133. Preguntas

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Algunas noches después, Magnus y Alec se miraron finamente mientras Rafa dormía entre ellos. La Luna, casi llena, brillaba en lo alto, su luz colándose por la ventana. Magnus tendría que irse pronto, Esperanza ya llevaba horas ocupando su lugar, su cuerpo acompañado por Ángela.

La Luna llena estaba cerca, un mes más y un mes menos.

Rafa hacía soniditos felices mientras Magnus veía los ojos de Alec cambiar, azul, plata, dorado, en cada parpadeo veía ahí a su amado, su ángel, su alma gemela. Suyo y no de la Luna.

Mientras Alec miraba aquellos ojos de gato, verde dorado. Había tenido un sueño la noche anterior, él y Magnus bailaban bajo la Luna llena. Él con un vientre plano, no estaban ni Max ni Elara dentro de él, y Magnus tenía ese color en su mirada, ese verde dorado era realmente suyo, no eran estos lentes de contacto, eran realmente sus ojos.

Alec había despertado por el llanto de Rafa que tenía hambre. Magnus ya no estaba. Y él intentó convencerse de que había sido un sueño provocado por la historia de los Amantes que Magnus le contaba antes de dormir.

Magnus sonrió. Extendió su mano sobre Rafa, hasta tocar el vientre de Alec, y subir la caricia hasta su mejilla. Como siempre hacía, cómo él amaba que hiciera. Alec cerró sus ojos y se acercó más al toque de Magnus, recordando la pregunta de Esperanza:

<<-Hablo de Magnus, Alec.

Alec se había quedado en silencio, sorprendido.

-Magnus es mi amigo -había terminado por decir rato después.

-¿De verdad? Esa mirada tuya, y la de él, el trato que se dan...

-Somos amigos -insistió Alec, pero... ¿lo eran?>>

Magnus dejó su pulgar acariciar el pómulo de Alec. Recordando, a su vez, su propio encuentro:

<<-¿Ya sucedió, Magnus? ¿Te ama o te quería sólo por el enlace entre él y la luna? El tiempo se acaba, querido.

-Alexander me quiere -lo había dicho sin dudar.

-Te creo -respondió Camille, inesperadamente-. Te quiere, pero yo pregunté si te ama. No es lo mismo.

Magnus había callado. ¿Lo amaba?>>

-Entonces B y su amado empezaron a pensar en huir -Magnus siguió hablando-, ellos querían ser libres y amarse.

Esos ojos de oro y plata se abrieron. -¿Lo lograron? -preguntó Alec, casi sintiendo en su pecho la angustia de los amantes.



CONTINUARÁ...

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora