Capítulo 43: La reina me cuenta la historia de mis antepasados

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Narra Astrid:

Por los pasillos del palacio había guardianes desperdigados que me miraban allá donde iba, y yo caminaba sin rumbo fijo.

Acabé en uno de los balcones del palacio, observando el amanecer sobre la ciudad destruida que antes fue mi hogar. El viento soplaba por mi espalda y fue entonces cuando me di cuenta de que mi pelo se había vuelto blanco y empecé a pensar en que me había pasado y que le había pasado a Discordia.

–Creo que necesitas respuestas.– Escuché. Giré la cabeza y vi a la reina de pie en la entrada del balcón.

–Respuesta de como por ejemplo: ¿Por que tengo el pelo blanco o que ha pasado con Discordia?

–Por ejemplo.

–¿Que puede contarme?– Dije girandome por completo.

–Bueno, en realidad las dos cosas están conectadas.– Dijo acercándose.– Pero antes de contarte eso debes saber otra cosa: Hace siglos, la mismísima luna tenía un ejército de guardianes elegidos por ella. Aquellos guardianes eran especiales, diferentes al resto y nadie sabía por qué, pero la luna los elegía convirtiéndolos en Guerreros de la Luna. La primera vez que Discordia despertó, ellos fueron los únicos que pudieron pararla. Pero antes de acabar con ella, Discordia propagó una enfermedad que se manifestó semanas después de acabar con ella y que sólo afectaba a los Guerreros de la Luna y acabaron extinguiéndose.– Hizo una pausa.– Después de eso nunca pensé que la luna volvería a nombrar a ningún otro, pero lo ha hecho.

–Soy una Guerrera de la Luna. ¿Verdad?

–Exacto.

–¿Y por eso pude destruir a Discordia?

–En realidad, Discordia no puede ser destruida. Mi hermana es tan necesaria como yo.

–Espere, ¿qué? Discordia y usted... ¿son hermanas?

–Fuimos las primeras en ser creadas pero ella siempre fue más ambiciosa que yo. Quería el mundo para ella sola y los primeros Guardianes Mayores y yo decidimos encerrarla en el centro de la tierra, limitando así su poder.

–¿Y yo he hecho eso con un poco de luz?

–No, no era un poco de luz. La luz que emanaba de ti era toda la fuerza que la luna te había ofrecido, toda la fuerza de todos sus Guerreros por ser la última Guerrera de la Luna.

–En resumidas cuentas: la luna me ha elegido como guerrera de una clase que se creía extinta y he enviado a Discordia al centro del mundo.– Dije volviendo a mirar la ciudad.

–Si... supongo que sí.

–¿Y que va a pasar con la ciudad? Está hecha una ruina.

–La reconstruiremos. En pocos días estará arreglada.

No contesté y seguí mirando cómo salía el sol. Era uno de los amaneceres más tristes y más bonitos que había visto.

–Se que ahora mismo debes de estar destrozada, pero deberías descansar.

–¿Descansar?– Suspiré.– No creo que pueda llegar ojo en una semana.

–¿Majestad?

Ambas nos dimos la vuelta y vimos a Davina y a Charity.

–¿Podemos...?

–Claro, por su puesto. Luego nos vemos Astrid.– Dijo antes de marcharse.

La reina se marchó y entonces mis amigas se acercaron, bueno, más bien corrieron hacia mi y me abrazaron. Yo no quería llorar, pero en aquel momento todas mis barreras se rompieron.

–Tranquila, no pasa nada.– Dijo Davina mientras me acariciaba el pelo.

–Estamos aquí para lo que haga falta.–  Dijo Charity.

–Todo saldrá bien.

–¿Lo prometéis?– Les pregunté sin dejar de llorar.

–Por supuesto.

–Lo prometemos.

La ultima guerrera de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora