Capítulo 14

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"No hay gloria sin valentía"

Rey se da cuenta de que está gritando cuando su cuerpo y el de Ben chocan contra una pared resbaladiza y siguen deslizándose por ella durante algún tiempo.

Luego, súbitamente, salen de una especie de embudo y quedan suspendidos en el aire a pocos metros del suelo. Su respiración es acelerada y aún abrazada a Ben se desprende con torpeza del pañuelo que tapa su boca inhalando un oxigeno más asequible pese a los millones de partículas arenosas que les rodean.

Solo sigue estrechándola entre sus brazos, se baja el embozo y pregunta con voz grave y solícita: -¿Estás bien?

Sofocada le contesta sin dejar de mirarle a los ojos: -¡Sí! ¿Dónde estamos?

-¡Ya lo sabes! En el hogar de los Caballeros de Ren. - Musita a pocos centímetros de su cara, y el aliento cálido del joven la envuelve. Es tan embriagador como su oscura mirada. Tan acogedor como el fuego que desprende su cuerpo. Envuelta en sus fornidos brazos vuelve a sentir la misma desazón que siempre le provoca cuando está cerca. Desde el mismo instante en que se quitó aquella horrible máscara tras secuestrarla en Takodana no ha dejado de notarla ni de luchar contra ella. Su boca se seca sin remedio y apenas percibe como sus cuerpos descienden orbitando sobre sí mismos y sus pies se posan sobre el suelo impulsados por algún tipo de campo gravitatorio que impide que caigan a plomo.

Sus miradas siguen colgadas la una en la otra y los iris color café con leche de Rey se funden en la oscuridad orbicular de las pupilas varoniles atrayéndola como una alevilla a las deliciosas hojas de un árbol. Sus carnosos labios se entreabren para recibir el irreprimible beso cuando Ben se inclina hacia ella...

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-¿Maestro Kylo Ren? Señor... ¿Sois vos? - Pronuncia una fuerte voz masculina que se propaga en ecos por la gran sala radial. Ambos despiertan de su ensoñación de golpe y miran en derredor separándose al instante.

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Ben Solo desaparece y en su lugar emerge Kylo Ren. Todo su porte cambia de la devoción a la solemnidad. Y la suntuosidad hace acto de presencia en su rictus volviéndole más sobrio, mesura acrecentada por la cicatriz que cruza su mejilla derecha y su cuello hasta perderse bajo el negro alzacuellos de su ropa. Su presencia se endereza al punto de parecer incluso más alto de lo que ya es cuando responde autoritario:

-¡Sí, soy yo, Crixo! ¡He vuelto! – Rey estudia los rasgos de Solo de reojo y admira cada gesto y facción de su rostro. Ahora aparenta los treinta años que tiene. Es el Señor de la Orden de Ren. Su fundador y el Maestro de aquellos caballeros. La muchacha traga saliva impresionada por su esplendor y gira la vista al frente para observar la escena en toda su dimensión.

El nombrado como Crixo, un joven rubicundo y robusto de unos veintitantos años, se postra ante su Maestro e hinca una rodilla en el suelo mientras baja la cabeza. Pronto es secundado por otro hombre y al lado otro más. En total cinco hombres y una mujer se postran en derredor de Kylo Ren y ella formando un círculo. El mismo redondel que constituye la gran sala en la que se encuentran. El techo allí no existe, pues es la entrada al templo, un inmenso cono justo por encima de sus cabezas donde continúa el aullido lobuno del viento del desierto. El suelo es pedregoso y sus paredes lo mismo iluminadas por la palpitante luz anaranjada de cientos de antorchas colgadas de sus pebeteros. Inmensas columnas góticas de piedra caliza se abren paso hacia el cielo, oculto bajo la incalculable acumulación de arena, en una girola circular por la que se pierde la arenisca caída al interior del templo absorbida por algún tipo de aspirador.

Black Diamond (La redención de Kylo Ren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora