus labios, tocando suavemente. Recordando ese mismo breve roce con los de Magnus. Lo había besado, aunque el contacto fuera leve. Y él se lo permitió.

Y no sólo eso, le había dicho que lo quería, y él respondió de igual forma. Y es que realmente lo quería, en unas pocas semanas se había acostumbrado a él, su presencia, su compañía. Podías pasar años con alguien y nunca llegar a quererlos, a apreciarlos más que conocidos y, en cambio, había personas que llegaban a tu vida y rápidamente se colaban en tu corazón.

Magnus era de los segundos y no entendía por qué. Alec no solía dar fácilmente su corazón. Y no sólo él, sus hijos también.

Era tan confuso. Poniendo ambas manos en su vientre, caminó hasta el balcón, necesitaba a su Luna. Tenían que hablar.




CONTINUARÁ...

Gracias por leer ❤
Ya que ando con preguntas, al terminar esta historia, estaba pensando escribir "Antes de la luna", lo que fue los extras, pero bien desarrollado, sería triste el final y ya lo saben, pero ¿lo leerían?

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora