5. Tanteando el terreno

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Minutos de silencio después, Gumball sólo se había resignado a hacer su trabajo y no escuchar lo que el azabache decía.


— Oye ¿Te enojaste conmigo? —hizo un pequeño puchero mientras se apoyaba en el costado del escritorio del menor.


— No, no lo hice. —dijo con un suspiro.


— ¿Seguro? —se acercó más, aún estando en su silla giratoria.


— Sí, estoy seguro.


— Bueno, si vas a comportarte así, me iré. —sentenció con tono ofendido, claramente fingido.


— ¿Qué? —volteó a verlo con sorpresa, viendo como tomaba su abrigo y se acomodaba para retirarse— No podemos salir hasta la hora de salida —dijo mirando de reojo el reloj— Y eso no es hasta las dos.


— Claro que puedo, —sonrió— tengo permitido salir para darle de comer a mis hijos y llevarlos al colegio.


El menor comprendió recordando que una vez eso ya se había mencionado, y aunque volviendo a querer concentrarse en su trabajo, Gumball volteó rápidamente para decirle— Saluda a tu pequeño de mi parte. —sonrió recordando al niño y Marshall devolvió la sonrisa acompañada de un "Sí, lo haré"


Momentos después ya con la tranquilidad en la oficina, Gumball sintió algo como un vacío. Pensó que era hambre,así que decidió comer el emparedado que habían comprado y luego de acabar con su trabajo, su mente divagaba entre las ideas de qué es lo que haría Marshall en ese extenso tiempo libre. Había notado de que el lugar se hallaba particularmente silencioso desde la partida de su compañero, pues ahora que tenía tiempo de meditarlo, el escribir frenético del teclado o el ligero golpeteo contra el escritorio que había provocado el mayor durante la mañana, de alguna u otra forma acababa de ser parte del ambiente que construía su inconsciente.


Creyó haber estado un buen tiempo divagando sin sentido, pero cuando observó su reloj apenas habían pasado veinte minutos desde la partida de su compañero, realmente parecía una eternidad. Aunque él bien sabía lo que era esperar, se sumergió de nuevo en sus mente, ahora dirigiéndose a ideas como qué es lo que podría hacer al llegar a casa, qué cenar, qué libro releer, cualquier cosa podía ser posible ahora que no tenía que matarse estudiando para la universidad. Un fugaz pensamiento le recorrió después de aquello, literalmente podía hacer lo que sea, cualquier cosa que no lo deje incapacitado como para trabajar obviamente, pero era lo que sea al fin y al cabo. Podría salir de fiesta, beber y divertirse como nunca lo había hecho por darle prioridad a su estudio, a pesar de que ahora que tenía la oportunidad de hacerlo, prácticamente no tenía a nadie con quien compartir esas experiencias.


Se entristeció un momento, aunque luego recordó a su compañero de área y tuvo la pequeña esperanza de poder entablar una relación lo suficientemente buena como para poder divertirse con el azabache, sea en la situación que sea. Y como si le hubiese invocado Marshall apareció por la puerta y al verlo más dormido que despierto, rió y le dijo— ¿Piensas dormir el resto de la jornada?


— No realmente. —sonrió estirándose, y luego preguntó— ¿Qué se supone que hagamos ahora?

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora