Si creíste que el amor, el equilibrio, la justicia, la bondad, los sueños y la inteligencia eran cosa que nadie decidía, estabas equivocad@. Los guardianes nos ocupamos de inculcaros esos valores hasta los diez años, a partir de ahí es cosa vuestra...
Alora está dividida por las secciones, donde cada uno tiene su casa, aunque si tienes pareja, esta permitido vivir juntos. Es decir, Miles y yo vivimos juntos. Y él siempre solía levantarse antes que yo para ducharse primero antes de bajar a la tierra.
Abrí los ojos aquella mañana, justo cuando el salía medio vestido del baño, y con medio vestido me refiero a que llevaba solo puesto el pantalón. Tenía el pecho mojado y con una toalla que llevaba al cuello se secaba el pelo un poco.
–Buenos días mi estrella.– Dijo sonriendo y acercándose un poco.
–Hola...
–¿Has dormido bien?– Se agachó y se quedó mirándome.
–Muy bien. ¿Y tú?
–Sabes que desde que salimos juntos duermo mejor contigo.
–¿Y cuánto llevábamos?
–He perdido la cuenta.– Se rió y me besó.
Los guardianes podemos llegar a vivir millones de años y aparentar tener 17. No envejecemos salvo que seamos Guardianes Mayores, cosa poco probable. No morimos por edad, solo podemos morir por otra persona de nuestra dimensión.
–Vamos, levanta y vístete. Hay que trabajar.
–¿No me das ni siquiera un beso de buenos días?
–¿Otro?– Me encogí en hombros.
Miles rió y me dio otro beso. Después me levanté de la cama y me vestí. Normalmente, yo suelo vestir con un top plateado, unos pantalones grises los cuales tenía un poco de cola, botas y mi habitual diadema.
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Todos los Soñadores tenemos una, al igual que cada sección tiene sus peculiaridades.
Miles y yo salimos de casa y salimos hacia el Puente. El Puente nos comunica con La Tierra, al final de este está lo que nosotros llamamos El Salto. Cuando llegamos Al Salto nuestros tatuajes brillan para identificarnos y que los Guardianes Mayores sepan dónde estamos. Ah sí, casi se me olvida, cada guardián tiene un tatuaje o una marca que le identifica a su sección, la nuestra son unas estrellas que yo llevo en el antebrazo izquierdo y Miles en el cuello.
Al llegar Al Salto, nuestros tatuajes brillaron como lo hacían habitualmente, y cuando dejaron de hacerlo, Miles me cogió la mano.
–¿Vamos?
–A trabajar.– Dije y ambos saltamos a la vez.
Puede que no os lo creáis, pero El Salto es realmente divertido. Viajamos hasta la ciudad de Londres, donde caemos sin ningún problema. Llevo años haciendo esto, pero todavía me parece increíble ver un mundo de Humis haciendo su vida normal y corriente mientras nosotros vemos a cupidos volando por todas partes, a los de Bondad corriendo con sus patines... y todo eso es invisible para vosotros.
–¡Eh chicos!– Escuchamos y nos dimos la vuelta. Adel y Jude se acercaban a nosotros.– Llegáis tarde.– Dijo Adel.
–Eso no es cierto.– Dijo Miles confuso, pero sin soltarme la mano, no le había dado tiempo.
–Nuestra jornada comienza a las 8:00, como para casi todo el mundo, y son las 8:13.– Dijo Jude.– En esos trece minutos hemos ayudado a un grupo de alumnos en época de exámenes. ¿Qué habéis hecho vosotros?
–Que seas de Inteligencia no significa que tengas que ser tan cuadriculado.
–Parad ya.– Dijo Adel.– Vamos a buscar a los demás y hagamos lo que mejor se nos da.
Paseamos por Londres ayudando niños y solucionando problemas menores.
Cerca del Big Ben había una azotea a la que solíamos subir ya que se veía muy bien todo. Allí encontramos a Brais, de brazos cruzados y mirando hacia abajo.
–Hola, Brais.– Dijo Adel por todos.– ¿Qué haces?
–De árbitro en una carrera estúpida.
Justo en ese momento, Charity y Hope llegaron como un par de rayos a la azotea. Solían hacer carreras con sus patines, aprovechaban que podían ir por cualquier superficie.
–Ha ganado Charity.– Dijo Brais con toda la ilusión que le hacía.– Jupi, enhorabuena, ¿puedo seguir trabajando?
–¡Has hecho trampas!– Se quejó Hope haciendo desaparecer sus patines chocando sus talones. Me encantaba ese truco.
–No, simplemente he cogido un atajo.
–Eso no vale. Eres una tramposa.
–Puede.– Dijo acercándose a él.– Pero soy tu tramposa favorita.
–De eso que no te quepa duda.– Dijo y la besó.
–Que bonito es querer a alguien con todas rus fuerzas.– Dijo Adel.
–En realidad la suma de todas tus fuerzas es 0.– Dijo Jude seriamente.
–Ay Jude.– Dijo Davina acercándose volando con Connor.– ¡Te encontraremos una novia y veras como cambias de opinión!
–Yo no quiero novia, estoy muy bien solo.
–No te cierres al amor.– Dijo Connor abrazando a su chica.
–Pero así somos un grupo compensado.– Dijo Adel.– Tres parejas y tres solteros.– Sonrió.
–¿Siempre tienes que estar buscando cosas equilibradas?
–Es mi trabajo.
–Y hablando de trabajo, ¿no creéis que ya va siendo hora de trabajar un poco?
–Brais tiene razón. Vamos chicos, todos a trabajar.