Era como si odiara y amara los domingos al mismo tiempo. Y en retribución, los domingos lo odiaran y amaran a él.
Porque ese último día de la semana siempre era lo mismo, jamás había un cambio. Era siempre calmo y ajeno a cualquier suceso del resto de la semana, como si el tiempo se sintiera pesado especialmente en esas 24 horas.
"Día de descanso" le llaman, pero el pelirosa lo detestaba. Y que nochebuena haya caído en un día como éste tampoco le otorgaba oxígeno suficiente para poder respirar y desear levantarse.
Finalmente se cansó de dar vueltas y se sentó en el borde de su cama.
Miró la hora y ya era plena tarde.
Suspiró pensando en que tendría que bañarse y prepararse física y emocionalmente para ir al hogar de su azabache.
Ya que su mente se encontraba algo dividida; la parte que quería ir desesperadamente junto a Marshall y quedarse allí con él, con los niños. Y la otra parte que, muy al contrario, quería quedarse en la cama y dormir hasta que llegase el próximo año.
"Cobarde" se decía a sí mismo mentalmente. Marshall le había preguntado directamente sí había algo mal en esas fechas, y tuvo el descaro de responderle que no había nada en especial, nada que le perturbase. "Mentiroso" fue lo que resonó ahora, sacudió la cabeza queriendo librarse de su propia voz interna.
No es que quisiera mentirle, esconderle la verdad, es que, aún se sentía dolido por los hechos. No tenía nada que ver con Marshall en si mismo.
Él era su propio problema. Y no podía soportarlo.
Se volvió a recostar mientras unas lágrimas brotaban de sus ojos nuevamente, como lo habían hecho toda la noche anterior, y en casi toda la semana transcurrida.
Pasó las horas en aquél estado inconsciente, puramente ido como lo producía el dormir.
No era de esas personas que soñaban cada vez que dormían. Siempre apoyaba la cabeza en su almohada y un instante luego se despertaba cuando varias horas habían pasado.
Y esta vez sucedió así también, despertó y miró un poco adormilado la hora en su celular.
Pegó un respingo y su interior se removió de culpa.
Ya tendría que estar en el departamento de Marshall, tendría que haber llegado y estar jugando y riendo entre la familia azabache. Debería haber salido hace horas, y preparado hace todavía más tiempo.
Volvió a sentirse mal al pensar que Marshall estaría esperándolo, pensó en qué decirle como excusa, aunque absolutamente nada sería totalmente válido. Sabía que era una noche especial tanto para su pareja como para los niños, y ya les había fallado para una fecha importante una vez.
Suspiró de manera algo entre cortada, continuaba lloriqueando en silencio, mientras montones de pensamientos colapsaban su mente.
No quería decirle a Marshall el verdadero porqué de su sufrimiento, le parecía demasiado estúpido como para compartirlo, pero no sabía que contestarle cuando muy probablemente le cuestionara su ausencia.
Y sin más tiempo de debate mental, su celular sonó.
Su respiración se agitó por el susto, por el pánico que tenia al solo pensar en atender aquella llamada.
Pasaron varios minutos, de manera inquieta, no se decidía en si contestar, porque no sabría qué decir.
Finalmente se decidió cuando ya hubo 3 llamadas perdidas.
Tomó una bocanada de aire y ahora fue él quién presionó el botón de llamar.
Oyó la voz de su pareja que pronunciaba su nombre hasta de manera aliviada. Él también menciono el nombre del azabache, de modo algo triste.
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Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)
FanfictionSi lo que buscas es una historia de amor adolescente y descontrolado, estas en el lugar equivocado. Porque aunque cada uno ha tenido su propia historia sin contar, esto es diferente. No son amigos de infancia ni tampoco amores pasajeros, sólo es alg...