12. ¡Grita lo que sientes!

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Marshall llegó todavía algo cabreado a retirar a sus niños, y por suerte nadie se le acercó ni de casualidad. Pero sin importar qué tan enojado este con el mundo, al ver llegar a sus hijos con sonrisas enormes no pudo evitar ablandarse un poco.


El día transcurrió normal e igual que todos, y al acercarse la medianoche, un azabache de mente más calma pensaba mientras veía la pantalla inactiva de su celular. Suspiró mientras se recostaba en el sofá, y aunque lo había estado debatiendo un rato consigo mismo, finalmente decidió presionar la opción de "Llamar".


—¿Hola? —le oyó hablar con voz suave y tranquila, pero no adormilada.


— Hola, Gumb. —sonrió sin poder evitarlo, y aunque sólo escucharle le devolvía algo de felicidad, el sólo recordar lo sucedido en el día le transmitía cierto pesar que rápidamente notó en el silencio de la línea, se mantuvo esperando unos momentos por una respuesta que nunca llegó, así que aclaró— Sólo quería llamarte para no romper la promesa que hice.


— ¿Promesa..? —repitió algo confundido, hablando por fin.


— Sí, dije que hablaríamos todas las noches. ¿Recuerdas? —hizo una pequeña pausa en lo que escuchó que el menor decía "Umju", lo que supuso era una respuesta afirmativa, y entonces continuó, ahora con un tono más ameno— Y quedamos con eso ayer, de un día a otro no podíamos quebrantar la promesa, ¿no crees?


El menor soltó una risita y eso alivió ligeramente al azabache. Después, Gumball habló — Sí, yo... no sabía si llamarte o no. Creí que aún estarías enojado.


— Lo sigo estando. —habló tajante dejando en claro su testarudez, pero sin querer que el ambiente se volviese tenso, continuó esta vez con un tono más burlón— Y no insistas más en el tema, pequeño genio.


— No me digas pequeño, no soy un niño, Marshall. —dijo, y el azabache ya se imaginaba el puchero que estaría haciendo.


— Ah, pero genio seguro que eres. —rió— Además, eres algunos años menor que yo, tengo todo el derecho de tratarte como niño.


—No exageres. —bufó— Sólo son tres años de diferencia. Soy un joven, no un crío. —siguió con ese tono sabelotodo, pero Marshall sabía que detrás de ese tono estaba siguiendo su juego.


— Lo cual me haría a mí más de mil días mayor que tú. —habló aún sintiéndose superior, y enormemente agradecido de tener ese ambiente divertidamente tranquilo de vuelta.


— Eres un idiota, Marshall. —mencionó ya algo harto, pero aún así con una pequeña risa.


— Soy tu idiota. —soltó con un tono meloso, tanteando el terreno en el que se encontraban.


El menor enrojeció, y el azabache no tenía que ser un adivino para saberlo, el momento de silencio lo decía todo, aunque poco después obtuvo una respuesta— Lo sé.


— ¿Eso es todo lo que me dirás? —mencionó haciéndose el indignado— Creí que empezarías con esas confesiones nerviosas que a veces te surgen.

Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora