31. Desahogo

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Ordenar y comenzar a guardar las pertenencias del ex-pelirosa fue la parte fácil, pero comenzar una conversación que dure más de tres minutos parecía toda una odisea.

— ¿No crees que fue algo temprano para ir a hablar con tu casera? —preguntó Marshall con una sonrisa— Seguramente estaba dormitando y ni siquiera entendió lo que le dijiste.

— Es una mujer de 75 años, créelo o no ella se despierta con el amanecer y juega al Candy Crush hasta quedarse sin vidas. —sonrió y rió suavemente siendo que certeramente cuando tocó la puerta la señora le contó que eso hacía— Es más, ella lo comprendió totalmente y me dijo que sólo necesitaba pagarle esta primera semana de alquiler.

— Es muy amable. —acotó el azabache aún guardando libros en una caja.

— Sí. —murmuró como respuesta.

Y así como rápidamente surgió la conversación, rápidamente se desvaneció.

El peliclaro suspiró un poco triste por ese hecho.

— ¿Se te hace difícil dejar ahora tu hogar? —preguntó Marshall con una sonrisita, al fin dando un verdadero tema de conversación.

— No es realmente eso, es decir, desde hace poco tiempo que puedo considerar este lugar como mío.—mencionó con cierta sonrisa melancólica.

— Mucho o poco tiempo aquí, dejas algún que otro recuerdo. —se levantó y seguidamente el peliclaro lo hizo también— ¿Alguno que quieras mencionar antes de terminar de empacar? -preguntó suavemente.

— Cuando desayune con tus hijos. —respondió rápidamente con una sonrisa- Fue algo importante para mí, algo realmente bueno. —dijo y el azabache sonreía mientras le oía— Luego con lo del patio, también fue lindo.

— ¿Nada más que eso? —preguntó con una sonrisita.

— Bueno... —comenzó con algo de nerviosismo, mientras llevaba su mano al costado de su cuello de manera algo avergonzada— Aquí fue donde formalizamos nuestra relación.—mencionó algo cohibido sentándose en el borde de la cama.

— Técnicamente, fue en la entrada. —sonrió y se acercó hacia su pareja sentándose junto a él. Posteriormente acercándose al punto de quedar frente a frente con sus respiraciones chocándose- ¿Nada más viene a tu mente? —preguntó con una sonrisa pícara.

Gumball soltó un suspiro que intentó ser una risa, luego le vio otro momento y susurró— Aquí lo hicimos por primera vez.—palmeó la cama en la que se encontraban y sonrió algo avergonzado.

Marshall sonrió apenas ruborizado, obteniendo la respuesta que quería— Y la mañana siguiente a toda esa deliciosa noche, te encontré durmiendo en la bañera como un ángel totalmente puro, eso es importante también. —rió cortamente y le sacó una sonrisa a su pareja quien luego se puso de pie.

— Supongo que me llevaré un recuerdo de cada parte de la casa. —decía mientras caminaba hasta el umbral de la habitación, donde desde el pasillo podía ver todos los sitios mencionados.

— No de cada parte.—acotó el azabache mientras se dirigía a él.

— ¿Cuál falta? —preguntó extrañado.

— El pasillo. —sonrió, encontrándose en ese sitio— ¿Nada pasó aquí? —preguntó esperando escuchar lo contrario.

— Nada, es sólo un pasillo. —levantó y bajó los hombros restándole importancia— Nada interesante puede suceder aquí.

— ¿Nada interesante, huh? —mencionó acercándose a su pareja.

Al percatarse de que estaba casi acorralado contra la pared el peliclaro inmediatamente captó a dónde quería llegar Marshall. Rápidamente sonrió estando en mejor sintonía y habló— Quizá podríamos hacer que algo interesante suceda, quiero decir, para no dejar este espacio vacío de recuerdos.

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora