Si creíste que el amor, el equilibrio, la justicia, la bondad, los sueños y la inteligencia eran cosa que nadie decidía, estabas equivocad@. Los guardianes nos ocupamos de inculcaros esos valores hasta los diez años, a partir de ahí es cosa vuestra...
No pudimos ocultar la muerte de Alec durante mucho tiempo. Cuando llegué a casa, me encontré a Miles despierto, me preguntó por las estrellas nuevas y no tuve más remedio que contárselo. Al día siguiente nos reunimos todos para respetar a los guardianes perdidos en Sudamérica. Jamás creí que Alec caería en esta guerra. Él siempre estaba cuidándonos, era un amigo genial. No sé merecía esto.
Nadie se lo merecía.
Pasamos meses y meses entrenando hasta que nos convertimos en auténticos guerreros. Ni siquiera yo misma me reconocía cuando me ponía la armadura.
Un día, yo dormía tranquilamente cuando sentí como Miles me movía del hombro para despertarme.
–Despierta dormilona.
–Mmmm... Miles, ¿qué hora es?
–Temprano, ven conmigo.
–¿A dónde?
–¡Tú ven!– Dijo sacándome de la cama.
Miles me cogió de las manos, me sacó de casa y subimos a la azotea de nuestra casa.
–¿Se puede saber qué pretendes?– Dije y él con un simple chasquido encendió unas luces que hacían que aquello pareciera un sueño.– ¿Qué...?
–¿No recuerdas que día es hoy?
–17 creo pero...
–No, no...– Dijo y se acercó con una sonrisa.– Astrid, es nuestro aniversario.
–Pero... hace años que no lo celebramos y con lo de la guerra pensé que...
–Pues quiero que eso cambie.– Me interrumpió.– Quiero verte sonreír incluso en tiempos de guerra, y quiero ser yo la razón.– Sonreí.– Y sé que te encantan los amaneceres, por eso te he traído aquí.
Miles me cogió de los hombres y me giró justo a tiempo para ver cómo salía el sol por detrás de las torres más altas del palacio de Alora.
–Miles...– Dije y me giré pasando mis manos por sus mejillas.– Es lo más romántico que ha hecho nadie por mi.
–Lo sé.– Dijo y me besó.– Pero esto no es todo.
–¿Todavía hay más?
–Se que no te gusta que me meta en tus sueños, y perdóname por favor, pero tenía que hacerlo.– Dijo arrodillándose y sacando una cajita.– Feliz aniversario, mi estrella.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–Recuerdo que te vi mirándolo en una joyería Humi, en ese momento supe que debía regalártelo. Perdóname por colarme en tus recuerdos, se que lo odias pero...
–Miles.– Dije y me arrodillé con él.– No sé cómo agradecerte todo esto. Es precioso.– Le cogí las manos.– Eso si, como vuelvas a meterte en mis sueños, lo que te hice en el labio solo será un rasguño menor.
–Lo sé, lo siento. Pero tenía que hacerlo.– Me cogió una mano y me puso el anillo.
–Dios, ahora me siento fatal. Yo no te he regalado nada.
–Me da igual. Solo quiero seguir contigo hasta el fin de mis días. Te quiero muchísimo.
–Y yo a ti.– Dije y le besé.
–A million dreams...
–...For the world we are gona make.
Después de aquello no podía parar de pensar en lo que Miles había hecho por mí.
Los Guardianes Mayores nos comunicaron que ese día teníamos que ir con nuestras armaduras al palacio de Alora, y cuando terminé de ponerme la mía, me hice una trenza frente al espejo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–Eres la guerrera más sexy del mundo.– Me dijo apoyado desde el marco de la puerta.
–No tengas morro.
–¿Ni siquiera por nuestro aniversario?
–Esta noche lo celebraremos.– Dije acercándome a él.– Te lo prometo.
Miles me sonrió levantando una ceja y después salimos hacia el palacio de Alora donde nos juntamos con nuestros amigos.
–Aquí huele a amor...– Dijo Davina nada más vernos.
–Yo no huelo nada.– Dijo Jude.
–No es un olor real.– Dijo Connor.– Lo dice por que hoy es su aniversario.– Nos señaló.
–¡Ay es verdad!– Dijo Adel.– Pero no soléis celebrarlo, ¿no?
–Este año si.– Dijo Miles levantando su mano, que sujetaba la mía. Justo donde tenía el anillo y besó mi mano.
–¡Pedazo anillo!– Dijo Charity.– Puedes aprender de él.– Le dijo a Hope.
–Miles, tío. Ahora nos vas a hacer quedar mal a los demás.
–¡Guardianes!– Escuchamos de repente.
Todo el mundo se giró a la vez para ver a la reina Paz y el resto de los Guardianes Mayores en uno de los balcones del palacio.
–Lleváis entrenando durante mucho tiempo, y me agrada comunicaros que podríamos estar preparados. Desafortunadamente Discordia no se detiene ni un segundo. Sus ataques nocturnos dejan al mundo casi sin ninguna protección, más que nosotros. Ellos depende de nosotros, y por eso, vais a volver a la Tierra.– Dijo y todos comenzaron a gritar.– No obstante, no volvéis para hacer vuestro trabajo, sino para hacer guardia y vigilar que Discordia no se acerque. Buena suerte guardianes.
No podía creerme que fuéramos a volver a la Tierra. Todos los guardianes salimos corriendo hacia El Salto como si fuera nuestro primer día de trabajo, pero cuando llegamos, todos nos detuvimos antes de saltar.
–¿Todo el mundo está seguro de esto?– Preguntó alguien de la multitud.
–Nos necesitan.– Dije.– Si no les ayudamos nosotros ¿quien lo hará?– Los guardianes comenzaron a aplaudir y después todos saltamos.