12. Quédate

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Pero a cambio quiero el hijo primero que le engendres a él. Que quien su hijo inmola para no estar sola poco le iba a querer 🎶

* * *

Alec no estaba seguro por qué había hecho eso.

Bueno sí, en realidad lo sabía. Estaba molesto. Muy molesto. Aunque no sabía muy bien la razón.

Él había pedido esto. Fue su deseo aunque nunca lo creyó posible. Pero quién se creía este dios, o diosa, para ni siquiera presentarse con él...

Quería, necesitaba, a la Luna, su piel, su cuerpo, cada célula rogaba por su luz.

Su hijo.

Pero estaba absurdamente molesto. Así que había decidido no salir esa noche. Lo castigaría con su ausencia, pero de camino a la ducha pensó ¿qué le puede importar a un dios la ausencia de un mortal?

Y se molestó consigo mismo, por actuar de ese modo. Así que había regresado, todavía desnudo, al balcón. No había salido, porque aunque no había casas altas frente a la suya y desde abajo no podían verlo, todavía era cauteloso y lo único que quería era hablar con la Luna.

Con el padre de su hijo.

La miró fijamente. Brillaba demasiado, parecía parpadear en plata y dorado. Algo luchaba por llegar a su memoria al ver esos colores. Una de sus manos estaba en su vientre, era algo inconsciente.

-Así que a ti debo esto -no fue una pregunta, más bien una afirmación, decirlo en voz alta lo hacía más real y lo siguiente no pensaba decirlo, pero salió igual: ¿Te conoceré algún día?

Se refería a Él. Él, de quien Tessa había hablado. No de la Luna, el astro, la diosa que veía cada noche.

Alec quería conocerlo a Él.

¿Qué aspecto tendría? ¿Tendría algún nombre?

Se rió, sintiéndose estúpido, y, con un suspiro, entró de nuevo y se fue a la ducha.

Miró a la Luna de camino a su cama, de nuevo no cerró la puerta, y se acostó a dormir. Una de sus manos en su vientre. Antes de entrar completamente en el sueño, creyó escuchar una voz melodiosa decir "Estoy aquí. Siempre voy a estar".

* * *

Magnus observó aquel joven mortal. Era hermoso, físicamente era hermoso, pero a él había algo que le atraía más.

Su energía. Alexander tenía un aura bella y buena. Era fuerte y valiente, como había demostrado hoy mismo al elegir a su hijo. Y en esos ojos azules había desafío y molestia. Magnus sentía a Alexander, al padre de su hijo.

Después de esa pregunta Alexander había reído, suspirado, y se había metido. Magnus lo vio volver unos minutos después, pero ya no salió ni se asomó, fue directo a su cama.

Y Magnus no pudo resistirlo. Necesitaba bajar aunque fuera unos minutos. Estar cerca de él. Sentir a su hijo, de ambos, en su vientre. Tocar aquella suave y pálida piel que se calentaba con su toque.

Alec se removió y se acercó más a él, a sus manos. -Estoy aquí. Siempre voy a estar.

La mejilla de Alec acarició la mano de Magnus con un movimiento, y susurró dormido: -Quédate.

Quédate.

Magnus quería quedarse, pero no podía...

-Tal vez la siguiente Luna llena, querido. Cuando sea fuerte...podre volver y velar tu sueño a tu lado, y no desde el cielo.


CONTINUARÁ...

no están amando cómo surgen los sentimientos? *_*

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora