9. Desventajas de un papá de tiempo completo

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Gumball pasó todo lo que quedaba de fin de semana sin poder centrarse en nada, ni en la serie que se había propuesto empezar ni en la saga de libros que se había propuesto terminar. Pensaba y pensaba únicamente en Marshall, en la suavidad increíble de sus labios, y en aquella sonrisa que no podría sacar de su mente, que desde el primer día le cautivó, le llamó la atención y que conforme pasó el tiempo comenzó secretamente siempre quiso probar.


Acababa de bajarse del autobús y algo tambaleante por los nervios se dirigió al edificio donde trabajaba. Había decidido decir la verdad; le había gustado besarlo, le había encantado, quería volver a hacerlo una y mil veces más.


Aunque de seguro nunca lo diría en voz alta, quería darlo a entender, y estaba casi completamente seguro de que el azabache también se sentía así, quería creer que eso era así, pero y si... ¿Marshall solo jugaba con aquello? ¿Si aquella sonrisa que tanto adoraba era de burla?


Sacudió la cabeza esfumando aquellas y muchas más preguntas que le revolvían el estómago. De una forma u otra ese día se arreglaría todo, ese día hablarían del tema, ese día cambiaría su futuro. Bueno, quizá no era para tanto.


Caminó por el pasillo y llegó hasta la puerta que decía "Registros", titubeó un segundo ante la perilla, pero terminó abriendo la puerta con ímpetu.


Encontrándose con una habitación vacía, oscura y fría.


Se preguntó internamente dónde estaba Marshall, él nunca había faltado al trabajo y tampoco parecía de las personas irresponsables que faltaban cuando querían.


Una amargura le recorrió mientras se quitaba la chaqueta y sacaba su computadora para comenzar a trabajar.


Tiempo después, cuando ya comenzaba a cansarse de copiar papeles en completo silencio, el sonido de la puerta abriéndose le otorgó esperanza.


— Inspección sorpresa, señor Collins. —escuchó una voz que no era la que esperaba y se tensó de repente. Volteó titubeante con una sonrisa forzada y nerviosa. De repente el superior rió ampliamente y dijo— Tranquilo, es broma. —se acercó unos pasos.— Supongo que te has dado cuenta de que Marshall no vendrá. —aún tenso, respondió asintiendo ligeramente— Así que, en cierto sentido esto es una prueba, para ver cuánto logras hacer tú solo. Pero no te preocupes, si no terminas con todo Marshall volverá esta semana.


— Bien. —susurró nervioso. Luego de que el superior se despidió nuevamente se quedó pensativo y en silencio.


Pensaba en qué le habría sucedido al azabache, se había pedido los días, eso era un hecho. Pero... ¿por qué?


¿Le había sucedido algo a él? ¿algo a sus hijos? ¿Tanto así como para faltar al trabajo?


Las preguntas se multiplicaban en su cabeza y las respuestas eran cada vez más escasas. Pasó todo el día pensando en ello. Toda la mañana en el trabajo y toda la tarde divagando por las calles, pasando varias veces por enfrente de la cafetería, sintiendo cierta melancolía por esos días en todo era más simple. En donde sólo eran él y Marshall, dos desconocidos con sólo un metro y medio de distancia, sin palabras de entremedio y una curiosidad inmensa dentro.

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora