Capítulo 34: Viejas historias

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— Perdone la intromisión— es lo primero que alcanzo a decir— Disculpe, pero, ¿U-usted me conoce?

— Pues claro que si— afirma— ¿No crees que seria raro, no reconocer a mi propio nieto?

Mis brazos tiemblan un poco por el asombro, ella suelta esas palabras como si nada, esta definitivamente no es una situación normal, ni siquiera siendo una mentira, ya que seguro lo es, mi padre nunca hablo de su madre, de hecho él parece darla por muerta.

— Por tu cara puedo ver tu padre cumplió lo que dijo— rueda los ojos y se levanta de su puesto— Deja al niño sobre la cama.

La miro inseguro, no me muevo de mi lugar, preguntándome internamente si fiar en ella o no. De hecho la "conozco" desde hace no mas de cinco minutos, y cuenta disparates a más no poder.

¿Quien diablos confía en una desconocida tan rápido? Siento que me ve la cara de idiota.

Sin embargo antes de responder sarcásticamente, viene a mi mente el repentino pensamiento de que otro lugar podría ir para proteger a Ariel, si ninguno se ve mas apto que este.

Bufo por mis limitadas opciones.

No descarto la opción de usar mi magia si así se requiere.

— Vamos, sabes que si te quisiera hacer algo ya lo hubiera hecho, ademas de que sabes que no soy una amenaza para ti— señala la cama— Estoy bastante segura que puedes ver mis ondas mágicas.

Termino suspirando hondamente, sabiendo que hasta cierto punto, de alguna manera extraña, tiene razón.

Desconfiado y sin dejar de ver sus ondas recuesto a Ariel sobre la cama y tomo una gran bocado de aire antes de hablarle a mi supuesta abuela.

Si ella entiende lo de las ondas, entonces realmente podría ser mi abuela, si no, no sabría que puedo verlas.

Es solamente algo de familia.

— ¿Como lo sabes?— le interrogo.

— Es fácil, lo heredaste de mi— levanta la palma de su mano y toca específicamente un lugar en la pared, de donde salen un montón de frascos al sentir su tacto— Aunque, es una sorpresa que despertara.

Ella toma varios frascos, en un recipiente vuelca algunos, los mezcla y como si nada se acerca a nosotros.

— ¿Que es eso?— interpongo mi brazo antes de acerque lo suficiente a Ariel.

— ¿Sigues de desconfiado?— la miro enarcando una ceja y no me muevo— Bueno no te culpo, esta casa es un caos.

¿Solo por eso?¿Que hay del sentido común?

Suspira cansada, y deja el recipiente en una mesa, para seguidamente mirarme fijamente antes de hablar— ¿Que puedo decirte y que quieres saber para que dejes de desconfiar de mi?

— ¿Como te llamas?

Bufa fuertemente.

— Danna Kokinos— por su ojos pasa un flechazo de melancolía— No uso el apellido de tu abuelo— aclara.

Al escuchar su apellido me estremezco al entenderlo perfectamente, es un apellido griego.

Otra coincidencia.

— ¿Por qué no escuche hablar de ti antes?— algo en mi me dice, que realmente es mi abuela, pero de paso aprovecho la situación para que me de algunas explicaciones y busco más razones para afirmar mi teoría.

— Tu padre así lo quiso— se encoge de hombros— Después de todo, no les puede decir mucho de mi, ya que mi existencia esta limitada por mi supuesto esposo, no nos hubiéramos visto casi nunca. 

El Brujo tiene un MateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora