Al no poder cumplir al 100% con lo que planeé para el capítulo anterior, decidí hacer esta parte como un extra, ya que realmente no quería arruinar ese final perfecto que me salió mucho mejor de lo que esperaba. Así que aquí está lo que sería el resto del capítulo, en casi una continuación inmediata de en lo que nos quedamos:
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Marshall sonrió mientras se levantaba del asiento, pues la llamada que acababa de recibir no era quien más le agradaba pero la expresión de celos del menor no tenía precio.
Una vez que estuvieron en el auto y ya casi llegado al lugar indicado, Marshall preguntó— ¿Quieres acompañarme?
— No lo sé. —murmuró dubitativo.
El azabache sonrió— Está bien, me encantaría poder presumirte con toda esas personas, pero podemos dejarlo para otra ocasión. —le guiñó el ojo y bajó del auto.
Gumball pensó en ello un momento, en que "lo presumiría" con esa gente, y sin quererlo comenzó a pensar en los distintos escenarios que podrían surgir. Le parecía hasta graciosa la idea de entrar tomado del brazo de Marshall, observando las caras de asombro e indignación de las señoronas que alguna vez intentaron algo con el azabache. O aún peor, podrían hasta insultarlos y echarlos, aunque nunca entendería el porqué de tanto odio, era seguro en su mente que prefería mantenerse en un perfil más bajo, no tanto por él mismo sino también por la integridad tanto de Marshall como de los niños. Y ante la mención mental de los pequeños surgió el diminuto gran dilema de ¿Cómo es que reaccionarían ellos? ¿Acaso estarían de acuerdo con algo así?
Frenando con el envenenamiento mental que se autosuministraba el pelirosa, el trío de azabaches llegó al auto y le devolvieron a la tierra.
Apenas subió al auto, y sin percatarse de la presencia del pelirosa, el pequeño azabache hablaba aún eufórico— Y luego hizo desaparecer un conejo y-y.. ¡Gwha! ¡Gumball! —gritó al verle queriendo acercarse más.
—Maxi, no te desabroches el cinturón o papá no podrá encender el auto. —advirtió Marshall suspirando algo cansado
— ¡Pero...! —intentó quejarse, aunque viéndose interrumpido por el pelirosa.
—Es mejor que estés seguro. No te preocupes, no voy a irme a ningún sitio. —al poder calmar al niño, éste asintió, sonrió y obedeció a lo que dicho.
Cuando todos estuvieron listos, el auto comenzó a andar.
Para que el ambiente no muriese en el corto silencio que se había producido, Gumbll habló— El cumpleaños fue muy divertido ¿no?
— ¡Si! ¡hubo muchas cosas! ¡Demasiadas! ¡No sabía por dónde comenzar a jugar! —habló con cierta frustración— Pero, pero ¿Por qué tú no te bajaste a buscarnos? —preguntó con cierto tono triste— ¡Nos hubiésemos quedado jugando! —dijo todavía entre frustrado y emocionado.
El pelirosa sonrió y contestó— No, ni siquiera conocía a la cumpleañera, no podría invitarme solo.
— Bueno pero si hubieses bajado la podrías conocer. —sonrió. Momento después, viendo que el auto se detenía frente a un lugar nunca antes visitado, habló— ¿Por qué vinimos aquí?
El azabache abrió la boca para hablar pero el pelirosa le ganó de mano— Es mi casa. —sonrió— Esta vez yo los invitaré a cenar. —mencionó mientras bajaba del auto.
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Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)
Fiksi PenggemarSi lo que buscas es una historia de amor adolescente y descontrolado, estas en el lugar equivocado. Porque aunque cada uno ha tenido su propia historia sin contar, esto es diferente. No son amigos de infancia ni tampoco amores pasajeros, sólo es alg...