Capítulo 28: Llegamos a un punto sin marcha atrás

27 4 0
                                    

Narra Miles:

Habían pasado varios días desde que Joy me enseñó el mapa, y la verdad, no había querido volver a verlo desde entonces. De vez en cuando nos llegaban noticias acerca de que los gobernadores de varios países no hacían más que enfrentarse, y Discordia tenía la culpa. Todas las guerras, los dictadores y la gente que moría...

Aquella tarde, los chicos y yo paseábamos por las calles de Londres para vigilarlas. No nos dejaban bajar demasiado, sobre todo por lo de Astrid. Solo bajábamos bajo supervisión.

Cuando llegamos al final de la calle, miré hacia una bocacalle a la derecha e intenté ir por allí, pero Hope pero agarró del brazo para detenerme.

–Nuestra ruta no es por ahí, tío.

–Solo quiero...

–Sabemos lo que quieres.– Dijo Charity.– Por ahí está el psiquiátrico.

–¿Ni siquiera puedo acercarme?

–No.– Dijeron todos a la vez.

–Estas de servicio.– Dijo Brais.– Madura un poco.

La luna comenzó a salir al rato, lo que significaba que teníamos que volver ya a Alora, pero esta vez esperamos a que las calles se vaciaran un poco para asegurarnos de que todo el mundo estaba bien y poder irnos a casa.

–Todo parece tranquilo.– Dijo Connor.– Será mejor que volvamos.

–Si, supongo que...– Comencé pero enseguida me callé.

–¿Que pasa?– Preguntó Adel.

–¡Ssshhhh! ¿No lo oís...?

–¿El que?– Susurró Davina.

Nos quedamos todos en absoluto silencio para que intentarán escuchar lo que yo había oído, pero el silencio se vio interrumpido por las campanadas del Big Ben que anunciaban las nueve. Cuando terminaron de sonar, un grupo de Duendes Mensajeros se acercó volando, pero yo detuve a algunos a tiempo.

–¡Eh! ¿Que pasa?– Uno de los duendecillos comenzó a hablar a toda velocidad.– Alto, para un segundo. ¿Quien viene?– El duende siguió hablando pero antes de terminar se asustaron y se escondieron tras mi hombro.–Marchaos a Alora. ¡Rápido!– Le dije a él y a sus compañeros.

Cuando se marcharon, vimos como un grupo de Hadas Oscuras se acercaba como una ola morada y negra.

–¡Guardianes!– Grité y un montón de compañeros se acercaron.–¿Preparados?

–A ver qué remedio...– Dijo Jude.

–Esto va por Astrid.– Susurré.

–Por Astrid.– Dijo Charity y me miró.

–Por Astrid.– Davina imitó a su amiga.

Aquella noche fue una auténtica  locura.

Todos los guardianes presentes corrimos hacia las Hadas Oscuras. Para nuestra sorpresa era más fáciles de matar de lo que creíamos, pero ella también peleaban a muerte.

Perdí completamente la noción del tiempo. Vi mucha gente en el suelo y algún que otro guardián que dejaba de brillar. Gracias a Dios, el ejército de Discordia se retiró antes que nosotros. Cuando nos quedamos solos, nadie se atrevía a mover ni un músculo. Me di la vuelta y observé el panorama: guardianes tirados en la suelo inconscientes, otros sentados descansando, otros ayudando a sus amigos e intentando reanimarlos... Y todo eso había pasado en unas horas, ni siquiera en una noche entera. Fue una masacre.

–¿Estáis bien?– Dije acercándome a mis amigos.

–Sobreviviremos.– Dijo Connor por todos.

La ultima guerrera de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora