Capítulo 8: Aries desata el desastre

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Narra Astrid:

El pánico cundió entre los guardianes, salimos corriendo hacia Alora y nos quedamos todos en El Salto esperando a que alguien nos dijera o explicara algo. Los chicos del equilibrio todavía seguían en shock por lo de Alma, así que algunos chicos intentaron calmarlos.

Libra fue el último en llegar y cuando lo hizo, todos le abrieron camino hasta el centro.

–La luna sigue roja.– Dijo alguien.

–¿Qué hacemos?

–Calmaos todos, que no cunda el...

–¡¡Libra!!– Escuchamos gritar y vimos a Joy venir corriendo.– Madre mía, ¡mis niños! ¿estáis todos bien? A ver... Charity, Dulce, Agus, Hope... Si, estáis todos bien. Y tú también, Libra. ¿¡Qué demonios pasa!?

–Luna roja, Joy. ¿No lo ves?

–Esperaba que fueran alucinaciones mías...

–Con eso no se bromea.

–¿Y qué hacemos?

–Todos al anfiteatro.– Dijo Libra.– ¡Ya!

Salimos corriendo hacia el anfiteatro que era donde nos reunimos cada vez que pasaban cosas serias, osea, casi nunca. Pero en pleno camino, Aries me agarró del brazo y me frenó.

–He oído que has tenido una pesadilla.– Me dijo.– Como tengas algo que ver con lo que está pasando...

–¿Quien te ha dicho eso?

–Ya sabes que yo siempre me entero de las cosas.

–Si ya, vale. ¿Podrías soltarme?

–No he terminado de hablar.

–Te ha dicho que la sueltes.– Dijo Miles acercándose por detrás mío–- No le toques ni un pelo. ¿Me oyes, Aries?

–Toda para ti.–;Dijo empujándome hacia él.– Pero eso incluye sus pesadilla. ¡Ella nos ha metido en este lío!– Dijo y siguió corriendo hacia el palacio.

–Como le pille...

–Eh, Miles, tranquilo. Olvídate de él, tenemos cosas más importantes en las que pensar.

–Cierto... ¡Cómo arrancarle la cabeza a Aries!– Dijo y salió corriendo.

–¡Miles!– Grité y salí detrás de él.

Fuimos los últimos en llegar al palacio de Alora, con lo cual, fuimos los últimos en llegar al anfiteatro.

El anfiteatro estaba dividido por las secciones, y cada sección tenía los asientos de su color. Estaba diseñado para que abajo se sentarán los Guardianes Mayores, en primera fila y en frente de la reina Paz. Todos estaban ya dentro así que me encargué de tranquilizar un poco a Miles y nos sentamos en nuestros sitios.

Los guardianes y los Guardianes Mayores discutían entre ellos para intentar ver quién tenía razón acerca de lo que pasaba, hasta que la reina Paz se levantó y con una sola palabra acalló todas las voces:

–¡Silencio!

Nadie dijo nada más en todo el anfiteatro. Todos miramos hacia la reina, que seguía de pie y cuando se sentó comenzó a hablar de nuevo:

–No hace falta que repita lo que todo el mundo sabe.– Comenzó.– La flecha que tenía Alma en el pecho no pertenece a ninguno de nosotros. Ninguno de vosotros es culpable. Pero alguien disparó esa flecha, y si alguien sabe algo al respecto, es momento de decirlo.

Todo el mundo se quedó callado. Estuve a punto de levantarme para decir que yo vi a una cosa negra salir volando, pero Aries fue más rápido que yo. Se giró hacia mí y me miró esperando el desastre.

–Astrid ha tenido una pesadilla.– Dijo y los gritos volvieron.

–Yo lo mato.– Dijo Miles e intentó levantarse hacia él, pero yo le detuve.

–Calmate de una vez.

–¿Que te pasa, Miles? ¡No tienes huevos o que!

–¡¡Callaos los dos!!– Les gritó Moon.– No hacéis más que comportarnos como niños pequeños, ¡y la situación es lo suficientemente grave como para que os paréis a pensar aunque sea dos segundos!

Aries se volvió a sentar sin dejar de mirarnos y Miles le aguantó la mirada hasta que el otro miró hacia delante.

–Astrid.– Dijo Moon.– ¿Lo que dice Aries es cierto?

–Si.– Dije y todo el mundo me miró como si tuviera una enfermedad mortal contagiosa, menos mis amigos.

–¿Con qué soñaste?– Me preguntó la reina.

–Lo único que recuerdo con claridad fue una mujer con cornamenta y Alora calleándose a trozos.

La reina respiró hondo, y después hizo su magia y en el centro de la sala apareció la imagen de una mujer.

La reina respiró hondo, y después hizo su magia y en el centro de la sala apareció la imagen de una mujer

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–Es ella...– Susurré.

–Guardianes, ella es Discordia.– Dijo la reina.– Discordia lleva presa en el centro de la tierra más allá de los que pueda recordar, pero si ella es la culpable de esto, habrá encontrado la forma de escapar. Estuvo a punto de acabar con el mundo un par de veces, pero le paramos los pies. Tiene la capacidad de colarse en los sueños y abrir portales al mundo Humi como si nada, lo cual daría explicación al sueño de Astrid. Y temo comentar, que en varios países también han pasado cosas como estas.

–¿Y qué es lo que quiere?– Dijo Loveday con su dulce voz.

–Destruir nuestro Núcleo.

–¿Pero habrá forma de pararla, no?– Preguntó Nike.

–Hay una posibilidad... y para ello debemos entra en guerra.

Otra vez los murmullos, mezclados con gritos de horror.

–¡Ni hablar!– Joy se levantó indignado.– Mis niños no van a entrar en guerra.

–¿Y si es la única forma de pararla?– Dijo Hugo.

–No puede ser la única forma.– Dijo Loveday levantándose también.– ¡Make Love, No War!

–Yo estoy con Hugo.– Dijo Libra.– No podemos dejar que Discordia destruya el núcleo.

–¿Pero como vamos a entrar en guerra?– Dijo Nike.– No estamos preparados para la guerra, pensad un poco, chicos.

–Yo voy a luchar.– Dijo Moon y todos se callaron.

–¿Perdón?–  Dijo Loveday con la mano en el pecho por la sorpresa.

–No pienso dejar que Discordia destruya todo lo que tenemos. Todo por lo que hemos trabajado, ¡y deberías ir estar de acuerdo conmigo!

De nuevo el silencio. Moon mantenía la cabeza alta, y sabía que ella era capaz de luchar sola para protegernos si nadie más lo hacía. Los demás guardianes se volvieron a sentar y reino la calma.

–Guardianes Mayores, venid conmigo. El resto, a vuestras salas.– Dijo la reina y se marcharon.

La ultima guerrera de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora