Capítulo 10: Los guardianes elegidos se marchan

98 8 0
                                    

Narra Astrid:

Fue una de las noches más largas que recuerdo. Ni Miles ni yo conseguíamos pegar ojo más de dos horas. Nos despertábamos cada dos por tres por miedo a lo que podía pasar a partir de mañana.

–Miles, ¿estar dormido?

–No.– Dijo y se giró hacia mi.– Hace media hora que me he despertado.

–¿Tienes miedo?

–Si. Pero tengo miedo de que te pasé algo a ti.– Dijo acariciándome una mejilla.

–Si sigues así de amoroso no vas a durar ni un día.

–¿Vas a regañarme por quererte?

–Claro que no.– Dije acercándome un poco a él.– Pero no quiero que te maten por... blando.

–¿Blando? A partir de mañana verás que puedo defenderme solito.

–Miles, a mi no tienes que demostrarme nada...– Dije y bostece.

–Aprovecha ahora y duérmete.

Al final acabamos durmiéndonos los dos. Cuando salió el sol a la mañana siguiente, entró directamente por la ventana y le dió a Miles en toda la cara.

–Huumm... apaga el sol...

–Miles arriba.– Dije levantándome medio dormida.

–Cinco minutitos más...

–Te dejo hasta que me duche. ¿Vale?– Dije y le besé en la frente.

–Gracias, mi estrella.

Me pegué una ducha rápida ya que no quería llegar tarde al reparto de hoy. Cuando salí del baño, ya vestida, vi a Miles poniéndose una de sus habituales camisetas ceñidas de cuello de pico que le llegaba casi hasta la mitad del pecho. Me encantaban esas camisetas.

Al salir de casa, mire por un momento en dirección hacia El Puente, pero después volví a la realidad. Miles me cogió de la mano y ambos fuimos hacia el palacio.

La gente se organizaba en filas según su sección, así que Miles y yo nos pusimos en nuestra fila, por detrás de Alec.

–Hola tíos, ¿preparados?

–Mas o menos.– Dije.

–Tranquilos. Tenemos que tomarnos esto... no sé, tío, como una aventura.

Por si no os habíais dado cuenta, Alec no podía decir una frase sin pronunciar la palabra "tío"/ "tía". Miles y yo reímos ante nuestro amigo mientras seguimos avanzando. Alec iba delante de nosotros y cuando le llegó su turno, se topó de frente con Moon.

–Hola Jefa. ¿Qué tienes para mí, tía?– Dijo con su habitual sonrisa picarona.

–Alec tu no vas a entrenarte. Tú te tienes que ir.– Acto seguido, nuestro amigo pareció experimentar el auténtico miedo.

–¿Cómo... cómo que tengo que irme? ¿A dónde?

Y ahí fue la primera vez que no dijo "tío"/"tía".

–Creo que a ti te toca... Sudamérica.

–¿¡Que!? ¿Cómo me voy a ir a Sudamérica?

–¿Por que tiene que irse?– Intervine.

–Misión de reconocimiento. Dos guardianes de cada grupo van a ser enviados a diferentes puntos del mundo, uno como informador y otro como mensajero.

–¿Que diferencia hay?– Preguntó Miles.

–El informador vuelve antes y es el que se mantiene en contacto con el mensajero, que se queda allí.

–¿Y... yo que soy?

–Mensajero.

–Ah... pues qué bien todo.– Dijo muerto de miedo.

–Leo te espera en El Salto, él es tu informador.

–Que guay.– Dijo y se apartó de la fila.

–Alec...

–Astrid, no es culpa suya.– Me dijo Moon.– Es el mejor para este trabajo.

–¿En que te basas?

–Son demasiadas cosas que ahora no puedo explicar.– Dijo y puso un par paquetes en la mesa tras la que estaba.– Esto es para ti, Astrid, y este para Miles.

Cogí el paquete de mala gana y salí de la fila seguida de Miles. Después buscamos a nuestros amigos.

–¿Cómo ha ido?– Dijo Adel al vernos.

–Podría haber ido mejor.

–¿Por que?

–Mandan a Alec y a Leo a Sudamérica.– Dije.

–¿Y que pintan esos dos en Sudamérica?– Dijo Hope extrañado.

–Misión de reconocimiento.– Dijo Miles.– Uno se queda durante unos días y otro... indefinidamente.

–Que mal.– Dijo Davina.

–¿Y dónde están ahora?– Preguntó Charity.

–De camino al Salto.

–Eh chicos.– Dijo Connor tras un momento de silencio.– ¿Y Brais?

Ninguno nos habíamos dado cuenta de que Brais no estaba, y cuando volvimos a mirar a palacio, ya no había nadie.

–¿Creéis que...?– Comenzó Jude.

–Tiene toda la pinta.– Completó Adel.

–¡Todos al Salto!– Dijo Charity y salimos corriendo.

Corrimos por El Puente lo más rápido que pudimos y al llegar Al Salto, vimos a Brais hablando con Viria, su compañera.

–¡Brais!– Le gritamos y él se acercó.

–¿Qué demonios hacéis aquí?

–¿Y tú?– Dijo Davina molesta.– ¿Pensabas irte sin despedirte?

–¿Qué puesto te han asignado?–Le pregunté.

–Informador.– Dijo y todos nos miraron a Miles y a mi, que éramos quienes entendíamos de eso.

–Vuelve.– Dijo Miles.– En principio.

–Me voy una semana. Con los entrenamientos creí que no os daríais ni cuenta. No es para tanto.

–¿Cómo que no?– Dijo Jude.– Eres nuestro amigo.

–¡Chicos! ¡Preparaos ya!– Dijo Hugo, que era el encargado de recalibrar El Salto.

–¿Y a dónde te vas?– Le preguntó Hope.

–¡A Japón! ¡Más lejos imposible!

–¿¡Te vas a Japón!?– Dijo Charity emocionadísima.

–Hija, no son unas vacaciones.

–¡Guardianes! ¡Preparaos para saltar!– Repitió Hugo.

–Tengo que irme.– Dijo Brais y todos le abrazamos.– ¿Qué parte de "tengo que irme" no habéis entendido?

–Que poco cariñoso.– Dijo Connor.

Los chicos se pusieron cada uno en un extremo y cuando Hugo les dio la señal, saltaron.

–Vosotros tenéis que volver a palacio.– Nos dijo Hugo a nosotros.– Cambiaos, empieza el entrenamiento.

La ultima guerrera de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora