Narra Astrid:
Para los soñadores, dormir y soñar no era nada del otro mundo. A veces soñábamos con los sueños de otra gente. Somos así, sentimos los sueños en cualquier momento.
A la mañana siguiente, cuando me desperté, sentí demasiado movimiento en la calle. Quise levantarme para mirar, pero vi a Miles todavía dormido y agarrándome de la cintura.
–Miles... despierta dormilón.
–Mmmm... cinco minutos más.– Dijo sin abrir los ojos y acercándome más a él.
–No seas vago. Hay que trabajar.– Dije consiguiendo soltarme.
Me acerqué a una ventana mientras Miles se quejaba por que tenía sueño. Fuera vi que un montón de Duendes Mensajeros volaban de un lado a otro sin parar y a una velocidad que no era normal. Al principio me dejó algo desconcertada, los Duendes Mensajeros no parecía estar trabajando como de costumbre.
–¿Que te pasa?– Me Miles dijo abrazándome por detrás y apartando mi pelo de la nuca para besarme.
–Parece que algo no va bien.
–Eres demasiado paranoica.
–Miles, fíjate en los Duendes. Algo anda mal.
–Vamos a comprobarlo. ¡Eh!– Dijo y silbó para que una se acercara.– ¿Pasa algo?
El idioma de los Duendes Mensajeros era algo así como "mi mimimi mimi mi" y os hacéis una idea del resto. Nosotros podíamos entenderlos a veces, pero Miles era un experto en su idioma y lo entendía a la perfección.
–Aja, vale. Gracias peque.– Dijo y el Duende se marchó.
–¿Que te ha dicho?
–Que está todo bien paranoica. Vamos, tenemos trabajo.
Miles y yo nos vestimos rápidamente y al salir de casa para ir hacia El Salto, nos juntamos con los demás pero al llegar, antes dejar a la Tierra vi el portal abierto por el que no paraban de entrar y salir Duendes y me quedé mirando por unos segundos.
–Eh, sabes perfectamente que no podemos entrar ahí.
–Davina, ¿no crees que está pasando algo?
–¿En que sentido?
–No lo sé.
–¡Chicas!– Nos llamó Charity.– ¿Qué hacéis? Tenemos que saltar ya.
Davina y yo nos acercamos al salto y junto a Charity saltamos a la Tierra. Trabajamos todos juntos durante toda la mañana, pero por alguna razón, sentía que se nos olvidaba algo.
–Chicos, ¿no se nos está olvidando nada?
–Yo creo que no.– Dijo Adel.– ¿Debería?
–As, hoy estás un poco rara, ¿estas bien?– Me preguntó Miles.
–Si. Estoy bien.
–Yo no estoy tan seguro.
–Miles te digo que...
En ese momento me callé como todos mis amigos, ya que vimos a una niña vestida de bailarina pasar por delante de nosotros.
–¡¡¡LIZZY!!– Gritamos todos menos Connor, Hope y Miles.
–¿Quien es Lizzy?– Dijo Hope.
–¡Nuestra niña!– Dijo Charity.
–Dios mío, nos hemos olvidado de su actuación.– Dijo Davina.
–Su actuación comienza en 18 minutos.– Dijo Jude.– Si corremos podemos llegar a tiempo. ¡Vamos!
Los guardianes somos capaces de correr casi tan rápido como los geopardos, así que no nos resultó difícil llegar al colegio de Lizzy.
Al llegar, nos colamos entre bastidores para buscar a Lizzy. Bueno, no nos colamos por que no nos veían, pero ya me entendéis. Después no tardamos en encontrar a nuestra niña, vestida con un traje de ballet, y cuando nos vio, vino corriendo hacia nosotros.
–¡Habéis venido!– Dijo emocionada.
–Claro tesoro.– Le dijo Davina.– ¿Enserio creías que íbamos a perdérnoslo?
–Vosotros no, pero mi madre...
–¿Tu madre no ha venido?– Le preguntó Brais.
–No...
–Bueno, no te preocupes.– Le dije.– Este es tu sueño echo realidad, créeme, lo sé. Ahora sal ahí y brilla.
–¡Lizzy, vamos, empezamos en un minuto!– Dijo una compañera suya.
–Tengo que irme.
–¡Ánimo Lizzy!– Le dijo Adel.
Lizzy se fue y nosotros salimos con el resto del público. Cómo nadie nos veía, nadie podía quejarse de que no veía, así que nos sentamos delante del todo.
Cuando Lizzy y su grupo salieron a escena, se notaba que estaba muy nerviosa, pero aún así, lo hizo de maravilla. La actuación terminaba con ella en el centro del escenario, lo cual nos hizo estar muy orgullosos. Fuimos los primeros en levantarnos y ponernos a aplaudir como locos, después se levantó el resto del auditorio.
Quisimos ir a verla cuando la actuación terminó, pero entre todo el jaleo de los demás participantes perdimos la pista y cuando quisimos llegar a bastidores, no había nadie.
–¿Se habrá ido a casa?– Preguntó Adel.
–Tiene siete años. ¿Cómo se va a ir una niña de siete años sola por Londres a casa?– Dijo Jude.
–Como su madre no ha venido...
–¿Su madre suele venir a esa clase de cosas?– Preguntó Hope asomándose por el escenario.
–Nunca nos ha dicho que haya venido.– Dijo Brais.
–Pero tampoco nos ha dicho que no haya venido.– Dijo Charity.
–Touche.
–¿Y entonces qué hacemos?– Preguntó Connor.– ¿La buscamos o...?
–No creo que nos dé tiempo.– Dijo Davina.– Si no volvemos a Alora pronto, a los que buscarán serán a nosotros.
–Muy bien... entonces, ¿volvemos a casa?– Preguntó Miles levantando los brazos.
–Si, anda vámonos.

ESTÁS LEYENDO
La ultima guerrera de la luna
FantasySi creíste que el amor, el equilibrio, la justicia, la bondad, los sueños y la inteligencia eran cosa que nadie decidía, estabas equivocad@. Los guardianes nos ocupamos de inculcaros esos valores hasta los diez años, a partir de ahí es cosa vuestra...