29. Altibajos

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Aunque el primer día del año sea lunes, se sintió como domingo.

Pues a la hora en que todos se levantaron, dudaron en si desayunar o almorzar, y así concluyeron comiendo algo que a Maxi le gustaba llamar "Almuerzayuno". Luego de comer, se decidió de manera unánime el salir a pasear y dejar a la azabache que aún tenía resaca. 

Por lo cual una vez que la pareja y los infantes llegaron hasta una plaza, éstos últimos corrieron directamente hacia los juegos mientras que los adultos se sentaban en una banca a observarles.

  — ¿Sueles traerlos aquí? —fue lo que se le ocurrió preguntar a Gumball para dar conversación.

— No mucho, los niños en realidad prefieren los espacios verdes más que los parques. —fue la corta respuesta del azabache.   

— Umh, éso explica porqué siempre vamos a la misma plaza. —sonrió finalmente atando algunos cabos— ¿Y por qué hoy los trajiste aquí?

— ¿Ahora no puedo variar el lugar a donde llevo a mis hijos? —preguntó retóricamente— Demonios, no se te escapa nada. —bufó finalmente— Quiero ir a investigar sobre la inscripción de la Colonia, si hay fecha de inicio o algo así, las oficinas están a apenas una cuadra de distancia.  —mencionó poniéndose de pie— Te encargo cuidarlos.—sonrió y le guiñó un ojo— Al rato vuelvo. —dijo ya alejándose y riendo ante los "E-Espera Marshall ¿Cómo así que te vas? ¿Debo cuidarlos, aquí en el parque?" prácticamente desesperados que soltaba el pelirosado.

Momento después, más calmo y ya algo acostumbrado a la idea, el pelirosa suspiró viendo a los pequeños azabaches. Ambos jugando en el sube y baja, pero al momento en que los veía el varoncito le decía desde la distancia— ¡Gumbaaaall, quiero bajar! —justamente desde la posición alta del juego.
Inmediatamente se puso de pie y dirigió hasta  el juego, una vez allí tomo al niño entre sus brazos y luego lo dejó de pie en el suelo.
— ¿A dónde se fue mi papá? —preguntaba ante la obvia ausencia del azabache mayor.

— Se fue a investigar algo. —fue lo que respondió cortamente.

— ¿Qué cosa? —preguntó curioso.

— Yo... no sé si ya les ha dicho... —murmuró para sí mismo— Creo que no puedo decirlo. —concluyó con una sonrisita.

— ¿Es un secreto? —preguntó asombrado y boquiabierto— ¿O es una sorpresa? —preguntó ya más animado.

— Supongo que sí es más como una sorpresa.

— ¡Pues adoro las sorpresas! —exclamó contento— ¡Así que no me digas ni una palabra! ¡Quiero sorprenderme de verdad verdad! —le decía negando con sus manitos y su cabeza— ¡Ah, mira! ¡Ese niño de allá tiene una pelota! ¿Puedo jugar con él? —pedía casi suplicante.

— Umh, sí. Solo mantente cerca, donde pueda verte. —le decía dudoso y con nervios.

— ¡Yey! ¡Gracias! —exclamaba mientras se alejaba corriendo y zarandeando su oscura cabellera.

Gumball le observó un momento, acercándose al niño desconocido y rápidamente armando conversación para luego finalmente lograr su cometido y comenzar a jugar a pasarse la pelota entre ellos. El pelirosa sonrió junto con un suspiro algo aliviado y de repente sintió tensarse, volteó suavemente en dirección a la niña que aún continuaba sentada en el balancín.

  — ¿Quieres jugar  o hacer algo en especial, Lia? —preguntó lo más firme y valientemente que pudo.

La pequeña pareció pensarlo un momento mientras veía al mayor, luego pasando su mirada por el resto del parque— Quiero ir a los columpios. —fue lo que respondió suavemente.

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora