Capítulo 19: Miles viaja sin permiso

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Narra Astrid:

Encontré una puerta que llevaba a un patio. Creí que habría algún enfermero o algo, o que la puerta estaría cerrada, pero no. Todo despejado. Salí al patio y me senté bajo uno de los árboles. Había dejado de llover pero el suelo seguía húmedo, aunque me daba igual, lo único que quería era estar sola.

Echaba de menos a Miles. Lo único que tenía para recordarle a él y a mi dimensión era el anillo que me regaló por nuestro aniversario. Y pensar que cuando nos separaron él estaba enfadado por que hubiera pensado en ser Humi...

–¿Estas bien?– Escuché de repente.

Levanté la cabeza y vi a Adela con una manta en sus manos.

–Voy a hacerte un resumen: estoy atrapada en un lugar lleno de locos, con gorilas vigilandome todo el rato que no hacen más que darme pastillas, alejada de mi chico y mis amigos. ¿Te parece a ti que estoy bien?

–No mucho, la verdad.

–Esto da asco...

–Mira cielo...– Dijo arrodillándose junto a mi.– Se que esto es duro, pero si sigues con el tratamiento podrás curarte.

–¿Qué tratamiento?

–La medicación. Te ayudará a ver el mundo como realmente es.

–Ya veo el mundo como...– Suspiré.– Mira, déjalo.

–Vuelve dentro.– Dijo dándome la manta.– Empieza a hacer frío. Además, tengo una sorpresa para ti.

–¿Una sorpresa?– Dije echándome la manta por los hombros.

–Que si. Anda vamos.

Al final acabé levantándome. Adela me llevó al pasillo de los dormitorios, pero no fue hacia la celda del otro día. A la habitación a la que íbamos estaba al otro lado del pasillo.

–¿A dónde vamos?

–Dijiste que querías una habitación con ventanas. Y tras pelear mucho con mis superiores, te la he conseguido.– Abrió la puerta.

Era una habitación azul con una única ventana, bastante grande y con sus respectivos barrotes.

–¿Por que haces esto si no me crees?

–Por que uno de mis deberes es hacer que los pacientes estén bien.

–No creo que lo esencial para eso sea llamarles "locos".

–Suficiente.– Dijo y dio por zanjado el tema.– Por tu parte espero responsabilidad y colaboración.– Dijo y se marchó cerrando la puerta.

La habitación no estaba mal y la ventana era una maravilla. Se veía todo Londres y el Big Ben a lo lejos.

–Voy a volver a casa. Aunque sea lo último que haga.

Narra Miles:

Todo el día de entrenamiento. De acá para allá, viendo volar flechas, esquivando cuchillos y espadas que venían por todos lados. Estaba agotado.

Cuando llegué a casa lo primero que hice fue dejar mi arco y el carcaj a un lado y me pegué una ducha. No tenía demasiadas ganas de ponerme el pijama, así que simplemente me puse el pantalón.

Salí del baño y me tumbe en la cama. La reina me había dado la esfera del otro día para que pudiera ver a Astrid cuando quisiera.

–Enséñame a Astrid.– Le pedí.

Los colores comenzaron a mezclarse dentro de la esfera y después apareció la imagen de Astrid.

–Hola, mi estrella.– Dije cogiendo la esfera.

Ella estaba en su cuarto mirando por la ventana. Todo el mundo me preguntaba cómo estaba por lo de Astrid, y yo les decía que estaba bien, pero en realidad la echaba muchísimo de menos.

Entonces se me ocurrió una idea.

Me vestí de nuevo, cogí mis cosas y salí de casa hacia El Salto. Supuestamente debería estar en la cama, pero El Salto no tiene toque de queda, así que fui en sigilo hasta el y salté.

Encontrar a Astrid me resultó más complicado que escaparme de Alora.
Busqué por todo Londres lo más rápido que pude el psiquiátrico donde estaba Astrid y al final lo encontré.

Entré con mucha facilidad. Los guardianes cuando queremos podemos atravesar las paredes. Entré en más de diez cuartos y en la mitad de sus residentes hablaban en sueños, cosa que daba miedo.

Cuando recorrí todo el pasillo ya estaba muy cansado. Decidí que la última puerta sería la última por esta noche y cuando entré, respiré tranquilo al ver a Astrid durmiendo.

Siendo Humi estaba igual de guapa. Me arrodillé junto a ella e intenté jugar un poco con su pelo, pero no la podía tocar. Los Humis pueden atravesarnos.

–Hola mi estrella.– Le susurré, ella suspiró en sueños y sonreí.–
Ι think οf what the wοrld could be
Α vision οf the one Ι see
Α million dreams is all it's gοnna take
Α million dreams fοr the wοrld we're gonna make...– Le canté.

Me quedé con Astrid un poco más y cuando ya me caía de sueño volví a Alora, pero cuando llegué de nuevo Al Salto, vi a Moon esperándome de brazos cruzados.

–Eh... Hola Moon.

–¿De donde vienes, Miles?

–De... ¿hacer guardia?

–No cuela.

–Vaya.

–Vienes de ver a Astrid, ¿verdad?

–¿Me la voy a cargar mucho?

–Si me cuentas la verdad no.

–Entonces si.

–No puedes saltar cuando a ti te de la gana. Lo sabes.– Dijo enfadada.

–Moon entiéndelo, necesitaba verla. Saber que está bien.

–Tienes la esfera de la reina.

–No es lo mismo.– Aparte la mirada.

–Mira, vamos a hacer una cosa: vete a casa, duérmete y ambos olvidaremos lo que ha pasado, por esta vez.

–Vale.

–Y si quieres ver a Astrid, habla conmigo y veremos qué hacer.

–Gracias Moon.

–De nada. Anda vete antes de que despiertes a todo el mundo.

La ultima guerrera de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora