Narra Astrid:
No podía creer lo que acababa de pasar. Simplemente no me entraba en la cabeza. Necesitaba volver a casa. Tenía que hacerlo, tenía que volver a ver a Miles, abrazarle, besarle...
El resto de personas se pusieron bastante nerviosa por la tormenta, pero yo seguí ausente. No quería seguir allí.
–...Astrid...
Escuchaba a Matt hablarme pero le sentía como si hablara bajo el agua. Se puso delante pero empecé a verle borroso.
–Hey, ¿estas bien...?– Negué con la cabeza ligeramente.– Estás muy pálida.
–Estaba aquí...
–Si, lo sé. Le he visto.
–¡Estaba aquí!– Dije, comencé a llorar y me tapé la cara con las manos.
–Eh, vamos tranquila.– Dijo levantándome y ayudándome a sentarme en uno de los sofás.– Sé que es duro para ti, pero Miles ha dicho algunas cosas que necesito que me ayudes a entender.
–Matt, ahora no... yo no...
–Ya...– Por la puerta empezó a entrar gente para calmar a todos los pacientes y llevarles a cenar.– ¿Te ves capaz de ir hasta el comedor?
–No lo sé.
–Inténtalo. Yo te ayudaré.
Matt me agarró de las manos y tiró de mi para levantarme. Al principio sentí un pequeño mareo, pero nada que no pudiera controlar. Después, Matt me ayudó a llegar hasta el comedor, donde nos sentamos a cenar. Comer algo me vino bien y según Matt recuperé el color.
–¿Te encuentras mejor?
–Si. Creo que si.
–¿Y crees que... qué podríamos hablar ahora de lo que me dijo Miles?
–Puedo intentarlo.
–Vale.– Se inclinó hacia delante y apoyó los brazos en la mesa.– Eso de la guerra ya lo sé, o me hago una idea...
–¿Dijo algo se Discordia?
–No, creo que no.
–¿Crees?– Dije sorprendida.
–Decía muchas cosas y muy rápido... No me dio tiempo a entender todo.
–Vale, perdona. ¿Qué más te dijo?
–Creo que menciono a unas hadas no se qué.
–Las Hadas Oscuras.
–¡Si esas! Al parecer han llegado a Londres.– Apartó la vista.
–Las has visto, ¿verdad?
–Solo fugazmente. Pero si que las escuché, gritaban de una forma muy irritante. Cómo si intentarán entonar una nota inexistente. ¿Tú sabes lo que es dormir, o intentarlo, con cientos de esas hadas gritando de esa manera?
–Pues supongo que es igual que intentar dormir subiendo que tu gente está peleando en una guerra.– Le dije muy seria. Matt suspiró.
–Perdona, a veces soy idiota.
–Solo a veces.– Dije para no sonar tan borde.
–También dijo que el mundo estaba básicamente en la mierda. La influencia de Discordia debe de se enorme.
–No te haces una idea. Simplemente con el hecho de tenerla cerca sientes como la ira te domina rápidamente.– Matt arqueó las cejas y después soltó una pequeña risa.
–Qué me vas a contar...
–Esto es serio, Matt.
–Ya lo sé. Soy el único de los dos ahora mismo que puede ver lo que pasa realmente cada noche.
No me apetecía hablar sobre el infierno que debían de estar pasando mis compañeros en estos momentos. Lo peor era que gracias a mi ventana podía ver todas las estrellas nuevas cada noche, y cada noche rezaba para que ninguna fuera de mis amigos.
–Miles también dijo que no te culpaba.– Dijo tras un rato de silencio.– Por lo que pensaste antes de que Discordia te enviará aquí. ¿Qué pensaste?
–Pensé... pensé en que no estaría mal ser una Humi.
–Y ahora que lo eres, ¿qué opinas?
–Que hecho de menos mi vida.
Antes de que Matt pudiera decir nada más, nos trajeron la medicación de la noche.
–¿Esto ayuda a dormir?– Dije cogiendo la pastillita.
–A veces, ¿por qué?
Miré la pastilla y después escuché un rayo. Todo el horror de una guerra pasó por delante de mis ojos y después me tragué la pastilla.
–¿Qué haces?– Dijo sorprendido.– ¿No decías que no tomabas esa mierda?
–Y no la tomo. Pero hoy... hoy lo necesito.
–Te entiendo.– Dijo y se tomó la suya.– A veces ayuda mucho.
La medicación comenzó a hacerme efecto cuando me llevaron a mi cuarto y cerraron la puerta. Todo comenzó a dar vueltas y tuve que tumbarme en la cama, gracias a Dios, no tarde mucho en dormirme y olvidar.
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La ultima guerrera de la luna
FantasíaSi creíste que el amor, el equilibrio, la justicia, la bondad, los sueños y la inteligencia eran cosa que nadie decidía, estabas equivocad@. Los guardianes nos ocupamos de inculcaros esos valores hasta los diez años, a partir de ahí es cosa vuestra...