Capítulo 13: Los informadores vuelven con pocas noticias

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Narra Astrid:

Si digo que dormí bien aquella noche sería quedarme corta. Después de todo por lo que estábamos pasando los guardianes, estar sola una noche con mi chico fue genial. Aunque la maravilla terminó cuando sonó el despertador.

–Mmm... ¿has puesto tú el despertador?– Dijo Miles medio dormido todavía.

–¿Crees que después de lo de anoche iba a poner el despertador?– Dije apagandolo.

–Creía que después de lo de anoche no nos levantamos de la cama.–  Dijo jugando con mi pelo.

–Creo que ya se quien a puesto el despertador.

–¿Quien?

–Moon.– Dije incorporándome.– Fíjate en eso.

Por la ventana se veía a mucho soñadores y gente de otras secciones de camino al palacio para entrenar.

–Oh.– Miles se sentó junto a mi.– ¿Qué te pasa?

–No sé si quiero volver a pelear.

–¿Es por lo de mi labio? Ya te dije que no tiene importancia.

–No quiero pegarme con mis amigos.

–Pues no lo hagas. Solo con Aries.

–Miles, no tiene gracia.

–Un poco si.– Dijo levantándose para vestirse.

Cuando llegamos al gimnasio donde estuvimos el otro día, Moon nos dijo que hoy sí que quería que practicáramos con nuestras armas, ya que esa sería nuestra gran ayuda en la batalla.

Durante una semana entrenamos en el cuerpo a cuerpo y con nuestras armas. Hasta que un día, nos dijeron que no entrenaríamos por la tarde ya que ese día volvían los informadores de sus respectivos países.

Ese día quisimos ir todos a recibir a Brais. Era la primera vez que nos veíamos desde que empezamos a entrenar.

–Hola.– Dije cuando estuvimos todos juntos.

–Hola.– Dijo Charity. El resto no dijo nada.

–Vaya mierda de conversación.– Dijo Jude.

–Como te echaba de menos, tío.– Dijo Hope riéndose.

–¿Qué tal ha ido todo?– Preguntó Adel cruzándose de brazos.

–Raro.– Dijo Davina.– No sé explicarlo de otra manera.

–¿Qué te ha pasado en el labio?– Le preguntó Connor a Miles.

–Oh, nada grave. Astrid me dio una paliza.

–Fue un empate.

–Por que tú quisiste.

–Eh... ¿que nos hemos perdido?

–Nada que merezca la pena contar.

–¿Y qué tal si vamos a buscar a Brais y a los demás?– Propuso Adel comenzando a caminar hacia El Puente y todos le seguimos.

Al llegar, vimos a Hugo que estaba redireccionando el portal para que todos volvieran a la vez.

–Un paso atrás chicos.– Nos dijo.– Ya vienen.

El portal se abrió con un fuerte resplandor y justo después, los informadores salieron del portal.

–Bienvenidos a casa, chicos.– Les dijo Hugo.– Vamos, os esperan en Alora.

–¡Brais!– Le llamamos y él se acercó.

–¿Qué tal en Japón?– Le preguntó Charity.

–Madre mía, he acabado de japoneses hasta el gorro.

–Pues a mi me parecen adorables.

–¿Cómo?– Preguntó Hope mirándola.

–Pero yo te quiero a ti.– Dijo y le dio un beso en la mejilla.

–¡Brais!– Le gritó Hugo.– ¡No tenemos todo el día! ¡Muévete!

–Ya voy, ya voy...

Brais se acercó de nuevo con el grupo de los informadores que iban hacia el palacio, pero antes de qué les perdiéramos de vista, Leo se acercó a mí.

–Eh, deberiais venir.– Dijo.– Sobre todo tu, esto te interesa.

Leo volvió con el grupo, yo les seguí y a mí me siguieron mis amigos. Los informadores fueron hasta el auditorio y al entrar vimos que había una maqueta enorme del mundo girando en el centro. Yo entré casi hasta el centro con el grupo de informadores, los demás se quedaron escuchando en la puerta.

–Las luces doradas son los guardianes y las manchas negras es el paso de Discordia.– Me dijo Leo.

Nunca tuve mucha relación con Leo pero a partir de ahora, me daba la sensación de que hablaríamos bastante más.

–Parece que todavía no hay muchas manchas negras.

–No, pero tenías que haber visto Sudamérica. Ha pasado por allí.

–¿Y Alec?

–Esta en la base sudamericana. Espero que esté bien.

–Pero, tú eres el único que puedes comunicarte con él, ¿no?

–Supuestamente.

No dije nada y me crucé de brazos.

–Oye, se que eres muy amiga de Alec. Te prometo que cada vez que hable con él serás la primera en saberlo.

–Gracias.

–¡Eh Leo!– Le llamaron del grupo.– Ven aquí.

–Tengo que irme. Nos vemos.

–Si, adiós.– Dije y salí con los demás.

–¿Sabes algo?– Preguntó Jude.

–No mucho. Leo me ha dicho que hay un mapa que marca el paso de Discordia. De momento está lejos, pero no creo que pare fácilmente.

–¿Y qué hacemos?– Dijo Connor.

–Esperar y entrenar. ¿Qué más podemos hacer?– Dije yo.– Anda vámonos.

Las semanas pasaron hasta que se convirtieron en meses. Esa noche me tocaba hacer guardia en el auditorio, y no me quedaba tranquila viendo lo rápido que avanzaba Discordia.

–¿Hay noticias de Alec?– Le pregunté a Leo un día que coincidimos en el auditorio.

–No mucho. Según él, Discordia ataca de noche.

–Pues espero que no haga nada esta noche.

Por la ventana del auditorio se empezaba a ver la luna y cuando la luz del sol se extinguió por completo las luces doradas del mapa también empezaron a hacerlo.

–¿Que pasa?– Dijo Leo asustado.

–Discordia...– Dije.– Está atacando Sudamérica.

–Tengo que llamar a Alec.– Dijo cogiendo el teléfono por el que se comunicaban.– ¡Avisa a los Guardianes Mayores!

Habían instalado una alarma que debíamos tocar si pasaba algo en el mapa, así que fui corriendo a tocarla y en cuestión de segundos, Moon entró corriendo.

–¿Que pasa?

–¿Alec?– Escuchamos a Leo llamarle.–¡Alec! No contesta.

–Dame eso.– Dijo Moon cogiendo el teléfono para intentar hablar con Alec.– ¿Alec? ¿Alec, estás ahí?

–Vamos Alec... por favor contesta...– Dije casi en un susurro.

–No contesta.

–¡Ya! ¡Ya me he dado cuenta yo también! Dios mio, Alec...

Mientras Moon intentaba calmar a Leo, se me pasó por la cabeza una idea horrible y salí corriendo hacia uno de los balcones del palacio, seguida de los demás.

–No, no, no, no...– Dije al ver un montón de estrellas nuevas.

–Moon... ¿esa estrella es de...?

–Lo siento chicos. Los guardianes de Sudamérica no han sobrevivido.

La ultima guerrera de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora